La obra de Metro en la Gran Vía se empantana porque ningún político asume los sobrecostes

La Gran Vía de Madrid, recién remodelada por la alcaldesa Manuela Carmena, tiene un agujero abierto. Una obra que avanza a paso de tortuga porque ningún político quiere asumir los sobrecostes que se han producido en la obra.

Se llama «modificados», es legal, pero ni Borja Carabante, el político del PP al frente de Metro, ni la consejera regional de Transportes parecen querer asumir la minuta.

La versión oficial es que los restos de la estación original han retrasado las obras. Pero la realidad es que la falta de decisión política para asumir los sobrecostes en los trabajos lo que ha ralentizado el túnel peatonal que unirá a la parada de la Línea 5 de Gran vía con la Puerta del Sol. Dragados, empresa encargada de la obra, solicita un modificado del presupuestos, pero Metro y la Consejería de Transporte hacen oídos sordos.

La reapertura de la estación del suburbano de Gran Vía debería de estar lista el próximo mes de mayo, coincidiendo con las elecciones autonómicas, según las previsiones de Pedro Rollán, exconsejero de Transporte y actual portavoz del Gobierno Regional. Una estimación realizada a finales del año 2018 y que corre peligro de no cumplirse, a tenor de las últimas informaciones a las que ha tenido acceso MERCA2. 

Los retrasos en los trabajos se deben a las discrepancias entre la empresa que está encargada de ellos -Dragados- y el contratante -el Metro de Madrid-. En un principio, la empresa del suburbano que depende de la Comunidad licitó las obras en un valor que no se ajusta a la realidad, después de los problemas surgidos con la aparición de la antigua parada de Metro. Ahora, la filial de ACS requiere un modificado del presupuesto ante este nuevo escenario. Las reticencias primero de los responsables políticos de Metro y después del Gobierno Regional a firmar este aumento de lo pactado demora los trabajos y su apertura.

La estación de Metro de Gran Vía fue inaugurada en 1919, y posteriormente ampliada en 1934. En su interior existía un novedoso ascensor, diseñado por Antonio Palacios, que llevaba hasta un templete en superficie, del mismo autor. Un autor muy presente en la arquitectura de Madrid y que ha logrado paralizar proyectos como las cocheras de Cuatro Camino. La reforma de Dragados planea reproducir el templete de Palacios.

Es precisamente estos trabajos minuciosos a los que alude la Comunidad de Madrid para justificar los retrasos. El Gobierno Regional afirma que se utiliza una maquinaria de tamaño más pequeño del inicialmente previsto. Esto es así, porque se prevé que en cualquier momento pueden aparecer restos con valor histórico procedentes de la estación original, que data del pasado siglo.

Lo cierto es que el contrato ya ha sufrido una modificación, cuando la consejera de Transportes, Rosalía Gonzalo, decidió introducir en el contrato de estas obras la utilización de una maquinaria de menor tamaño, para registrar cualquier tipo de hallazgo, en el caso de que se produjera. ¿El motivo? «Darle un tratamiento específico», afirmó Gonzalo. 

Hasta ahora, se han hallado algunos restos de vasijas, cerámicas y una barandillaque. La idea del Gobierno Regional es mostrar todos estos elementos una vez haya finalizado los trabajos que deberán conectar la estación de Gran Vía con la Puerta del Sol.

Todas las miradas apuntan al valor histórico de los distintos elementos que pudieran encontrar en la obra para justificar los retrasos de la misma. Pero la verdad es que detrás de todo se esconde un motivo económico que no se ha solucionad políticamente. Una modificación del presupuesto que podría salir muy cara a la Comunidad de Madrid si se atiende a precedentes similares.

Por el momento, Dragados espera a que se produzca la modificación del contrato para no acumular más demoras. Unos retrasos que se han convertido en un quebradero más de cabeza para Metro junto al problema del amianto y las deficiencias en sus infraestructuras.