La endiablada aritmética de los pactos en el Ayuntamiento de Madrid

Aunque aún opacada por la campaña de las generales, en Madrid se espera una batalla electoral mayúscula con vistas a su preciada alcaldía. Las encuestas a disposición –hoy se publica una importante de Telemadrid–, tanto de medios como las propias de los partidos, dan un escenario francamente complicado en los que contará casi cada concejal.

Las previsiones son que la opción que ha elegido esta vez Manuela Carmena –Más Madrid– pueda esta vez ser la más votada. Sobre todo, dada la dispersión de voto de la que fue opción hegemónica encabezada por Esperanza Aguirre en 2015. De hecho, en el PP se atribuye a los 9.800 votos que reclutó en esos comicios el partido de Santiago Abascal la pérdida de algún concejal clave para haber podido gobernar.

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Tras Carmena las previsiones de las encuestas es que esté el PP, liderado por José Luis Martínez Almeida, sacando algo más de cuatro puntos a lo que será casi un virtual triple empate por detrás. La novedad en este caso es doble: por un lado la recuperación inesperada del PSOE –que legó a temer internamente no llegar a cuatro concejales hace unos meses–, y la caída de Villacís ante la pujanza reciente de Vox.

Así las cosas, Carmena podría vivir la amarga paradoja que sufrió Esperanza Aguirre en 2015: ganar las elecciones y no gobernar. La actual alcaldesa ya ha dejado claro que, si n repite como alcaldesa, no se quedará cuatro años trabajando en la oposición, sino que se volverá a su casa, a su jubilación interrumpida para ser alcaldesa.

El partido instrumental que ha montado Carmena a su gusto y semejanza también tiene lastres electorales, al igual que las opciones más a la derecha. En este caso, son los concejales díscolos de su propio equipo, liderados por Carlos Sánchez Mato –defenestrado y humillado ex concejal de Hacienda– los que van a erosionar con toda seguridad la fortaleza en votos de la alcaldesa.

CESARISMO DE CARMENA

En esta legislatura se han vivido escenas realmente kafkianas en el Pleno del Ayuntamiento, en las que los concejales de Gobierno votaban en contra de sus propias iniciativas, que eran a veces rescatadas por la oposición. Todo esto ha desembocado e que varios de los concejales más característicos que han estado en el equipo de Carmena ahora se vayan lejos de su mando. La razón es la acusación de personalismo o cesarismo de la alcaldesa y su mano derecha, quien ha ejercido como coordinador General de Alcaldía, su sobrino –casado en realidad con su sobrina–, Luis Cueto, un veterano funcionario de las capas altas de la Administración.

Así las cosas, los miles de votos que Sánchez Mato, Rommy Arce o Pablo Carmona recluten el 26-M posiblemente hagan mella electoral en Carmena. Pese a la decisión in extremis de IU de unirse a la opción de Podemos en Madrid (contra el voto de sus bases), la extrema izquierda se va a presentar a estos comicios atomizada como nunca. Al igual que sucederá en la derecha, en la que el PP ha perdido el papel hegemónico que recogía votos desde el centro a la extrema derecha.

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Aunque la opción favorita de la pujante líder de Vox, Rocío Monasterio, era optar a presidenta de la Comunidad de Madrid –“que es donde se hace política”, dicen fuentes cercanas a ella–, va a resultar difícil que su partido se resista a aprovechar las posibilidades de Vox en la ciudad de Madrid, donde está creciendo en apoyos casi a ojos vista. Hasta el punto de asustar a los miembros de la candidatura de Almeida, y sobre todo a la de Villacís. Monasterio podría tener la alcaldía a tiro de pacto.

Begoña Villacís, en esta coyuntura electoral, está viendo cómo sus planes tienen que ser rediseñados. Hace unos meses en la capital se daba a Villacís como “alcaldesa in péctore”. Parecía claro que PP y Ciudadanos iban a pactar en la Asamblea de Madrid y en el Ayuntamiento un intercambio de cromos. Pero la pérdida de peso de la candidatura del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid –Díaz Ayuso es una candidata liviana políticamente hablando– y el terremoto demoscópico por el crecimiento desmesurado de Vox tras las elecciones andaluzas, han cambiado el panorama.

SANGRÍA DE CIUDADANOS

La candidata de Ciudadanos, tras cuatro años de oposición muy visible e inteligente, se puede ver arrastrada a la cuarta posición en el tablero de concejales, lo que la coloca en mala posición para negociar la alcaldía. No es que Villacís sea una mala candidata –telegenia y tablas no lo faltan–, es que los sociólogos han encontrado una sangría de votos que se trasvasa desde Ciudadanos –e incluso Podemos– a Vox.

En el caso del PSOE, no es que Pepu Hernández –entrenador de baloncesto– arrastre aún masas entusiasmadas, es que se está beneficiando de la ola a favor que las encuestas reflejan a favor del PSOE. Eso hace que un partido deprimido tras cuatro años inanes en el Salón de Plenos, sin saber si apoyaban a Carmena o se oponían a ella –“medio embarazados” dice su anterior candidato, Antonio Miguel Carmona–, se vea de repente en el pelotón perseguidor a los dos que destacan, Carmena y PP.

Todo este movimiento, no obstante, está en sordina hasta que pasen las elecciones generales. Aunque la alcaldía de Madrid es uno de los cargos más carismáticos e importantes del país, no todas las claves del voto son locales. Los resultados y, sobre todo, los movimientos en pactos postelectorales y el factor de defraudar al votante tras la votación, tan acendrado en los partidos españoles, serán una clave “nacional” que puede desequilibrar hasta la encuesta más pintada.