Enrique Barón: “Pedro Sánchez tiene que seguir dirigiendo. Y los demás ver en qué apoyar”

  • "Tengo interés por ver en qué grupo parlamentario se integran los Vox"
  • "Cuando te llega un nacionalista, hay que decirle que se ha equivocado de siglo y de planteamiento".
  • "No es aceptable que tengamos un paro juvenil que supera el 30%"
  • A lo largo de su carrera, Enrique Barón (Madrid, 1944) ha ejercido todo tipo de cargos políticos. Entre ellos, fue ministro de Transportes en la etapa de Felipe González y el primer presidente español del Parlamento Europeo. Tras los resultados del 26-M, este político de la vieja guardia socialista analiza para MONCLOA.COM las claves de los desafíos que afrontan Europa y España.

    —La ultraderecha no es un fenómeno nuevo en Europa. Al poco de llegar a su presidencia, vivió en 1989 una anécdota con Jean-Marie Le Pen…

    La protagonicé con dos de sus lugartenientes: Bruno Gollnisch y Bernard Antony, este último había estado procesado por quemar un cine en París. Durante la distribución de las presidencias y vicepresidencias de comisiones, intentaron bloquear, primero por la vía del filibusterismo y luego de forma más directa, el proceso. Y yo apliqué el reglamento. Les apercibí tres veces y después les expulsé de la sesión. Algo que generó una situación muy complicada. Yo era el primer presidente español y creo que nos estaban tomando la medida. Tras expulsarles, se interrumpió la sesión y tuvimos una reunión muy dura. Les dije que no iba a consentir eso. Ahí estaba incluso el eurodiputado alemán Franz Schönhuber, un ex miembro de las SS. Se dirigió a mí en un tono brusco y le tuve que callar en alemán. Le dije a Le Pen, que era el jefe de grupo, que me viniera a ver al día siguiente a las 9.00 de la mañana. Vino a verme y le dije: “Usted y yo políticamente estamos en las antípodas, pero hay un punto en el coincidimos”. Me preguntó que cuál y le respondí que había respetar a la presidencia y al reglamento. Me dijo que estaba de acuerdo. Entonces le comenté que lo tenía fácil, que si sus lugartenientes pedían la palabra en la sesión se disculpaban con la Cámara, sometería a votación su readmisión en el Parlamento. Y así lo hicieron.

    —¿Cómo ve la Unión Europea?

    Estamos en unos tiempos de cambios muy profundos. Entonces vivimos el final de la Guerra Fría. Ahora, el proceso de globalización ha creado una situación nueva. Hemos superado una crisis que nos podía haber llevado por delante. Una crisis de confianza. Lo que se está afirmando ahora es la sociedad civil europea. No el demos europeo. Lo demuestra la participación en las elecciones europeas, que ha aumentado 10 puntos de media.

    La gente no es insensata, se da cuenta de que, en este mundo complejo, el instinto de conservación dice que para resolver los problemas principales de tipo económico, social, cambio climático, mantenimiento de la paz… hay que permanecer en Europa. El proyecto de la Unión Europea se empezó a plantear después de la guerra. No era solo un mercado común, se quería acabar con siglos de lucha fratricida. Y ha tenido éxito. Nos ha traído un nivel de paz y prosperidad que no tiene precedente.

    —¿Cree que está en riesgo la UE?

    Está en construcción. Vivimos en una casa en construcción y eso tiene sus riesgos. Hay combates internos, pero eso forma parte de lo que es la democracia. Pero hay también intereses internacionales muy importantes a los que la UE les sobra. Estarían mejor con un conglomerado de pequeños países con mucha historia y muchos monumentos. Una especie de Disney para visitar.

    —El PSOE es el partido con más peso dentro del grupo socialista europeo. ¿Cómo va a influir esto en la política europea?

    Cuando llegamos en el 86 también éramos el partido con más peso dentro del grupo (empatados con los alemanes). Yo creo que Pedro Sánchez es un líder con una clara línea europeísta. Y está convencido de que España es uno de los países fundamentales en la construcción europea. Cuando uno va a Bruselas o a Estrasburgo, ve que el papel español se considera que es muy importante. Esto es algo muy positivo para España.

    —¿Se verá España beneficiada en el reparto de cargos?

