España prepara el reconocimiento diplomático de Kosovo

  • Exteriores cree que Belgrado y Pristina alcanzarán un acuerdo antes de seis meses
  • En ese caso, España admitiría rápidamente la independencia de Kosovo
  • Al Gobierno le preocupa que este caso se vea como un referente en Cataluña
  • Al despacho del ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, ya han llegado varios informes sobre el proceso negociador al más alto nivel que han iniciado Serbia y Kosovo y que concluirá, previsiblemente, con un acuerdo histórico dentro de cuatro o seis meses. Si hay fumata blanca en los Balcanes, España efectuará el reconocimiento diplomático de Kosovo.

    Fuentes diplomáticas consultadas por MONCLOA.com señalan que un acuerdo entre Serbia y la exprovincia albano-kosovar, en el que Belgrado reconozca la existencia de facto de Kosovo como sujeto autónomo, acabaría con el argumento de que la secesión de este territorio en febrero de 2008 no estaba amparada por el derecho internacional.

    De ser así, España reconocería rápidamente a Kosovo. Más de un centenar de Estados ya amparan la independencia de este territorio balcánico -a destacar EEUU, Francia y Reino Unido-, aunque Kosovo sigue sin ser miembro de la ONU al haber grandes potencia –Rusia y China, sobre todo- que se oponen a su independencia.

    España es uno de cinco países de la Unión Europea -junto a Rumanía, Eslovaquia, Grecia y Chipre- que no reconocen la secesión kosovar sucedida hace una década. Tampoco la vecina Bosnia, que aún no forma parte de la UE. Sin embargo, los sucesivos Gobiernos españoles del PP y PSOE han sufrido enormes presiones de otras capitales europeas para sumarse a la corriente internacional.

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    Las citadas fuentes subrayan que el principal temor para España, más allá de que no le guste la fórmula del intercambio de territorios entre Serbia y Kosovo, es que el ejemplo kosovar sea aprovechado en su beneficio por los independentistas catalanes, quienes podrían tener la tentación de profundizar en la vía de la unilateralidad para buscar más adelante el reconocimiento internacional.

    En medio del debate sobre un posible acuerdo entre Serbia y Kosovo, Borrell señaló a finales de agosto que aún existía un fuerte rechazo entre los países europeos a una solución que pase por un intercambio de territorios.

    «Europa no se ha construido para construir entidades monolíticamente homogéneas en lo cultural y en lo étnico»

    El jefe de la diplomacia española constató que existen “muchas reticencias” europeas a acuerdos que se basen “en una especie de delimitaciones étnicas de territorios» tras las informaciones de verano que hablan de un posible intercambio de territorio en el norte de Kosovo (habitado por serbios) a cambio de una zona en el sur de Serbia (donde viven sobre todo albaneses).

    Europa no se ha construido para construir entidades monolíticamente homogéneas en lo cultural y en lo étnico. Se construyó para ayudar a vivir juntos a los diferentes. Eso de que vamos a redefinir fronteras no ha despertado ninguna simpatía”, aseveró el ministro.

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    Eso sí, Borrell reconoció que un eventual acuerdo ente Belgrado y Pristina facilitaría a los países que no han reconocido Kosovo -como España- tomar una decisión final. “No vamos a ser más papistas que el papa”, dijo.

    Serbia, por su parte, tampoco reconoce la independencia de Kosovo, pero necesita llegar a un entendimiento con su ex provincia si quiere entrar en un horizonte cercano en la UE, con la que está negociando la adhesión.

    BORRELL, A FAVOR DE UN ACUERDO SOBRE KOSOVO

    Preguntado por si España corría el peligro de quedarse descolocada si no reconoce Kosovo y las partes del conflicto se reconcilian, Borrell destacó que España está a favor del acuerdo entre Belgrado y Prístina. “Nosotros no somos un obstáculo, al contrario», insistió antes de advertir que no le gusta la idea de que Serbia y Kosovo repitan el esquema de “una India grande y un Pakistán pequeño”, dos países que se separaron tras la independencia del Reino Unido en base a criterios religiosos y étnicos.

    La guerra de Kosovo de 1998-99, entre Serbia y una guerrilla albanokosovar independentista, terminó con tres meses de bombardeos de la OTAN contra Serbia y Montenegro, las dos exrepúblicas yugoslavas que permanecían unidas. Tras ello, hubo casi una década de administración internacional de Kosovo, que terminó en febrero de 2008 con la proclamación unilateral de la independencia por parte de los albanokosovares.