La primera reacción del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, al acuerdo entre el Gobierno y Podemos para los Presupuestos de 2019 fue acusar a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias de “subir los impuestos a la clase media trabajadora y disparar otra vez el gasto”.
Si bien esta opinión no sorprende en un partido que apuesta por bajar la presión fiscal y por hacer más eficiente el gasto público sin aumentarlo, el hecho de que en este caso se hablase de “clase media trabajadora” chocó a muchos.
Las críticas del PSOE y Podemos no se hicieron esperar. Tanto los socialistas como el partido morado replicaron a Albert Rivera que no se puede incluir en esa categoría a quienes ganan más de 130.000 euros al años, que es a los que quieren subir el IRPF, ni a quienes poseen más de 10 millones de euros, que tendrían que pagar más por el impuesto sobre el patrimonio. La propia ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se apresuró a asegurar que “la clase media trabajadora no pagará más impuestos” que ahora.
Ciudadanos ha rechazado en general la subida impositiva que plantean PSOE y Podemos, pero la única medida fiscal en la que se ha detenido de manera específica ha sido la subida del impuesto al diésel, ya que afectará por igual a todos los propietarios de vehículos que usen este combustible, independientemente de su situación económica.
También se ha centrado en criticar el incremento del salario mínimo a 900 euros porque, según argumenta, reducirá las contrataciones y, además, tendrá como consecuencia indirecta el aumento de las cotizaciones que abonan los autónomos a la Seguridad Social.
Precisamente, para la formación naranja, los autónomos son la imagen perfecta de esa clase media trabajadora a la que se refiere constantemente y que es la destinataria principal de sus propuestas, aunque el de los autónomos es en realidad un colectivo compuesto por personas con niveles de ingresos muy variados.
Rivera los describía este lunes como “la España productiva, que cotiza, que quiere poner en marcha proyectos y contratar a gente”. Cs se suele dirigir a los emprendedores, a los que tienen un negocio y a los que trabajan, y menciona con menos frecuencia a los parados y a las familias con menos recursos.
El discurso sobre “los más vulnerables” se lo deja a la izquierda. Pero, ¿significa eso que las políticas económicas de Cs no tienen en cuenta a los más pobres? La respuesta se puede obtener analizando las medidas concretas que ha defendido la formación naranja.
LAS RECETAS DE CIUDADANOS NO CONVENCEN A LA IZQUIERDA
En realidad, su planteamiento consiste en que si se facilitan las cosas a las empresas y los autónomos, estos generarán más empleo, lo cual acabará beneficiando a los trabajadores en su conjunto.
También dice preocuparse por los trabajadores precarios, aunque sus recetas para mejorar la situación de estas personas –contrato único y complemento salarial para las rentas más bajas– tampoco convencen a la izquierda, y por los desempleados, para los que propone políticas activas de empleo y programas de formación.
Respecto al ámbito fiscal, Ciudadanos sostenía en 2015 en su programa electoral que el problema en España era “un ineficiente e injusto reparto de la carga fiscal”, y por ello apostaba por “aliviar la presión que sienten las clases medias trabajadoras”.
Eso se tradujo en que, en el pacto de investidura que firmó con el PP, planteó rebajar el IRPF en dos puntos en todos los tramos, pero lo que finalmente estableció el acuerdo presupuestario fue una reducción para los contribuyentes con salarios brutos inferiores a los 18.000 euros anuales, que no pertenecen precisamente a la clase alta.
En cambio, la propuesta de Cs sobre el IVA no parecía estar especialmente focalizada en las personas con ingresos más bajos, ya que, si bien suponía bajar el tipo general y el reducido, pretendía eliminar el tipo superreducido, el que grava los productos con un 4%.