Alejandro Abascal se encomienda a un «amigo en común» con Feijoo para que le nombre vocal del CGPJ

El que fuera el asesor favorito de Pablo Casado en temas de justicia, Alejandro Abascal, se ha encomendado a un «amigo en común» con el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, para conseguir que su primer paso para irrumpir en la política tenga éxito. Abascal era uno de los magistrados con más confianza con Pablo Casado. Tanto, que incluso en Génova se hablaba de él como el próximo ministro de Justicia. Con la salida del expresidente del Partido Popular, Abascal pensó que su carrera caería en desgracia, sin embargo, el magistrado de la Audiencia Nacional ha visto la luz con un amigo que tiene en común con Feijoo: el juez Manuel Almenar. La idea de Abascal es que Almenar ejerza de intermediario con Alberto Núñez Feijoo para que por lo menos tenga un puesto como vocal del Consejo General del Poder Judicial. El puesto no es el mismo que tenía pensado, pero al menos conseguirá crecer dentro del PP.

Manuel Almenar tiene uno de los requisitos más importantes para ser «de confianza» para el presidente del PP, Alberto Núñez Feijoo: ser gallego. Con esto tiene el 80% ganado. La buena noticia para el que era el principal asesor en materia de justicia para Pablo Casado es que él también es amigo de Manuel Almenar y goza del respeto de este conocido magistrado de Pontevedra. La idea que tiene Abascal es la de utilizar el aval de Almenar para que Feijoo le coloque al menos como vocal en el Consejo General del Poder Judicial; eso siempre que se renueve, claro. Es conocida por todos la pretensión de Abascal al CGPJ. Y parece que el trabajo en la sombra de Almenar convencerá a un Feijoo que pide aval gallego a todo el que se le propone como candidato a un puesto de relevancia.

Alejandro Abascal quiere entrar en el Gobierno

Abascal no ha dejado de trabajar en su carrera política. Quiere entrar en el Gobierno, pero se conforma con pisar el CGPJ en calidad de vocal conservador. Las condiciones económicas no son malas, pero lo que busca Abascal va más allá de un buen sueldo y alguna que otra secretaria. Abascal sonaba como ministro de Justicia. En Génova, cuando Pablo Casado pisaba la séptima planta sin críticas a su paso, así le veían. Pero ahora ha visto como su pretensión política se veía reducida con la llegada de Feijoo. Fue Almenar quien le abrió los ojos. Este magistrado de Pontevedra que ha aspirado una plaza en el Tribunal Supremo tiene una relación íntima con Alberto Núñez Feijoo, pero menos ambiciosa a nivel político que la que mantenía Abascal con el predecesor del actual presidente del Partido Popular.

Ahora mismo el PP no tiene ninguna intención de renovar el CGPJ. No al menos hasta que pasen las elecciones generales. Pero llegado el momento, el joven Abascal podrá aspirar a lo que quiere porque Feijoo está completamente a ciegas en el mundo de la Justicia. Tanto es así, que ni siquiera ha sido capaz de entablar relaciones con los pesos pesados de la justicia. Solo hay un vocal de todos los conservadores que mantiene buena relación con el presidente del PP. El resto son vistos como completos desconocidos por parte del expresidente de la Xunta. Esta realidad ha dejado claro que el que quiera ascender en el Partido Popular necesita un aval de un gallego. Y no vale cualquier gallego, aunque ya suma puntos.

No hay nadie del Partido Popular que no reconozca que la ambición de Alejandro Abascal era intensa en materia política. Quería más y quería entrar en el Gobierno. Le valía incluso una Secretaría de Estado, pero le salía una sonrisa en cuanto le colocaban como el próximo ministro de Justicia de España. Para el Partido Popular era importante premiar a Abascal por varias razones. La primera, porque era el asesor de Pablo Casado, y no uno de esos consejeros en materia de justicia heredados en Génova que llevan demasiados años susurrando al oído de los líderes de partido. La segunda, porque en el PP no todos los jueces son de confianza dado el historial del Partido Popular. Y la tercera, porque Abascal ha estado presente en temas muy tensos para la formación, como el caso Villarejo que tanto tensa en algunas cuestiones al grupo.

Desde luego, para el Partido Popular Alejandro Abascal es un soplo de aire fresco siempre que se le compare con otros perfiles tan polémicos y con olor a naftalina política como Enrique López o Enrique Arnaldo. Esto no quiere decir que les vayan a dejar de lado, pero sí que hay un cierto sentimiento de necesidad de renovación de perfiles en el Partido Popular que huyen de lo viejo. La situación del PP respecto a este tema es clara. No puede dejar de lado a quienes conocen sus secretos más incómodos, pero tampoco quieren seguir dando galones a perfiles como el de Enrique Arnaldo, que tanto daño ha hecho a la marca y que tantos problemas trae a la formación.