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Así es un desalojo de la empresa Fuera Okupas: «Va a correr la sangre»

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Así es un desalojo de la empresa Fuera Okupas: «Va a correr la sangre»
Intento de desalojar a un okupa de una casa en El Escorial.

Si Valle Inclán resucitara, su concepto de esperpento adquiriría un nuevo significado de la mano de un fenómeno que ha invadido España: la okupación. A priori parece sencillo. Una persona sin techo decide entrar en una casa vacía para empezar una nueva vida. Sin embargo, las situaciones que afrontan Javier y Valentín, dos trabajadores de Fuera Okupas, la empresa líder en desocupación en España, bien podrían formar parte de la obra del escritor gallego. En este caso, al que ha asistido MONCLOA.COM en primera persona, ni los trabajadores de la empresa, ni los propietarios, ni la Guardia Civil fueron capaces de echar de una casa de la sierra madrileña a un brasileño visiblemente alterado que la asumió como suya.

Todo empieza mediante la palabra. Los trabajadores de Fuera Okupas tratan de convencer al okupa para que abandone la vivienda sin mayores problemas. Pero si éste se niega, la cosa se complica. En este caso, la presencia de la prensa alteró al brasileño sobremanera, motivo por el que el okupa se permitió el lujo de echar a gritos a los trabajadores de la empresa. Y como no abandonaban el inmueble, cogió la manguera y empezó a mojar a quien se acercara a la casa. “¡Fuera de aquí!”, repitió en varias ocasiones ante la perplejidad de los propietarios. “Te estaba entregando la casa en bandeja ¿y me traes la puta prensa? ¿Vas a jugar sucio conmigo?”, le comenta el okupa a los trabajadores.

“Te estaba entregando la casa en bandeja ¿y me traes la puta prensa? ¿Vas a jugar sucio conmigo?”

La vivienda está a capricho. Se trata de un chalet de piedra, de esos que reinan en la sierra madrileña, situado a pocos metros de un colegio de El Escorial. Esta persona ya era un viejo conocido por la empresa, pero según le echaron de una casa se volvió a meter en otra. Una práctica que el sujeto conoce a la perfección y que le ha llevado a comportarse como si los inmuebles que okupa fueran suyos, pues conoce perfectamente cómo funciona la ley en España.

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Ni la presencia de los propietarios ni la de Fuera Okupas, quienes cobrarán 2.500 euros si todo sale bien, fue suficiente para convencer al extranjero de que abandonara la casa. Ante la imposibilidad de expulsar al brasileño, los trabajadores pasaron al siguiente escenario: llamar a la Guardia Civil con la intención de convencer al okupa sin vulnerar sus derechos ni las trabas legales que impiden echarle. Pero los agentes también están atados de pies y manos, algo que queda de manifiesto en las imágenes tomadas por MONCLOA.COM.

EL OKUPA Y LA PRENSA

Debido a que el okupa estaba tan alterado por la presencia de la prensa, los periodistas tuvimos que abandonar el escenario. Al menos de forma que no se nos viera. Pero el daño ya estaba hecho. El okupa no cejó en recordar a los trabajadores de Fuera Okupas que había sido una traición por su parte el haber traído a la prensa. Algo que también recordó a la pareja de guardias civiles que asisitieron a la fiesta planteada por el okupa.

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Un dato curioso es que el brasileño en ningún momento pisaba la calle. Algo que llamaba la atención. Y si lo hacía, se quedaba con la puerta abierta y a pocos metros de la vivienda okupada. La Guardia Civil, acostumbrada a lidiar con este tipo de sujetos, dio la explicación del por qué. “Como pises la calle, te detengo”, le recordó una agente. Algo que el brasileño, sin papeles ni ningún tipo de documentación, sabía a la perfección. En la casa estaba completamente a salvo, pero fuera podían expulsarle. «Va a correr la sangre y no precisamente la mía», gritó finalmente el okupa mientras la Guardia Civil y los trabajadores abandonaban las puertas de la vivienda.