El sorprendente origen de la expresión ‘tener un ramalazo’

Por suerte, la homosexualidad está cada vez más normalizada. Sin embargo, ha habido épocas de la historia en la que la persecución era extremadamente dura. En la actualidad, son pocas las personas que se refieren a la misma como «tener un ramalazo», aunque es una expresión que se sigue utilizando. Quizá si conociéramos su origen y significado real, la dejaríamos de emplear de una vez por todas.

Con un idioma tan rico y con tanta historia como el castellano, es muy común encontrar ciertas frases hechas que solemos decir en nuestro día a día sin preguntarnos qué significan realmente. Las hemos ido aprendiendo e interiorizando a través del boca a boca, de padres a hijos. Es el caso, por ejemplo, de otras expresiones como «tener pluma», que también cuentan con su propia trayectoria.

Para emplear las palabras con responsabilidad, es necesario conocer qué significan. Descubre el sorprendente origen de la expresión «tener un ramalazo». Seguro que no es lo que imaginas.

El significado de ramalazo según el diccionario

ramal cuero

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, se define ramalazo como «Golpe que se da con el ramal». La segunda acepción, además, añade que también podemos emplear la palabra para referirnos a la «Señal que deja el golpe dado con el ramal».

Para profundizar más en el significado, de acuerdo al diccionario de la RAE, el ramal es «Cada uno de los cabos de que se componen las cuerdas, sogas, pleitas y trenzas». Teniendo en mente todos y cada uno de estos significados, podemos tener más claro a qué nos referimos cuando empleamos la expresión.

Sin embargo, como suele suceder, a pesar de sus orígenes, la frase se ha ido extendiendo y repitiendo a lo largo del tiempo para denominar a las personas homosexuales sin conocer bien de dónde proviene. Pero, ¿cuál es su verdadero origen? Lo cierto es que es más cruel y sorprendente de lo que podemos pensar.

El origen de la expresión

edad media latigo

Es cada vez menor el número de personas que emplea la frase «vaya ramalazo que tiene alguien» para referirse a que dicha persona es homosexual. Con el paso del tiempo, como decíamos, la homosexualidad se va aceptando en nuestra sociedad, pero no siempre ha sido así y el camino no ha sido tampoco nada fácil. Sobre todo, en las épocas más oscuras para las prácticas sexuales.

El origen del término lo encontramos en aquellos tiempos, como la Edad Media, en la que las prácticas homosexuales eran duramente perseguidas. De hecho, tal era la obsesión con la homosexualidad que las personas que eran pilladas realizando tales actos eran castigadas severamente de forma pública para que todos tuvieran el ejemplo de lo que no había que hacer.

El castigo era ser latigado de forma pública. Este latigazo se practicaba de forma directa en los testículos de aquel que fuera el acusado. Ese día, en la plaza, era todo un acontecimiento. Debido a ello, la práctica adquirió una fama cada vez mayor. Tanta, que aún a día de hoy hemos normalizado usar esta expresión para referirnos a alguien que es o parece homosexual.

El látigo era realizado con un ramal

ramalazo latigo

Como hemos visto, el ramal es el trozo de cuerda con el que se practicaba el latigazo en los testículos a la persona acusada de sodomía. La marca que dejaba tal golpe se conoce como ramalazo. De ahí que las personas que veían a otra interesada en las prácticas homosexuales se referían a ella como «Este tiene un ramalazo». Un dicho popular que cuenta con un origen nada inocente, como hemos podido comprobar.

La marca duraba durante un buen tiempo. El objetivo es que al acusado no se le olvidara nunca el castigo ni la humillación a la que era sometido. De esta manera, se pretendía que ni él ni las personas que habían acudido a ver el acto repitieran dichas prácticas prohibidas y perseguidas de forma extremadamente dura en la época.

Aquellas personas que eran señaladas y tenían un ramalazo eran directamente conocidos de por vida como homosexuales o afeminados. De hecho, aunque la marca no se pudiera ver por ir tapada o aunque ni siquiera la persona fuera homosexual, ya se la calificaba así. Con el paso del tiempo, esto es justo lo que sigue ocurriendo. Una práctica, sin duda, muy cruel y deleznable que por suerte en nuestros días no hemos tenido que vivir.

La Edad Media, una de las épocas más oscuras para la homosexualidad

hoguera edad media

El sexo no era demasiado bienvenido en la Edad Media. Una práctica natural perseguida entre parejas heterosexuales, podemos imaginar en qué se convertía para todas aquellas parejas que se salían de la norma estrictamente establecida. Es decir, para todos los homosexuales. La sociedad de la época, extremadamente cristiana, no toleraba ningún tipo de práctica que se saliera del redil. Además, no se limitaban a ignorarlas, sino que pretendían acabar con estas prácticas por medio de castigos públicos para que a nadie se le ocurriera repetirlas.

Usaban a los acusados para crear ejemplo ante el resto del pueblo de todo eso que no se debía hacer bajo ningún concepto. El sexo, en general, solo era aceptado dentro del matrimonio. De hecho, esto también es algo que ha quedado reflejado incluso hasta nuestros días para buena parte de nuestra sociedad actual. El deseo sexual se consideraba como una enfermedad, sobre todo en las mujeres. El sexo fuera del matrimonio era otra de las prácticas más castigadas. Tanto hombres como mujeres debían minimizar su ansia sexual por medio de otros ritos como hacerse cortes en los muslos o lavativas en la vagina.

Además de a través de los latigazos, la homosexualidad era castigada con la pena de muerte, ardiendo en la hoguera o sufriendo mutilaciones irreparables. El único fin del sexo durante esta época era la reproducción. Por eso, todo aquello relacionado solo con el placer era calificado de pecado y desterrado por los religiosos de aquellos tiempos. Muchas creencias han conseguido perdurar aunque, por suerte, las cosas han ido evolucionando con el paso de los siglos.