El general Antonio Romero ahonda en los roces y celos profesionales entre el CNI y el CIFAS

Todos conocen el CNI. Pero muy pocos están familiarizado con el CIFAS. Quizás estas dos afirmaciones hablan mejor de la Inteligencia de las Fuerzas Armadas que de los servicios de Inteligencia nacionales. En cualquier caso, lo cierto es que el choque entre estas dos instituciones, los celos profesionales, el pisarse competencias e incluso el robarse fuentes se ha convertido en norma. El Centro Nacional de Inteligencia atraviesa tiempos complicados derivados especialmente por la crisis de Pegasus. Hay malestar en el CNI. Los servicios de Inteligencia están enfrentados al Gobierno desde que cesaron a su directora Paz Esteban López, pero en los últimos meses la tensión con el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas también se ha disparado. Y no es una buena noticia.

Las malas lenguas dicen que el CNI sirve a los Gobiernos y el CIFAS al Estado. Una afirmación que no gusta nada en el Centro Nacional de Inteligencia; y más ahora que el Gobierno ha sido el primero en echar a los servicios de Inteligencia a los pies de los caballos en cuanto se ha sabido del uso indiscriminado del software espía Pegasus. En cualquier caso, estos roces que no son nuevos se han agravado por la situación especialmente delicada que atraviesa el CNI. Y los celos profesionales se han disparado dado que desde el CIFAS no dudan en presumir de lo bien ejecutado que está su trabajo. Solo el hecho de que el CNI haya copado portadas y que el CIFAS se mantenga en un papel mucho más discreto habla de ello.

el CIFAS lleva tiempo interfiriendo en asuntos que eran competencia del CNI

El CIFAS saca pecho y presume de su labor. El CNI, entretanto, ve cómo el Gobierno se ha atrevido a estigmatizarlo y desprestigiarlo a nivel nacional e internacional por cuestiones políticas. En este contexto, fuentes solventes acreditan que el CIFAS no ha dudado en aprovechar la coyuntura para meter el dedo en la llaga y hacer llegar a los servicios de Inteligencia nacionales comentarios que no han sido bien recibidos por los agentes. Algo que ha generado especial malestar dado que, según las fuentes, el CIFAS lleva tiempo interfiriendo en asuntos que eran competencia del CNI, como por ejemplo la crisis catalana, y actuando en escenarios que no les corresponden.

Hasta ahora, estos celos e interferencias profesionales se habían quedado en el tintero o en el ámbito profesional. Pero ahora que el CIFAS ha aprovechado el momento de sobreexposición del Centro Nacional de Inteligencia para hacer más leña del árbol caído, los servicios de Inteligencia no se quieren quedar de brazos cruzados. La sensación entre los agentes del Centro es que el CIFAS ha aprovechado la desgracia que le ha tocado vivir al CNI por culpa del Gobierno para ponerse en valor. Mientras Moncloa no ha dudado en humillar el prestigio del CNI cesando de forma fulminante a su directora por hacer bien su trabajo, el CIFAS ha aprovechado para sacar pecho ante el Ejecutivo y venderse como una institución más eficiente. Se ha escuchado más de una vez por los pasillos de Moncloa la famosa frase: «el CNI sirve a los Gobiernos y el CIFAS al Estado», porque el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas se ha encargado de ello.

El CNI tampoco se ha mantenido en silencio ante estos pasos dados por el CIFAS y han asegurado una realidad que llevan viviendo desde hace años. El Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas se ha inmiscuido en asuntos que eran competencia del CNI, como por ejemplo los informes de Inteligencia en referencia al procés y a la crisis catalana. Pese a que, en el Ejército, el CIFAS es objeto de mofa por ni siquiera ser capaz de averiguar dónde estaban las urnas donde votaron el referéndum ilegal, lo cierto es que la imagen que tienen los servicios de Inteligencia militares de sí mismos es especialmente bueno.

Luego está el problema de las fuentes. Hay constancia, según las fuentes, de que el CIFAS ha aprovechado estos momentos de interferencia para intentar controlar fuentes que trabajaban con el CNI. Ni es la primera vez ni será la última que los contactos del CNI se vean abordados por agentes del CIFAS. Algo más que comentado entre los servicios de Inteligencia.

VIEJOS CONOCIDOS

El CIFAS tiene la misma peculiaridad que el Ejército. A diferencia del CNI, donde los cargos más visibles son políticos y se renuevan con relativa frecuencia, en el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas los cargos son generales con décadas de experiencia y con unas condiciones laborales extraordinarias. En el caso del CIFAS, el director es el general de División Antonio Romero Losada. Tiene un extenso currículum, pero quizás de sus pasos más destacados es cuando estuvo destinado en la Dirección General de Política de Defensa (DIGENPOL) como jefe del Área OTAN. Su ascenso al CIFAS se dio en 2019, de la mano de este Gobierno. Y desde que llegó, la relación con el CNI se ha agravado considerablemente.

Hay quien considera que ha habido un ligero cambio desde la llegada de Antonio Romero Losada al cargo porque lo cierto es que el CIFAS se acerca más al Gobierno para colgarse alguna que otra medalla aprovechando las horas bajas del CNI. Sin embargo, lo cierto es que las injerencias y los choques entre el CNI y el CIFAS se remontan mucho más atrás. En 2017, el CIFAS tomó un papel relevante en la crisis catalana hasta el punto que dejó en evidencia la mala coordinación que había entre los dos servicios de Inteligencia españoles.