Una borrasca se gesta en el noroeste de España y amenaza a Pablo Casado

Los años de mayorías absolutas han hecho olvidar la tradición cainita en la derecha española, acrisolada durante siglos. La hecatombe nuclear del PP en las elecciones de este domingo 28A han desatado los ánimos de revuelta en la formación conservadora. Un frente nuboso y amenazante empieza a cernirse sobre la figura de Pablo Casado, líder del PP desde hace solo 10 meses. No obstante, el joven líder tiene resortes como para permanecer blindado un tiempo.

En el noroeste está Galicia y está Alberto Núñez Feijoo, “el deseado” que no quiso dar el paso en su día. Según ha podido saber MONCLOA.COM, las reuniones comenzarán este mismo martes. No es que Feijoo haya dado un paso al frente, sino que en el PP gallego la situación se ve con extrema preocupación, tras un correctivo en estas elecciones generales, inédito en décadas.

Otra de las posibilidades que está barajando la oposición a Casado es la formación de una gestora. Al frente de la misma se podría colocar alguno de los pesos pesados supervivientes del partido, quizás alguno de los que ha tenido un cargo institucional hasta estas elecciones.

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No obstante, fuentes del partido explican a este diario que todas estas maniobras son bastante complicadas por una mera cuestión jerárquica. Pablo Casado consiguió hacer una Junta Directiva Nacional exactamente a su medida. Lo mismo sucede con los grupos parlamentarios resultantes de estas elecciones. Aunque menguados, los nombres que están deben fidelidad a Pablo Casado, que es quien los ha colocado allí.

En cualquier caso, todo parece prematuro antes de las elecciones de dentro de cuatro semanas, el 26M, la cita local, autonómica y europea, en la que se ventila una enorme cantidad de poder aún. Los movimientos se estarán preparando par dar un verano intenso y doloroso a Pablo Casado.

“Lo van a intentar, no cabe la menor duda. En el fondo, es casi una tradición y el golpe ha sido tremendo”, explica un veterano dirigente del partido. Todo recuerda un poco a 2008, cuando Mariano Rajoy no logró batir a José Luis Rodríguez Zapatero. Casi horas después comenzó el ruido de sables en su contra. Todo desembocó en el Congreso de Valencia, en el que las fracturas y las guerras han acabado por casi desarbolar al partido.

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Lo que los expertos en el PP prevén es que la operación comience con una ofensiva en la prensa conservadora. En su día el instrumento anti-Rajoy fue el diario El Mundo, que entonces dirigía Pedro J. Ramírez.

La derrota ha sido tan traumática que buena parte del partido está en shock. Al liderazgo que parecía ilusionante y que unía al partido se le atribuyen ahora errores de bulto. Eso sí, a toro pasado.

Un liderazgo que unía en apariencia, pero que no había sellado las heridas. Una fuente cercana al círculo del presidente del PP explicaba a MONCLOA.COM que “los ‘sorayos’ nos seguían dirigiendo miradas asesinas. Está claro que no han aceptado la derrota y tienen ánimo de venganza”.

La figura de Alberto Núñez Feijoo sí había reunido un fuerte consenso en el PP previo a las primarias, reciente la salida de Rajoy de la política. Según puede confirmar este diario, ni Pablo Casado ni Dolores de Cospedal se hubieran presentado a las primarias si Feijoo hubiera dado un paso adelante y se hubiera postulado para pilotar el PP.

El por qué del no de Feijoo es uno de esos misterios envuelto en leyenda negra que circula por los cenáculos del PP. Pero sí resultó extraño y provocó que Casado, a quien quizás no había llegado su hora para estas batallas, se echara hacia delante.

Por lo que sabe este diario, Mariano Rajoy y su esposa acudieron a cenar con Feijoo y su pareja para organizar un relevo ordenado. El resultado de aquella cena, en cierto modo íntima, fue extraño. Para sorpresa de Rajoy, y su incomprensión, Feijoo se negó a dar el paso adelante. El relato sigue contando que fue entonces Casado quien, al ver el vacío de poder, pensó que debía dar un paso adelante. Soraya reivindicó lo que consideraba que era su herencia natural “del jefe” (Rajoy), y después Cospedal, que estaba desorganizada –como se pudo ver por sus desastrosos resultados– fue quien también se postuló, por mera oposición a que fuera su rival Saénz de Santamaría quien acabara en el timón del PP.

Reprochar ahora a Casado la “derechización” de su discurso es en cierto modo ventajista. Él triunfó al aroma de la vuelta a las esencias, la inspiración de Aznar y Fraga, como el líder que podía evitar la sangría que se vaticinaba por parte de Vox. Sin embargo, es indudable que el PP ha cometido un enorme error estratégico. Sus grandes mayorías se cimentaban en la conquista del centro, en su templanza en materia de derechos civiles y un sabio “laissez faire” sobre asuntos espinosos como el del aborto. Precisamente el aborto y unas aberrantes declaraciones fue el enorme charco que pisó a las primeras de cambio uno de los rutilantes fichajes de Casado, Adolfo Suárez Illana.

Casado no ha dimitido, ni ha apuntado que vaya a haber un congreso extraordinario. No hay mucho tiempo para la autocrítica ni para lamerse las heridas, porque los ayuntamientos, comunidades y el Parlamento Europeo ya están asomando en el calendario. En menos de quince días arranca otra campaña electoral. Se trata de no reeditar el día de la marmota en una campaña de dos semanas, por su bien.