    Hemos dejado de estar presentes durante cinco años en el consejo directivo del Banco Central Europeo (BCE), que no ha suscitado ninguna reacción en España. No ha habido ningún escándalo. Algo inaudito. En general, ha habido un repliegue, de ensimismamiento, de la presencia española muy significativo.

    —El éxito de los partidos euroescépticos en algunos países europeos, ¿a qué cree que se debe?

    Ha habido situaciones, como es el caso de Francia o Italia, muy preocupantes. Son dos países fundamentales. En el euro estamos 19 países de los 28. Y dentro del euro, hay una cuadriga que dirige: Alemania, Francia, Italia y España. Si un caballo de la cuadriga se tuerce, se sale o toma otra dirección, o se mata el caballo o la cuadriga va al desastre.

    El desarrollo del populismo no es algo extraño a las sociedades. En Europa ha pasado muchas veces y la han llevado al borde de la ruina. El populismo en las sociedades es como el colesterol. Está en la sangre de la sociedad. Hay colesterol bueno y malo. Si tu inyectas colesterol malo sistemáticamente tienes resultados muy negativos. Por ejemplo, Trump ha dicho en Londres que hay que intervenir, casi, la CNN… Son unas dosis enormes de colesterol malo por Twitter. Frente a desafíos y problemas complejos lo que se está alimentando son las más bajas pasiones.

    «El que quiera sacar adelante EL brexit, lo tiene que hacer o con nuevas elecciones o con un segundo referéndum»

    —¿Cómo cree que se desarrollará el Brexit?

    Creo que los británicos no se marcharán. De momento no se están marchando. Y han participado en las elecciones. Son una parte muy importante de Europa. Es complicado trabajar con ellos, aunque son admirables en la defensa de muchas cosas.

    Pero el problema de fondo es que los británicos ganaron la guerra y perdieron el imperio al mismo tiempo. Hay una parte sustancial del partido conservador que no lo ha entendido todavía. Que razona como si en España hubiera alguien que se presentara y planteara un referéndum diciendo que hay que cortar con Europa y llegar a acuerdos con Argentina, México, Venezuela y Perú como alternativa.

    Esto lleva a destruir al propio partido conservador (una de las fuerzas políticas más importantes de la historia de Europa), a una descapitalización y a no ocuparse de los problemas cotidianos y de los problemas que preocupan a la gente. Por ejemplo, las universidades británicas están en una situación patética porque cortar con el Erasmus y todos los planes de investigación europeos va a ser algo grave. De momento se han quedado y a corto plazo nadie ha dicho que se vaya. Y lo único que tiene claro la Cámara de los Comunes es que no quiere un Brexit duro.

    —Entonces, ¿cree que habrá un segundo referéndum?

    Conociendo como funciona un país con una democracia como la británica, creo que no hay ningún responsable político que pueda tomar una decisión tan importante sin que haya nuevas elecciones o un segundo referéndum. La señora May era remainer , hizo campaña contra el Brexit. A diferencia de Corbyn, que siempre ha votado contra Europa. Pero la cuestión es que nadie puede tomar esa decisión. De hecho, en Inglaterra los referéndums son consultivos por definición, puesto que no hay Constitución escrita. En Gran Bretaña, el primer ministro que quiera sacar adelante este proceso lo tiene que hacer o bien convocando nuevas elecciones o con un segundo referéndum.

    —¿Considera que Vox es un partido equiparable al resto de partidos de ultraderecha europeos?

    Creo que están en esa línea. Aunque parece que quieren distanciarse un poco. Habrá que ver dónde se integran. El reglamento del Parlamento Europeo no contempla que haya grupos nacionales. Los Estados están representados en el Consejo, pero en el Parlamento, el reglamento dice que los parlamentarios se organizarán en torno a grupos por afinidad ideológica. Entonces, tengo interés por ver en qué grupo se integran los de Vox. Porque si no se integran en un grupo, en el Parlamento Europeo pitarán poco.

    —¿Es el nacionalismo catalán un riesgo para la Unión Europea?

    La escena de los tres presidentes de la Unión Europea en el Teatro Campoamor, en Oviedo, cuando les dieron el premio princesa de Asturias, de Tusk, Juncker y Tajani fue muy clara. La UE es un proceso de trabajar sobre la interdependencia. Cuando te llega uno que quiere ser independiente y nacionalista, hay que decirle que se ha equivocado de siglo y de planteamiento.

