Seguramente, si se pregunta a alguien al azar en la calle si conoce a Begoña Villacís, es más probable que la respuesta sea afirmativa que si se pregunta por Carina Mejías. Y eso a pesar de que ocupan cargos de igual relevancia, la primera en Madrid y la segunda en Barcelona, como portavoces de Ciudadanos en los respectivos Ayuntamientos, y que ambas forman parte de la Ejecutiva del partido.
Las diferencias en la proyección pública de Villacís y Mejías se explican en parte porque, en el caso de la portavoz municipal madrileña, hay una estrategia clara por parte de la formación naranja de potenciarla como candidata para las elecciones de 2019, otorgándole un papel protagonista en multitud de actos junto a Albert Rivera y otros dirigentes del partido.
En cambio, Cs ha atribuido a Mejías un papel bastante menos destacado. Tan poco destacado, de hecho, que ni siquiera quieren que repita como aspirante a la alcaldía de Barcelona y han preferido respaldar la candidatura de alguien externo al partido, el francés Manuel Valls.
Pero Villacís parece un valor seguro para Rivera. En la capital, distintas encuestas apuntaban el pasado mayo a un subidón de Ciudadanos, que obtendría más del doble de los siete concejales que tiene actualmente en el consistorio. Cuatro meses después, un sondeo interno de Ahora Madrid publicado por Libertad Digital da la victoria a Villacís, que podría convertirse en alcaldesa con el apoyo del PP.
Este éxito de la portavoz madrileña se debe en parte a que Cs consigue atraer a votantes del PP desencantados y a que los ‘populares’ aún no han decidido quién será su cabeza de lista en la capital. Pero tampoco hay que restarle mérito a la (probable) futura candidata. Villacís es una persona abierta y cercana, y cuando visita los barrios de Madrid demuestra su don de gentes. Eso, en la política municipal, es un punto a favor.
Mejías, menos popular y con una imagen más seria, no ha conseguido despuntar como lo ha hecho su compañera. Además, la que fuera concejal del PP en el Ayuntamiento de Barcelona y diputada de este mismo partido en el Parlamento catalán –incluidos dos años como portavoz– se ha visto cuestionada recientemente por haber inflado su currículum.
La portavoz naranja había presentado dos cursos universitarios de cinco y tres créditos como si fueran un máster y un posgrado. Ella lo ha atribuido a “un error” de su equipo y ha procedido a subsanarlo en su biografía de la web del consistorio.
“No es cuestión de analizar los personalismos, sino de construir una candidatura ganadora en la que esté integrado el talento”
Parece que la dirección nacional de Ciudadanos ha dado por válidas las explicaciones de Mejías y no le ha aplicado su norma de apartar de cualquier cargo público o de partido que haya “falsificado o engañado” en el contenido de su CV. Aun así, el futuro político de la portavoz de Cs en Barcelona está en la cuerda floja, ya que su partido ha decidido apoyar como alcaldable a Manuel Valls, que en los próximos meses decidirá quiénes lo acompañarán en su candidatura.
Mejías, que se enteró el pasado abril de que Albert Rivera no apostaba por ella como candidata para el Ayuntamiento, ha hecho de tripas corazón y ha respaldado públicamente a Valls. “No es cuestión de analizar los personalismos, sino de construir una candidatura ganadora en la que esté integrado el talento”, afirmó entonces la concejal, que se puso a disposición del exprimer ministro francés.
Valls ha dicho que quiere formar una lista paritaria y tener a “los mejores concejales posibles para Barcelona”, pero aún no ha dado nombres, mientras que la líder de Ciutadans en Cataluña, Inés Arrimadas, se ha negado a adelantar qué ocurrirá con Mejías en el futuro.
En la formación naranja están esperanzados con la operación Valls y dicen tener sondeos internos que pronostican unos mejores resultados en Barcelona que los que logró Ciudadanos en 2015, cuando obtuvieron un 11% de los votos y cinco concejales.
Las últimas encuestas publicadas, que son anteriores a la confirmación del político francés como candidato a la Alcaldía, mostraban que Cs podía sumar en las urnas entre tres y cuatro concejales y pisar los talones a Ada Colau.