Hablemos de besos: blanco, rojo, negro, de Singapur…

Besar es todo un arte. Y, para hacerlo bien, primero tenemos que saber todos los tipos de besos que existen, incluso los menos conocidos. Besarse es uno de los actos más extendidos por nuestra sociedad. Gracias a él, podemos expresar, sin necesidad de palabras, todo lo que sentimos. De ahí que haya tantas formas de hacerlo, pues forma parte del lenguaje no verbal. Desde cariño hasta respeto, pasando por el fuerte deseo que nos despierta la otra persona.

De acuerdo a los estudios científicos, podemos delimitar hasta cinco zonas del cerebro que se activan cuando nos estamos besando. Gracias a ello, este gesto tan natural consigue liberar una buena cantidad de hormonas como la dopamina, la oxitocina o la adrenalina. Según las cantidades que se liberen, sentiremos una mayor o menor intensidad, y también la fogosidad y el deseo aumentarán o disminuirán.

Es uno de los actos más importantes de los presentes en las relaciones humanas, por eso es primordial conocerlos. Hablemos de besos: descubre algunos menos conocidos como el blanco, rojo, negro o el de Singapur.

Los besos, primordiales durante el sexo

besos intimidad

Cuando nos besamos y activamos ciertas zonas de nuestro cerebro, podemos sentir un deseo difícil de explicar por la persona con la que lo estamos haciendo. Es por eso que besarse es primordial en el momento de tener sexo. Lo hacemos durante el acto y también antes de llegar al coito, en los conocidos como preliminares. De hecho, muchas personas necesitan de los besos para ser capaces de alcanzar el clímax y el orgasmo.

De forma común, nos hemos educado en el conocimiento de que besarse suele producirse cuando juntamos nuestra boca con la de otra u otras personas. Sin embargo, con todo lo que conocemos ahora en materia sexual, no tiene por qué ser siempre así. Muchas prácticas se pueden salir de lo convencional, aunque se siga manteniendo el nombre de besos para jugar en terreno conocido.

Aquí es donde entran en escena otras partes erógenas del cuerpo, que también son imprescindibles durante el acto sexual. Los tipos de besos más relacionados con las relaciones sexuales no son los típicos que ya conocemos, sino otros que puede que aún no hayas probado o que ni siquiera sabías que existían.

El beso negro, el más popular de ellos

beso negro

Uno de los más conocidos dentro de esta lista puede que sea el beso negro. Aunque es una práctica que no a todos les termina de gustar, siempre que haya confianza e higiene se puede practicar para probar cosas nuevas y echar a volar nuestra imaginación.

Consiste en lamer el ano de nuestra pareja sexual. Para hacerlo, se puede incluso llegar a introducir la lengua para conseguir estimular las zonas erógenas que se encuentran en el interior. Es una práctica que provoca placer tanto en mujeres y hombres, y no importa que se de en una relación hetero u homosexual.

Al ser algo tan íntimo, como decimos, no siempre agrada a todas las personas. Para llevarlo a cabo con seguridad, la higiene debe ser muy escrupulosa, pues es la zona donde más gérmenes y bacterias se encuentran. Una vez que lo prueban, muchas personas se dan cuenta de que no lo habían hecho antes más por prejuicios sociales que porque no estuvieran interesados.

Besos: blanco y rojo, dos desconocidos

beso blanco

Puede que estos ya los hayas puesto en práctica durante tus relaciones sexuales. Sin embargo, quizá no conozcas que cuentan con su propio nombre. Son dos prácticas sexuales que, al igual que la anterior, no gustan a todo el mundo. No obstante, conocerlas nos deja la opción de elegir si deseamos o no probarlas.

En el caso del beso blanco hablamos de la acción de besarse con la otra persona después de haber eyaculado en su boca. También se da tanto en relaciones homosexuales y heterosexuales aunque, de nuevo, la higiene debe ser la clave para no terminar arrepintiéndonos. Un consejo es no hacerlo justo después de habernos lavado los dientes, pues se pueden haber producido heridas en la boca que contaminarán el proceso.

La práctica conocida como beso rojo es muy similar a la anterior. También se la puede conocer como el beso del payaso y consiste en, después de practicarle sexo oral a una mujer que está con la menstruación, darle un beso para intercambiar fluidos.

El beso de Singapur o el arte del «pompoir»

bolas chinas

Lo curioso del mundo del sexo es que, aunque los denominemos por igual, no todos los besos tienen por qué darse con la boca ni en ella. Una de las prácticas más curiosas pero también más placenteras es del «pompoir», conocida de forma más extendida como beso de Singapur. Consiste en masajear el pene cuando está erecto, después de haberlo introducido en la vagina o el ano, gracias a los músculos del interior. Es decir, la musculatura circunvaginal o la pubocoxígea.

Esta técnica se puede tardar hasta años en dominarla de forma adecuada. Para hacerlo bien, se puede entrenar casi a diario haciendo uso de otros elementos, como las bolas chinas. Estas proporcionarán firmeza, flexibilidad y un control completo de nuestra musculatura interior. Los ejercicios destinados a fortalecer el suelo pélvico, como los de Kegel, también son muy recomendables.

Para hacerlo de la forma más usual, la persona penetrada debe colocarse en cuclillas sobre la pareja, que se encontrará tumbada boca arriba. El resto lo harán las contracciones rítmicas de la musculatura. A pesar de su nombre, no se originó en Singapur, aunque sí es una práctica muy popular en el Sudeste Asiático, con estrecha relación con el sexo tántrico.

Otros besos más conocidos: francés y de lagarto

besos conocidos

Dentro del ámbito sexual, también tenemos otros besos más conocidos y extendidos. En este caso, ya sí estaremos hablando de aquellos que damos con nuestra boca en la de nuestra pareja. Están pensados para dar antes y durante el sexo, pues consiguen despertar el deseo sexual y la fogosidad.

El beso francés es aquel que se da con la boca abierta y usando nuestra lengua. Se califica como uno de los más eróticos y de los que más conectan a dos personas. Al ser tan íntimo, mejor dejarlo para la intimidad y no ir practicándolo en cualquier sitio público.

Muy similar al anterior, en el de lagarto solo hacemos uso de nuestras lenguas. Es un beso menos convencional que el francés y, para llevarlo a cabo, las dos personas deben disfrutarlo al cien por cien. Suele producirse durante el acto debido a la intimidad y al deseo que despierta.