La propagación del COVID-19 en todas las ciudades del mundo, ha hecho que centros de salud y hospitales de urgencias se saturen de pacientes, de forma tan alarmante, que los sanitarios apenas pueden abarcar a todos los casos que llegan a diario. Jornadas exhaustivas, frustración por escasez de medios y niveles de estrés excesivos. Además de una exposición continua al virus que pone en riesgo su salud a cada minuto que pasan atendiendo a los infectados. El sistema sanitario está tan colapsado que se ha solicitado la colaboración de profesionales jubilados menores de setenta años, que se reincorporarían al servicio activo para reforzar el sistema sanitario en esta situación de emergencia.
Desde que se impuso la cuarentena, la población de todas las ciudades españolas, de forma espontánea, sale a las ventanas y balcones de las casas donde se encuentran recluidos para homenajear a médicos/ as y enfermeros/as por el trabajo tan duro y necesario que están realizando en estos días para luchar por la vida de muchos pacientes. Un aplauso es lo que máximo que podemos hacer desde el confinamiento de nuestros hogares.
Pero también se han producido gestos de agradecimiento sincero como la iniciativa que ha tenido Telepizza con un hospital de urgencias extremeño, en Campo de Arañuelo. En un video difundido en redes sociales, se ve a un repartidor dejando en la puerta del hospital un buen surtido de cajas con pizza, ante la sorpresa de los trabajadores del centro, que comenzaban a aplaudir emocionados. A veces detalles tan simples como el de Telepizza son suficientes para demostrar apoyo y reconocimiento a unas personas que se arriesgan para ayudar a los demás. Sin duda, las crisis más graves pueden sacar lo peor de las personas, pero también lo mejor del ser humano. Es importante que cuidemos a quienes nos cuidan.
