El Papa augura un «después trágico y doloroso» en el que conviene pensar «desde ahora»

El Papa Francisco ha confesado que a lo largo de la pandemia del coronavirus está pensando en sus responsabilidades actuales pero también en las futuras. «¿Cuál va a ser mi servicio como obispo de Roma, como cabeza de la Iglesia en el después? Este después ya empezó a mostrar que va a ser un después trágico, un después doloroso, por eso conviene pensar desde ahora», ha señalado el Pontífice en una entrevista con el escritor y periodista inglés Austen Iverreigh que pública ‘Abc’.

En este sentido, revela que se ha organizado a través del Dicasterio del Desarrollo Humano Integral una comisión que trabaja en ello y se reúne con él. Asimismo, asegura que su gran preocupación es cómo acompañar a los fieles y estar más cercano a ellos. «Hoy el pueblo de Dios necesita el pastor muy cerca», asegura en otro momento de la conversación en la que insta a recordar lo que ha pasado en el futuro.

Francisco reflexiona también sobre las medidas impuestas por los Gobiernos para evitar la propagación del coronavirus y asegura que algunos han tomado acciones «ejemplares» con prioridades bien señaladas para defender a la población, pero también advierte de que todo el pensamiento, guste o no guste, está estructurado en torno a la economía.

«En el mundo de las finanzas parece que es normal sacrificar. Una política de la cultura del descarte. Desde el principio al fin», asegura poniendo como ejemplo la «selectividad prenatal» o la «eutanasia, legal o encubierta». De este modo, arremete contra el «neomaltusianismo» que, según asegura, selecciona a la gente en función de su capacidad para producir.

El Papa recalca igualmente que la crisis del coronavirus «no es la primera peste de la humanidad» y que las otras «pasaron a ser anécdotas». Por eso, pide recuperar la memoria. «Esta crisis nos afecta a todos: a ricos y a pobres. Es una llamada de atención contra la hipocresía. A mi me preocupa la hipocresía de ciertos personajes políticos que hablan de sumarse a la crisis, que hablan del hambre en el mundo y mientras hablan de eso fabrican armas. Es el momento de convertirnos de esa hipocresía funcional. Este es un tiempo de coherencia. O somos coherentes o perdimos todo», advierte.

Así, cree que esta crisis es una oportunidad de desacelerar un determinado ritmo de consumo y producción y ve «signos iniciales de conversión a una economía menos líquida, más humana». Pero, al mismo tiempo, critica que muchas veces se trata a los pobres como si fueran animales abandonados y vuelve a aconsejar descender al subsuelo y pasar de la sociedad «hipervirtualizada, sin carne, a la carne sufriente del pobre».

En este punto, menciona a los «héroes de la puerta de al lado» en este momento difícil, en relación a los médicos, religiosas, sacerdotes y operarios que cumplen con los deberes para que la sociedad funcione.

Sobre cómo vivir la Cuaresma y la Pascua en estos momentos, ha asegurado que lo que le pide a la gente es que se hagan cargo de los ancianos y lo jóvenes, de la historia y de los despojados. Finalmente, defiende una Iglesia que no se cierre en las instituciones, con creatividad apostólica y añoranza de poder expresar la fe en comunidad y como pueblo de Dios.