El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afronta la jornada electoral de este 28 de abril convencido de que el PSOE será la fuerza más votada, como han previsto todas las encuestas. Eso sí, no ha dejado de insistir en el peligro real de que la derecha consiga arrebatarle su sitio en la Moncloa.
Éstas son las terceras elecciones generales en las que Sánchez concurre como candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno. En las dos citas anteriores en 2015 y 2016, cosechó los peores resultados históricos para su formación, que se hundió hasta los 90 y 85 diputados en el Congreso, respectivamente. La jornada del 26 de junio de 2016 resultó pese a todo mejor de lo esperado, al no cumplirse el vaticinio del ‘sorpasso’ de Podemos, anticipado por numerosos sondeos.
Las encuestas le son ahora mucho más favorables a Sánchez, con un porcentaje de voto de en torno al 30 por ciento y horquillas de escaños que oscilan entre los 116 y los 139 escaños. Para los socialistas, todo lo que sea superar los 110 asientos en el Congreso que consiguió Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011 será un buen resultado. Llegar a los 130, un gran logro, teniendo en cuenta que Mariano Rajoy, ya con Ciudadanos y Podemos en el Parlamento, tuvo 137 escaños en 2016. Con la irrupción de una nueva fuerza como Vox, el voto estaría aún más fragmentado.
Pero una cosa es ganar y otra gobernar. «Podemos ganar y amanecer con un gobierno de derechas», ha advertido Sánchez en sus últimos mítines de la campaña, trasladando la tendencia ascendente de Vox en los sondeos internos que maneja el partido y que no favorecen a PP y Ciudadanos.
EL PSOE ES CONSCIENTE DE LA MEJORÍA DE PODEMOS
No obstante, en el entorno del presidente y en la cúpula del partido consideran muy abierto el escenario en la derecha y ven muy difícil hacer una proyección del porcentaje de voto en escaños. Todo dependerá del apoyo que finalmente recabe en las urnas Vox, y esto es lo más complicado de predecir.
Apenas alguna encuesta, como el ‘tracking’ de IMOP Insights para El Confidencial, pronostica la posibilidad de que el PSOE alcance la mayoría absoluta (176 escaños) con Unidas Podemos, Compromís y PNV.
Los sondeos internos que manejan en Ferraz muestran una leve mejoría de Podemos tras la participación de su líder, Pablo Iglesias, en los debates, pero en cualquier caso la formación se ha quedado estabilizada en torno al 13 por ciento de los apoyos, según las fuentes consultadas por Europa Press.
LA SUMA IDEAL
La suma con Podemos, Compromís y PNV es con la que sueñan los socialistas porque les permitiría gobernar en solitario. Con los de Pablo Iglesias reducidos en el entorno de 30 o 40 escaños, en la cúpula del PSOE sostienen que los ‘morados’ no estarán en condiciones de exigir gobernar en coalición, sólo podrán pactar un programa de gobierno. Otra cosa sería que Unidas Podemos alcanzara, contra todo pronóstico, 60 o más escaños.
A lo largo de toda la campaña, Sánchez no ha parado de repetir que aspira a formar un Gobierno con miembros del PSOE e independientes de reconocido prestigio, incluso ha avanzado que su intención es que muchos de los ministros de su actual gabinete repitan.
Pero no ha avanzado su política de pactos, que quedará determinada por el resultado que unos y otros consigan. Si el sueño de sumar sólo con Unidas Podemos, Compromís y PNV no se cumple, y tampoco logran mayoría PP, Ciudadanos y Vox, el PSOE no ha cerrado la puerta a otras opciones, como la opción de pactar la investidura con Ciudadanos, si la suma diese, o alcanzar la mayoría absoluta contando con los independentistas catalanes.
MEJOR CIUDADANOS QUE LOS INDEPENDENTISTAS
Entre esos dos escenarios -que sólo se abrirían si PP, Ciudadanos y Vox no sumasen juntos– para el PSOE es preferible sacar adelante una investidura del presidente del Gobierno con el apoyo de Ciudadanos que con los independentistas, como verbalizó en una entrevista el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos.
Si la formación de gobierno dependiera de los votos de los independentistas, en el entorno del presidente se muestran pesimistas y creen que España se vería abocada a la repetición de elecciones. «Si no conseguimos acordar siquiera un marco de diálogo, ¿cómo vamos a pactar una investidura?», arguyen en relación con la frustrada negociación sobre la mesa de partidos extraparlamentaria coordinada por un relator.
Este jueves, el jefe del Ejecutivo abundaba en la misma línea en una entrevista en la Cadena Ser y admitía que no quiere que la gobernabilidad de España «descanse en los partidos independentistas», porque «no son de fiar».
Con el objetivo de lograr el mayor número de escaños posibles para no depender en exceso de ninguna otra formación, el PSOE ha hecho una campaña basada en alentar el miedo al Gobierno tripartito de derechas con PP, Ciudadanos y la «ultraderecha» de Vox y a presentarse como el único partido capaz de frenar a este bloque que representa la «involución».
Sánchez incluso ha llegado a venderse como el mal menor ante aquellos indecisos o abstencionistas a los que no convence ningún candidato. «Puede que haya incluso quienes al verme piensen ‘pues éste no me parece el mejor candidato, pero visto lo visto y escuchado lo escuchado es el único que tiene un proyecto cabal, sensato y moderado'» para el futuro de España, ha reiterado en muchas de sus intervenciones de estos 15 días de campaña.
A POR EL VOTO URBANO Y DE LOS INDECISOS
Con los otros partidos pugnando por los escaños que el PSOE deje libres en la España interior, la campaña socialista se ha centrado en ir a por el voto urbano y de los indecisos, toda vez que Sánchez se recorrió prácticamente España entera en la precampaña, aprovechando su agenda como presidente para organizar horas más tarde actos de partidos en muchos de los lugares que visitaba.
El PSOE ha desarrollado una campaña de actos medianos, pensada para entre 1.000 y 2.000 personas, si bien en el último tramo de la campaña apretó un poco y movilizó a alrededor de 4.000 personas tanto en Gijón como en Barcelona, y 6.000 en el cierre de la campaña en Valencia.