Iglesias pierde el control de Isa Serra y estudia dar un golpe de fuerza en Madrid

Primero fue con Adelante Andalucía y ahora parece que en la Comunidad de Madrid tampoco le están saliendo bien las cosas. El vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, pierde presencia, fuerza y control en su propio partido. Al menos lo hace en las delegaciones territoriales, donde sus candidatos autonómicos parecen haberse tomado la libertad de contradecir a la cúpula del partido cuando lo consideran. Es el caso de Isabel Serra, la candidata de Podemos en la Comunidad de Madrid, que mientras su líder ha hecho de la jornada laboral de 32 horas semanales (es decir, cuatro días) su nuevo estandarte de batalla, Serra va por libre y ha votado en contra de ese mismo proyecto.

Resulta que Isa Serra va por libre y esto hace recordar no tan viejos tiempos en Podemos. Iglesias ve cómo pierde las riendas de sus candidatos autonómicos. Por eso, desde la formación morada no descartan dar un golpe de autoridad en su delegación en Madrid para que no pase lo mismo que ocurrió en Andalucía con Teresa Rodríguez, que ya está inmersa en una guerra abierta con la ministra de Igualdad, Irene Montero, y con toda la cúpula del partido. El gesto dado con la votación sobre la jornada laboral de 32 horas semanales no ha gustado en Podemos e Iglesias no dejará que una delegación tan importante como la de Madrid se descontrole bajo el mando de Serra.

La Comunidad siempre ha sido un polvorín para la izquierda. El exdirigente de Podemos Íñigo Errejón tumbó la unidad de la que presumía la formación morada y montó otra formación por su cuenta y riesgo que partió por la mitad al electorado progresista madrileño. Pero ahora, este gesto de Serra de votar junto al PSOE en contra de un proyecto piloto que buscaba tantear cómo sería la semana laboral de 32 horas, es decir, de cuatro días, financiando las posibles pérdidas con ocho millones de euros, al que las empresas podrían apuntarse para ver cómo sería el día a día con esta nueva modalidad que ya se ha aplicado en lugares como Nueva Zelanda.

Es un gesto, pero Serra ha considerado que no era oportuno aplicar a nivel autonómico lo que su cada vez más cuestionado líder pretende hacer en el ámbito nacional. Iglesias no ha visto con buenos ojos esta votación y fuentes del partido no descartan que haya un cambio de aquí a poco destinado a corregir la trayectoria de Serra. Por lo pronto, se habla de que es posible que su candidatura para 2023 esté en cuestión, pero aún queda mucho para eso; Y mucha legislatura por delante en la cual Serra se puede hacer fuerte y dar más problemas al vicepresidente del Gobierno.

La máxima de Iglesias ha sido la de tener una legislatura tranquila a nivel interno. Esto ha hecho que las purgas sean cada vez menos discretas y salten a los medios noticias como la del enfrentamiento entre Teresa Rodríguez e Irene Montero. Y si Serra se sale del carril impuesto por la cúpula del partido, la formación morada no descarta otro toque de atención duro que la convierta en el nuevo objetivo de Iglesias. Por lo pronto, solo se desliza el malestar que hay en la cúpula del partido por la actitud de Serra.

La confianza en Serra ha quedado en entredicho

Por el momento solo se ha votado en contra de un proyecto piloto del que se podrían beneficiar las empresas y que preveía el gasto de ocho millones de euros en probar cómo sería una jornada laboral de cuatro días semanales. Pero la confianza en Serra ha quedado en entredicho tras este paso y en la cúpula del partido no gusta cómo las delegaciones territoriales cada vez se lo montan más por su cuenta sin tener en cuenta la opinión del líder. Adiós al jacobinismo de Iglesias.

Iglesias también ha perdido el control de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; la misma que culpa a Podemos de sus malos pronósticos electorales para las próximas elecciones municipales. Otro punto, esta vez municipal, donde Iglesias está perdiendo el control. No es algo nuevo y en Unidas Podemos preocupa la deriva que está cogiendo el partido estos últimos meses. Otro ejemplo que tampoco gusta a la formación es lo ocurrido en Galicia, región donde la presencia de la influencia de Iglesias se ha perdido completamente después de que el BNG absorbiera por completo el voto que antes simpatizaba con el partido del vicepresidente del Gobierno.

Galicia, Barcelona, Andalucía y ahora la Comunidad de Madrid son las regiones que ven con desconfianza desde Unidas Podemos. La sensación interna es que el partido se desintegra con el paso de los meses y los pronósticos electorales no son mucho mejores, especialmente los autonómicos. Que la formación se rompa a nivel territorial o no es la nueva preocupación de un Iglesias que muchos ya no ven como secretario general mucho más allá de 2023. Aunque todo está por ver, ya que de diputado no se está tan mal.

IZQUIERDA UNIDA, EL SOCIO ENVENENADO

A la ruptura de Podemos a nivel autonómico hay que añadir la posible y casi inevitable absorción por parte de Unidas Podemos de Izquierda Unida. De momento, la fusión está prácticamente hecha, incluso se habla de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que procede de IU en Galicia, como la posible sucesora de Iglesias al frente de Unidas Podemos. En resumen, que de seguir así, Podemos perderá sus delegaciones territoriales, las cuales se transformarán, como el caso de Adelante Andalucía, en partidos de izquierdas regionalistas y la formación morada perdurará como una fusión a nivel nacional entre IU y lo que quede de Podemos. Vamos, lo que era Izquierda Unida hace una década.

Otro dato que deja claro que esto es una realidad es la amistad que une a Iglesias y al líder del Partido Comunista (PCE), Enrique Santiago, pues tiene mejor relación con el vicepresidente que con el ministro de Consumo y referente de Izquierda Unida, Alberto Garzón. Y no olvidemos que el PCE es el principal partido dentro de IU, por lo que parece que está todo el pescado vendido. Habrá que decir adiós a Izquierda Unida y saludar al nuevo Podemos, aunque sobre el papel sea exactamente lo que representaba Julio Anguita hace unas décadas.