La OMS no ve aún la utilidad de estudiar las aguas residuales

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado un informe en el que concluye que «todavía no hay pruebas suficientes» para recomendar el análisis de las aguas residuales en busca de la presencia del virus del COVID-19 como estrategia estándar para la vigilancia del nuevo coronavirus.

En su informe, el organismo sanitario internacional detalla que este tipo de análisis tienen «un largo historial» de uso en la salud pública, en particular para el virus de la polio y, más recientemente, para la resistencia a los antimicrobianos (AMR). En el contexto de la actual pandemia de COVID-19, se está utilizando para la detección del SARS-CoV-2 vertido en las aguas residuales del sistema gastrointestinal superior y respiratorio superior y a través de las heces.

En concreto, señalan que se ha informado de la detección de fragmentos no infecciosos de ARN del SARS-CoV-2 en aguas residuales y/o lodos no tratados en varios lugares, como Milán (Italia), Murcia, Brisbane (Australia), varios lugares de Países Bajos, New Haven, Connecticut y el este de Massachusetts (Estados Unidos), París (Francia) y los lugares de vigilancia del virus de la polio existentes en Pakistán.

La OMS lamenta que la mayoría de los estudios publicados hasta la fecha sobre el uso de la vigilancia ambiental para el SARS-CoV-2 han sido realizados en entornos de altos recursos. «Sin embargo, se necesitan enfoques que puedan aplicarse en entornos de recursos más bajos, en los que una mayor proporción de la población no está conectada a las alcantarillas y en su lugar utiliza retretes de pozo o fosas sépticas», argumentan.

En este contexto, consideran que «incluso en entornos de altos recursos es difícil llevar a cabo una vigilancia ambiental generalizada para la alerta temprana, porque este enfoque requiere un muestreo frecuente para obtener datos procesables». «Además, también se requiere un alto volumen de muestreo debido a la baja sensibilidad. Un posible enfoque podría consistir en reservar la vigilancia ambiental para realizar pruebas conjuntas en entornos de riesgo particularmente elevado en los que se pueda aplicar rápidamente la respuesta, como los entornos residenciales cerrados (por ejemplo, asilos de ancianos, prisiones, dormitorios de trabajadores), grandes lugares de trabajo atestados o en el contexto de reuniones masivas», añaden.

«Si bien se ha demostrado que la vigilancia ambiental tiene el potencial de utilizarse para vigilar la prevalencia de COVID-19 y las tendencias temporales, sería necesario poner a prueba este enfoque en entornos de ingresos bajos y medios para demostrar su valor añadido a la vigilancia clínica», insisten.

MEDIDAS ALTERNATIVAS

En los entornos de bajos recursos, el establecimiento de nuevos sistemas de vigilancia ambiental «podría entrañar el riesgo de desviar los escasos recursos de las actividades de vigilancia esenciales y las actividades cruciales de agua, saneamiento e higiene (WASH), como la ampliación de la higiene de las manos en todos los entornos y la garantía de la continuidad y la ampliación de los servicios de abastecimiento de agua y saneamiento».

«Así pues, se debe evaluar cuidadosamente la relación costo-beneficio de la vigilancia ambiental en relación con estas otras medidas esenciales. La vigilancia ambiental podría estar más justificada en lugares donde ya se ha establecido la vigilancia ambiental de la polio, la resistencia a los antimicrobianos u otros tipos de vigilancia ambiental. Sin embargo, esos lugares se han seleccionado para cumplir diferentes objetivos y, por consiguiente, se debería evaluar su idoneidad para los fines de la vigilancia del COVID-19», insisten.

Sobre sus aspectos éticos y legales, la OMS argumenta que «puede servir para identificar la circulación del SARS-CoV-2 en una comunidad sin que se haya dado ningún consentimiento para la realización de pruebas y puede dar lugar a la estigmatización de la comunidad». «Sin embargo, dada la imposibilidad de centrarse en individuos específicos debido a la naturaleza conjunta de las muestras ambientales, es probable que la estigmatización sea mucho menor que en el caso de las pruebas clínicas individuales. Sería importante no utilizar la vigilancia ambiental para dirigirse desproporcionadamente a comunidades ya estigmatizadas con medidas de salud pública y sociales», instan.