El Eurogrupo se asoma a un nuevo fracaso tras casi dieciséis horas de negociación

La reunión por videoconferencia de los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona (Eurogrupo) se aproxima a las dieciséis horas de duración, que se cumplirían poco después de superar las 08.00 horas de la mañana del miércoles, y amenaza con finalizar sin ningún tipo de acuerdo sobre las medidas económicas para responder al coronavirus.

Los equipos de los responsables económicos de los países del euro y el resto de Estados miembros de la UE, que también están invitados al encuentro, han pasado la noche intentando acordar un documento de conclusiones que satisfaga a todas las capitales y en ocasiones la pelota ha pasado a nivel de ministros, por ahora sin ningún resultado positivo.

Los principales desencuentros siguen siendo la negativa de Italia a aceptar cualquier condición para acceder a las líneas de crédito del fondo europeo de rescates (MEDE) y el rechazo de Países Bajos a que el texto sobre el plan de recuperación incluya una mención a la mutualización de deuda.

El bloque es de tal envergadura que fuentes comunitarias empiezan a dudar de que todas las horas de negociación culminen en un acuerdo. Otras, incluso, no descartan que el Eurogrupo vuelva a pasar la responsabilidad a los jefes de Estado y de Gobierno en una nueva cumbre. Por el momento, está prevista una rueda de prensa a las 10.00 horas para desvelar la conclusión.

A la reunión virtual llegó un paquete de tres iniciativas a corto plazo que parecía destinado a salir delante y que supone más de 500.000 millones de euros en préstamos a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el fondo contra el desempleo propuesto por la Comisión Europea.

Los 200.000 millones movilizados a través del BEI –el ICO europeo– parecen ser ahora el único punto en el que hay consenso. Italia sigue rechazando que los préstamos del MEDE hacia los Estados miembros que lo soliciten lleven aparejados algún tipo de condicionalidad, algo que choca con la idea de Países Bajos, que distingue dos fases.

El Gobierno de Mark Rutte piensa que en una primera etapa estas líneas de crédito deben destinarse únicamente a combatir la pandemia de Covid-19, pero cree que, una vez superada la emergencia sanitaria, tiene que haber un acuerdo para adoptar reformas económicas que garanticen la estabilidad financiera.

Además, Países Bajos quiere que la duración del fondo de 100.000 millones que Bruselas ha propuesto para apoyar los programas nacionales de regulación temporal de empleo y evitar así despidos masivos quede bien definida y no se convierta en un sistema permanente de transferencias.

El compromiso para estudiar en el futuro algún tipo de mutualización de deuda que financie el plan de recuperación económica a medio plazo sigue siendo clave en la división entre los países del norte y los del sur.