    La frase de Mitterrand de “el nacionalismo es la guerra” la han vivido los europeos mucho tiempo; el convertir una idealización en una causa que no tiene ningún tipo de contestación. Basta con ver como tratan los nacionalistas a los que no comparten sus ideas. Les niegan la condición. ¿Cómo se le puede decir a Borrell que no es catalán?

    Supone un planteamiento en el que, frente a 28 Estados que son muy diferentes y que quieren unir su destino, hay que desmantelar esto en torno a 300 o 400 Estados. Y por eso los tres presidentes tuvieron una postura muy clara. Todas las instituciones están de acuerdo en que eso es extraño a los cinco primeros artículos del Tratado de Lisboa (en especial el cuarto). Y desde luego, lo que no se puede aceptar es lo que pasó el 7 de septiembre, cuando despreciaron la Constitución y el Estatuto de Autonomía.

    —¿Cree que la UE debe implicarse más en el conflicto catalán?

    No. Es un conflicto entre catalanes. Y ellos son los primeros que deben implicarse. No hay una mayoría social que justifique la independencia. Hay un principio en Europa que todo el mundo respeta que es el no meterse en los problemas del vecino. Creo que la postura de las instituciones europeas ha sido ejemplar. España es una democracia que funciona. Estos nacionalistas más o menos fanáticos que acusan al país de ser una continuación de franquismo no tienen sentido. Primero que lo arreglen en Cataluña.

    —¿Y cómo cree que ha actuado Pedro Sánchez ante el desafío soberanista?

    La postura del Gobierno Sánchez es la que hay que seguir. El tratar de reemplazar esta línea del enfrentamiento a muerte y básico por un planteamiento que es el que nos permitió en el 78 aprobar la Constitución. ¿Por qué eso no funciona cuando es lo que nos ha traído paz y desarrollo en España? Lo han sustituido por un racismo pueblerino. Algunos te dicen que Colón y Cervantes eran catalanes. Son cosas sin sentido.

    —La visita de Trump a Inglaterra ha sido muy esclarecedora. ¿Cree que EE UU es un elemento desestabilizador de la UE?

    El presidente Trump ha hecho todos los esfuerzos posibles para desestabilizar la Unión Europea. Por lo menos verbalmente y por Twitter. Con estos amigos no hace falta muchos enemigos. Pero EE UU en una gran democracia. Yo he hablado con senadores, con representantes, con miembros de la administración y la verdad es que son muy moderados al lado de Trump. Es una locura el empezar a cerrarte posibilidades. La relación bilateral entre EE UU y la UE es fundamental para la estabilidad del mundo. Hay que mejorar el sistema de la ONU porque es lo mejor que hemos sido capaces de hacer. Pero lo que no tiene sentido dar martillazos a todo el sistema. No entiendo esta inquina con el socio preferente.

    —Y respecto al ámbito nacional… ¿Está de acuerdo con la política de pactos de Pedro Sánchez?

    Sí. Es muy necesaria. Los electores nos han planteado la necesidad de pactar. Sánchez ha demostrado una capacidad de iniciativa y de resiliencia muy importante. Sigue una línea que comparto.

    —¿Cree que debe acercarse más a Podemos o a Ciudadanos?

    Creo que lo que tiene que hacer es seguir dirigiendo. Y los demás a ver en qué medida pueden ayudar.

    «Más del 50% de lo que se decide políticamente viene de Europa»

    —En el caso de que el PSOE forme gobierno, ¿qué medidas cree que urge abordar?

    España ha sido capaz de sobrevivir a la crisis pero sigue teniendo un problema muy importante. Hemos bajado el desempleo, pero no es aceptable. Y no es aceptable que tengamos un paro juvenil que supera el 30%. Eso es una sociedad que le da la espalda a su juventud. Hay cuestiones que no admiten espera, como el fortalecimiento de nuestra capacidad de innovación y de futuro. Desde lo digital hasta el cambio climático. Y el contribuir al fortalecimiento de la UE es decisivo.

    Y hay algo más de lo que no se suele hablar: tenemos que ser capaces de completar el proceso constitucional. Defiendo que lo que dijo el Consejo de Estado en 2006 es lo más sensato que se ha planteado. Y me sorprende que el PP y Ciudadanos no estén en una línea necesaria. Hay que incluir Europa en nuestra Constitución. Si más del 50% de lo que se decide políticamente viene de Europa, tenemos que discutirlo aquí. