Los investigadores españoles del asalto violento en la embajada de Corea del Norte en Madrid creen que existe un nexo claro entre este hecho, que ocurrió el 22 de febrero, con el fin abrupto que hubo seis días después en la cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-un en Vietnam.
Fuentes gubernamentales consultadas por MONCLOA.COM esgrimen el dato de que el líder del grupo asaltante, Adrián Hong Chang, comunicó su acción al FBI en Nueva York cinco días después de la actuación del comando, es decir el 27 de febrero. Ese día empezó la cumbre entre los presidentes de Estados Unidos y Corea del Norte en la capital vietnamita.
El Gobierno español desconoce si Washington comunicó a Pyongyang la confesión del líder de los asaltantes pero constata que la cumbre entre Trump y Kim saltó por los aires a las pocas horas de este supuesto encuentro en Nueva York entre el FBI y Hong Chang, ciudadano mexicano con permiso de residencia en EEUU y que huyó de España a través de la frontera con Portugal. En Lisboa tomó un avión con destino a Nueva York.
Hong Chang lideró un grupo de 10 personas que asaltó la embajada de Corea del Norte en Madrid y avisó de su acción al FBI con el objeto de facilitar el material audiovisual que supuestamente había obtenido. Este es el relato de los hechos que recoge la causa abierta por el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata, que ayer martes acordó levantar parcialmente el secreto de la investigación.
El magistrado apuntó a la comisión de delitos de allanamiento de morada, detenciones ilegales, lesiones, falsificación documental, amenazas y robo, cometidos por organización criminal y tiene previsto solicitar la extradición a Estados Unidos, una medida que en último término tiene que ser pedida por el Gobierno español.
El supuesto líder del asalto, según explica el juez, se presentó en la embajada a las 16.34 horas del 22 de febrero y pidió ver al encargado de negocios, al que ya conocía de una visita previa en la que se hizo pasar por empresario.
Entonces, y según el relato del juez, entró el resto del grupo portando machetes, cuchillos, barras de hierro y armas cortas «y comenzaron a golpear violentamente a sus ocupantes, hasta que consiguieron reducirlos y colocarles grilletes y bridas». Una de las personas retenidas pudo saltar desde el primer piso y escapar por una de las salidas, donde fue vista por un ciudadano que solicitó asistencia sanitaria y policial.
Al llegar la Policía y tras establecer un perímetro de seguridad, los agentes llamaron a la puerta y les abrió el propio Hong Chang, que se había colocado un pin con la cara del presidente de Corea del Norte.
«Comenzaron a golpear violentamente a sus ocupantes, hasta que consiguieron reducirlos y colocarles grilletes y bridas»
Tras presentarse como un alto representante, les indicó que no había ningún problema y que, si había alguien herido, debían comunicarlo oficialmente al Consulado. Tras una hora en la sala de reuniones, tres de los asaltantes se llevaron al encargado de negocios al sótano y allí le incitaron a abandonar Corea del Norte, «identificándose como miembros de una asociación o movimiento de derechos humanos para la liberación de Corea del Norte».
Cuando éste les aseguró que no traicionaría a su país y no desertaría, fue de nuevo maniatado y le volvieron a cubrir la cabeza con una bolsa negra. Mientras retenían a las personas que se encontraban en la embajada norcoreana, los asaltantes se apoderaron de un par de ‘pendrives’, dos ordenadores, dos discos duros (uno de ellos de almacenamiento de imágenes de seguridad) y un teléfono móvil.
También cogieron tres vehículos propiedad de la Embajada, y el grupo asaltante emprendió la huida a las 21.40 horas, tras dejar a «las personas que habían detenido inmovilizadas con bridas y grilletes». Posteriormente, Hong Chang y otro de los asaltantes salieron de la embajada por la parte trasera y tomaron otro vehículo.
Tras el asalto, Hong Chang consiguió llegar a Estados Unidos al día siguiente y se puso en contacto con el FBI de los Estados Unidos. En ese encuentro, manifestó que, bajo su propia voluntad, llevó a cabo el asalto junto a otras personas, «dando superficiales detalles de cómo se llevó a cabo el asalto y el aseguramiento del edificio» y que tras el asalto se dividieron en cuatro grupos y se dirigieron a Portugal, por lo que estarían todos ya fuera de España. También indicó que el grupo asaltante portaba cuchillos y pistolas de «airsoft».
Al parecer, previo al asalto, Hong Chang habría contactado con alguien no identificado de la Embajada que sería susceptible de «desertar», según el auto de De la Mata, quien detalla también todos los preparativos del asalto, como cuando Hong Chang compró en una tienda de Madrid material táctico y de combate consistente en cinco fundas de pistola de extracción rápida, cuatro cuchillos de combate, seis pistolas simuladas HK, una sobaquera, cuatro gafas de tiro, cinco linternas tácticas o cinco grilletes de tipos diferentes.o
Otros cuatro miembros del grupo, entre ellos Ram Lee y Sam Ryu, compraron también diverso material en una ferretería que incluía una cizalla, varios desencofradores, 33 rollos de cinta de doble cara, cinta americana, alicates o una escalera telescópica, entre otros útiles.
‘The Washington Post’ indicó a mediados de marzo que el grupo asaltante -también conocido como ‘Free Joseon’- no coordinó su misión en Madrid con ningún gobierno. En este sentido, las fuentes del periódico señalaron que la CIA se habría mostrado especialmente renuente a participar en el asalto de la Embajada norcoreana en Madrid, dada la “naturaleza descarada de la misión” y el “tiempo sensible” de su realización, en vísperas de la segunda cumbre de los líderes de EEUU y Corea del Norte en Vietnam.
La misma opinión tuvo Sue Mi Terry, exanalista de los problemas en la península coreana de la CIA, quien dijo al periódico que cualquier indicio de la participación de Washington en este asalto a la legación diplomática norcoreana podría haber descarrilado las conversaciones de Trump y Kim. “Infiltrarse en una embajada de Corea del Norte días antes de la cumbre nuclear la pondría en peligro”, asegura Terry. “Esto no es algo que la CIA emprendería”, subrayó.