Casado tratará de dinamitar la ‘tocada’ relación entre Iglesias y Sánchez

Pedro Sánchez afronta una de sus semanas más decisivas al frente del Ejecutivo. Y no, en esta ocasión no es por el coronavirus, un quebradero de cabeza que parece azotar de nuevo a España cada vez con más fuerza. El presidente del Gobierno tiene ante sí la compleja tarea de lograr los apoyos suficientes para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. La última vez que lo intentó le salió mal. Y esta vez podría seguir el mismo camino, si sus socios de investidura le dan la espalda. Sánchez se aferra a Pablo Casado, pero no parecen destinados a entenderse.

El líder del PP, que hizo un gesto de virar hacia el centro con el cese de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz en el Congreso, no quiere ponérselo fácil. Prometió una oposición más dura y así se lo transmitirá a Sánchez el próximo miércoles 2 de septiembre, fecha en la que el mandatario del PSOE arrancará la ronda de consultas. Ambos no se reúnen desde el pasado 18 de febrero. Desde entonces, todo han sido reproches en el Congreso, los últimos alimentados por sus diferencias respecto al Estado de alarma.

Pedro Sánchez ha pactado una reunión con empresarios del Ibex para que presionen a Pablo Casado, porque sabe de antemano cuál será el mensaje del líder de la oposición: con Unidas Podemos no. El PP está dispuesto a tender su tan necesitada mano, a cambio de que Pablo Iglesias pierda fuerza en el Ejecutivo. Algo impensable por el momento para el presidente del Gobierno, que ha sabido lidiar estos meses con el sector morado.

Pablo Casado no tiene otra intención que tratar de marchitar esa relación entre Sánchez e Iglesias que ya de por sí está tocada. Han sido muchas las cuestiones en las que han diferido, pero la guinda al pastel fue el reproche de Unidas Podemos a la ministra de educación, Isabel Celaá. La formación morada se posicionó de parte de las Comunidades Autónomas en esa batalla por eludir responsabilidades en la vuelta al colegio y acusó a su ‘socia’ de “falta de liderazgo”.

El plan del líder del PP pasa ahora por ofrecer una imagen menos extrema, alejada de Vox. Un arma de doble filo si aún retenía a ese tipo de votantes. Pablo Casado quiere vender la oposición de su partido como fiable y por ello brindará su apoyo a Sánchez en temas como la sanidad o la educación. Sin embargo, en ningún caso le hará más fácil la gobernanza a su rival. Y eso que Sánchez, como toda la parte socialista, se habían abierto a buscar el entendimiento pese a la negativa de Podemos.

Unidas Podemos no quiere a Ciudadanos

La propia Isa Serra lo dejó claro el pasado viernes: con PP o Ciudadanos no. Todo lo que recibe Sánchez son negativas o condicionantes que le hacen muy complicado poder sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. La presión de la formación morada es un incordio, ya que Inés Arrimadas, en un intento de hacer útil los pocos escaños que le quedan a Ciudadanos, se habría abierto a negociar.

Pero Sánchez no necesitaría mirar hacia su derecha a Pablo Casado, sino fuese porque los secesionistas siguen erre que erre con poner condiciones. ERC exige al presidente del Gobierno que cambie su actitud con Cataluña y, además, se excusa para todo en los acuerdos a los que llegó con Ciudadanos para prolongar el Estado de alarma. Y bajo tanto chantaje, el PSOE sabe que en algún momento deberá encontrar consenso en otras formaciones.

Sánchez se reunirá con Arrimadas el mismo miércoles y con Rufián y Esteban el jueves en una semana clave. Por mucho que quiera recabar el máximo apoyo posible, la única vía de escape parece el entendimiento de Podemos y Ciudadanos, o aceptar lo que pida ERC en la reunión. Desde su investidura el presidente del Gobierno supo que atravesaría dificultades como esta. Ahora tiene la papeleta de aprobar los Presupuestos Generales del Estado sin el beneplácito de Pablo Casado.