La nueva estrategia de Robles y sus «margaritos» con el CGPJ pone a los vocales en el punto de mira

La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha vuelto a cometer el error de meterse donde no le llaman. Este es el sentir en Ferraz después de que Robles haya azuzado a los conocidos como «margaritos», es decir, los magistrados adscritos a asociaciones como Juezas y Jueces para la Democracia que son fieles a la ministra, para que presionen a los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para que dimitan en bloque y así forzar la renovación del Consejo lo antes posible. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya le dio un toque de atención a la ministra cuando se entrometió en el proceso. Ahora, Robles lo ha vuelto a hacer y sin pedir permiso. Para la ministra es un tema fundamental porque sabe que su futuro laboral pasará por el Consejo, razón por la que quiere controlarlo. Pero en Moncloa están cansados de la actitud de la ministra en relación con los asuntos del Consejo.

Si el Partido Popular se planta, al PSOE se le acaban las opciones. Este miedo es el que ha impulsado a Margarita Robles a lanzar declaraciones incendiarias del tipo «pediría a los vocales del CGPJ que reflexionaran; yo habría dimitido». Robles tiene especial obsesión por este asunto porque sabe que su futuro laboral podría pasar por ahí y por su odio hacia el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, quien le «quitó» la condición de magistrada del Supremo a Margarita con la ley en la mano arrebatándole su sueño de ser presidenta de este tribunal. Todo esto, sin embargo, no es ajeno para Moncloa, quien quiere atar en corto a Margarita para evitar que se exceda de sus labores. Quien se encarga de negociar este tipo de temas es el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, pero Robles está utilizando sus tentáculos para presionar desde otro punto: las asociaciones de jueces.

Los vocales tienen asesores, sueldos imponentes y muy pocas ganas de dejar el cargo

Robles fue presidenta de Juezas y Jueces para la Democracia. Pese a que ahora es ministra, su poder sobre esta asociación y algunos de los magistrados que la componen sigue intacto. Estos «margaritos» son los que acudieron a Lesmes con el mensaje de que era necesario que dimitiera para que se forzara la renovación del CGPJ, a lo que Lesmes respondió que lo haría siempre que todos los vocales lo hicieran. Los 20. Ahora, este grupo se ha dado cuenta de que el verdadero problema son los vocales. Estos representantes tienen asesores, sueldos imponentes y muy pocas ganas de dejar el cargo. Al menos es la percepción general que tienen en el PSOE y la razón por la que ahora Robles ha decidido poner el foco en ellos.

El PSOE está cansado de que Robles destaque por algo más que por su labor como ministra de Defensa. No le gusta que la socialista ponga tanto interés en una competencia que no es suya. Quien tiene ese encargo es la ministra de Justicia y el de Presidencia. Pero Robles no quiere dejar esto en manos de un tercero dado que le conviene que el próximo presidente o presidenta del Supremo sea de su agrado. Y dado que el Gobierno no tiene inconveniente en dejarse asesorar para cargos de confianza, la opinión de Robles puede influir mucho en la decisión que tomen desde el Gobierno una vez consigan renovar el CGPJ.

El Consejo General del Poder Judicial no está cómodo con esta situación. Lesmes ha intermediado entre el PP y el PSOE para ver si es capaz de hacer que se pongan de acuerdo. El problema es que el bloqueo del PP es sólido y el PSOE ve a la desesperada cómo se acerca la fecha de las elecciones y ve que el Partido Popular conseguirá posiblemente gobernar y una mayoría en el Congreso haciendo que la posible influencia que los socialistas podrían haber tenido en el CGPJ desaparece completamente. Y mientras que el PSOE hace balance con esto, Robles hace el suyo propio.

Al PSOE le preocupa el perder la oportunidad nombrar un presidente del Tribunal Supremo. Les preocupa perder la oportunidad de tener una mayoría de vocales e influir en el CGPJ. A Robles lo que le preocupa es que se pierda la oportunidad de tener al frente del Consejo General del Poder Judicial a alguien por quien ella haya apostado y que le pueda ayudar en su futuro laboral, dado que da por hecho que no pasará por le Gobierno ni por el partido.

La pinza de presión que hacen los «margaritos» a nivel interno y Robles desde el Ministerio de Defensa apenas hace mella en el CGPJ. Pero pese a ello, la ministra seguirá haciendo todo lo que esté en su mano para conseguir entrometerse en la renovación del Consejo. La situación es tan desesperada que desde Ferraz de momento no han dado el toque a Robles porque parece que no tienen nada controlado. La última vez sí que abroncaron a la ministra por entrometerse donde no le llaman, pero ahora Robles se permite el lujo de dar entrevistas en las que ocultar nuevas órdenes para los «margaritos». Pero su influencia en la Justicia, al igual que su imagen de cara a la mayoría de los jueces, es bastante «pobre», tal y como relatan fuentes cercanas.

EL PLAN DE CASADO

Casado es inmune a los insultos y a todo lo que sean acusaciones contra él. Es un poco llamativo que el presidente popular se haya negado en seco a renovar el CGPJ sin que haya ninguna consecuencia para él, ni siquiera electoral. Sea como sea, Génova ha hecho balance y les sale mucho más a cuenta mantenerse firmes hasta las elecciones de noviembre de 2023 que ceder y renovar el CGPJ con la complicidad del Partido Popular. Si espera, es posible que se dé la vuelta a las tornas y que el PP consiga más diputados que el PSOE y, por tanto, tenga mayoría para decidir quién presidirá el Tribunal Supremo.

La lectura de Casado es calificada de mil formas, pero lo cierto es que pese a que insista en que su intención es votar para que sean los jueces los que eligen a los propios jueces, todo pasa por esperar a tener más representación en el Congreso para afrontar todo lo que tenga que ver con la Justicia con mejores cartas que las actuales.