Metro de Madrid: una vergüenza llena de irresponsables

Metro de Madrid, como servicio de cara al público, tiene un coste. Si no pagas, y te pillan, la multa cae (y no es barata). Eso debería llevar aparejado el cumplimiento de dicho servicio. Pero el suburbano de la Comunidad de Madrid ha entendido que puede hacer lo que quiera y, lo que es peor, poner en peligro a los usuarios.

Por un momento, imagine la siguiente situación. Entra en un bar, pide un café con leche, el camarero le cobra, y a la hora de traer la bebida solo trae la leche. Ni rastro del café. En ese momento, el cliente reclamará que el servicio no se ajusta a lo que se ha pagado. Pues bien, con Metro de Madrid las cosas son distintas porque sí. Por ejemplo el abono transporte cuesta lo mismo en verano que en invierno, de día y de noche, sin embargo desde la propia empresa con gestión pública asumen que en verano la frecuencia de los horarios se reduce. El precio se mantiene. ¿Por qué los usuarios aguantan esta torticera gestión de un servicio de pago?

Desde que empezó este mes de julio viajar en metro es un auténtico trauma. Los tiempos de espera son un disparate, y las explicaciones no existen. Por la parte sindical, se utiliza el recurso de la falta de efectivos, en este caso maquinistas, y que más no se puede hacer en pleno periodo vacacional. Eso sí, de las huelgas encubiertas que se hacen, ni una palabra.

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En cuanto a la versión oficial de la empresa, palabras vacías que navegan entre la adecuación al servicio en un periodo de menos tránsito; y el todo va bien, no pasa nada raro. Pero los datos desmienten ambas versiones y la única realidad, a la que tampoco atienden los políticos, es la de un servicio nefasto. Según diversas investigaciones realizadas por El País y eldiario.es, el servicio de Metro de Madrid estas últimas semanas está siendo lamentable. Y repetimos, el precio es igual.

EL METRO DE MADRID SIN REMEDIO

Una vez que conocemos que Metro de Madrid hace lo que quiere, cobrando siempre lo mismo, cuáles son los problemas que se derivan de esa conducta inapropiada por parte de la empresa.

En primer lugar hay que hablar de la seguridad. Pongamos un ejemplo. Los trenes serie 7000 de Ansaldobreda, que circulan entre otras en la Línea 10, tienen una capacidad máxima para 1.096 personas entre sus cuatro coches. ¡Más de mil personas! Esa es la cantidad de gente que Metro de Madrid acumula en ciertas franjas del día, como poco, cuando se producen los incomprensibles retrasos.

Ansaldobreda Metro de Madrid Moncloa

Esto provoca un aumento, sobre todo en las fechas de verano, de casos de lipotimia debido al calor. Y es que supuestamente este tipo de máquina está equipada con aire acondicionado, pero cualquier usuario de metro sabe que eso unas veces funciona… y otras no. Ante esta circunstancia, parece un riesgo bastante importante meter a más de mil personas en un espacio subterráneo durante un periodo importante de tiempo.

Por otra parte, los continuos retrasos están levantando malestar en muchos trabajadores madrileños, obligados a coger el metro, y que ven cómo de manera continuada llegan tarde a sus puestos. La incapacidad de Metro de Madrid para fijar unas cadencias normales y comprensibles conduce a una difícil planificación de los trayectos. Y eso, para las personas que tienen que fichar, es un problema.

Igual de problemático, en gestión de marca para el turismo, es que decenas de viajeros vean un transporte saturado de gente, sin frecuencias estables y, en muchos casos, sin los servicios mínimos que se deberían garantizar. Mientras, los responsables públicos y privados en la gestión de Metro de Madrid preparan la siguiente ronda de excusas. ¿Hasta cuándo?