Fernández Díaz echa toda la culpa a su ‘número dos’ y el PP tiembla con lo que viene

  • El exministro ha acusado a su exsecretario de Estado de manipular los mensajes que le incriminan.
  • En Génova saben que el exsecretario de Estado de Seguridad hablará y lanzará duras acusaciones.
  • El número dos de Fernández Díaz no piensa comerse todas las acusaciones.
  • El exministro del Interior Jorge Fernández Díaz se ha quedado a gusto ante el juez. Su versión es tan sencilla como peligrosa, pues se centra en echar todas las culpas a su segundo, el exsecretario de Estado Francisco Martínez Vázquez, y limpiarse las manos ante cualquier tipo de responsabilidad en la trama Kitchen, algo que pocos se creen dentro del Partido Popular. Sin embargo, este sálvese quien pueda que ha protagonizado Fernández Díaz asusta, y mucho, al PP porque saben que, si la culpa recae sobre el número dos del exministro, éste tirará de la manta y cantará hasta el último verso de ese episodio propio de Los Soprano en el que el Ministerio del Interior utilizó fondos reservados para espiar al extesorero Luis Bárcenas para averiguar si tenía material sensible contra el partido.

    Resulta que, según la versión de Jorge Fernández Díaz (la que ha contado al magistrado Manuel García Castellón) todo fue una iniciativa propia de Francisco Martínez. El ministro, de quien dependía directamente el secretario de Estado, no sabía absolutamente nada. Y toda esta trama de espionaje y utilización de los fondos reservados para pagar cheques de 2.000 euros al mes al exchófer de Bárcenas Sergio Ríos Esgueva fue una iniciativa propia de Martínez Vázquez de quien, se entiende, sentía los colores del partido hasta el punto de urdir una compleja trama de espionaje irregular movilizando a la cúpula de la Policía Nacional.

    Fernandez Díaz no se ha dejado nada en el tintero a la hora de acusar y echar todas las culpas al que fuera su número dos en el departamento, Francisco Martínez. Le pone de vuelta y media y le acusa directamente de manipular los mensajes de móvil que le incriminan en el espionaje al extesorero del PP Luis Bárcenas. Además, Fernandez Díaz se ha quedado a gusto a la hora de cargar contra el propio juez y la Fiscalía por hacer caso y tener en consideración las pruebas que le señalan.

    El exministro niega haber enviado o recibido los mensajes y asegura que nunca conoció la existencia de este espionaje ilegal que tenía como objetivo robar al extesorero del PP toda clase de documentación comprometedora que comprometiera partido. Ahora queda esperar la comparecencia del entonces número dos de Fernández Díaz, aunque el exministro ya tendrá que dar el «paseillo mediático» el próximo 30 de octubre.

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    El Partido Popular, en especial su presidente, tiene mucho miedo. Saben que ni Fernández Díaz ni Martínez Vázquez mantendrán cerradas las filas. Y visto que el exministro del Interior ha echado todas las culpas a su segundo, todo augura que los juzgados serán un polvorín que estallará en los próximos meses cuya onda expansiva agitará Génova.

    Por el momento, Martínez Vázquez se mantiene discreto ante los medios de comunicación. No quiere dar declaraciones que caigan fuera del tiesto y se las guarda todas para cuando se siente en el banquillo. Pero vista la actitud poco piadosa del exministro, todo señala que apuntará a donde tenga que apuntar. Y si los audios del excomisario José Manuel Villarejo apuntan alto (tanto que llegan incluso al expresidente del Gobierno Mariano Rajoy), quién sabe lo que cantará el exsecretario una vez se siente ante García Castellón.

    Es una bomba de relojería y en el PP lo saben. Martínez Vázquez conoce lo que ocurrió y pocos se creen que actuara de forma completamente por el bien del partido. Los audios respaldan que formó presuntamente parte de la trama, pero fue un mero eslabón de toda esta cadena que apunta mucho más alto. Si Martínez Vázquez canta, es posible que se le compliquen las cosas al ministro, pues la guerra entre ellos está en el punto álgido.

    La preocupación en el PP va en aumento y a todo ello no ayuda la falta de una estrategia clara de comunicación en el partido para afrontar lo que viene.