Un poco de ayuda lleva muy lejos

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La pandemia ha roto el egoísmo de nuestras costumbres. El simple hecho de usar cubrebocas es ya una consideración a la vida del semejante. Pero hay quienes han ido más lejos en el intento de reconfortar a segmentos de la sociedad cuya situación se volvió dramática con el coronavirus.

En Atlantic City, Nueva Jersey, una localidad mejor conocida por la variedad en juegos de casino y su actividad en apuestas deportivas, trabajadores sindicalizados del ramo se organizaron para distribuir alimentos en una comunidad fuertemente golpeada por la baja en el turismo y el desempleo que esto genera.

Las acciones solidarias han surgido alrededor del mundo con la virulencia –valga la expresión- que merece el caso según las particularidades de cada región. Revisemos algunos ejemplos.

Las empleadas domésticas en Guatemala

Los derechos laborales siempre han sido muy ambiguos para el trabajo doméstico en América Latina. La mayoría son mujeres de origen indígena, con baja o nula educación que en ocasiones ni siquiera hablan español, por lo que son muy susceptibles al abuso patronal. Cumplen con las mismas responsabilidades y hasta más que un trabajador ordinario, pero usualmente no cuentan con seguro social.  Como a menudo viven en la casa de los empleadores y difícilmente conseguirían otro medio de ingresos, el covid expuso la falta de protecciones que priva en el gremio. Para salvaguardar su salud, la Asociación de Trabajadoras del Hogar, a Domicilio y Maquila (ATRAHDOM), en Guatemala, se dio a la tarea de entregar alimentos básicos, equipo de protección personal, kits de higiene y salud e incluso sillas de ruedas en distintos puntos de aquel país. Otra gran muestra de apoyo desinteresado la dieron trabajadoras de maquila despedidas en el puerto de San José, Escuintla, que se dedicaron a la elaboración de mascarillas para regalar.

El futbolista cocinero en Argentina

Diego Zurita es volante del Colegiales, club de tercera división en Argentina, pero los fines de semana se transforma en chef.  A sus 22 años, el balompié lo ha hecho personaje célebre en la comunidad de Tortuguitas, provincia de Buenos Aires. Aprovechando esta popularidad, se ha acercado a los clubes de sus inicios para organizar comedores comunitarios que alimentan a cientos de personas. La idea surgió mientras convalecía de una lesión que le imposibilitaba jugar, pero no aliviar las precariedades que la cuarentena trajo a mucha gente. Ha recibido apoyo de otros jugadores y contribuciones anónimas, Diego puntualiza que prepara comida que a él le gustaría comer  y confía en que ya tendrá tiempo de continuar su carrera deportiva.

La Despensa Antirracista

Hasta antes de la pandemia un local en la calle de la Esgrima, barrio de Lavapiés, en el corazón de Madrid, funcionaba como tienda de moda africana donde Becha Situ Kumbu vendía sus diseños. A finales de marzo lo convirtió en un centro que distribuye comida a personas que quedaron sin medios de subsistencia y no tienen acceso a las ayudas del gobierno español por ser indocumentados, como los vendedores callejeros africanos. La diseñadora hizo la inversión inicial, pero gracias a la ayuda de amigos y colectivos, entre ellos World Central Kitchen, ONG del cocinero José Andrés, el proyecto actualmente beneficia tanto a españoles golpeados por la crisis como a ciudadanos de cualquier origen.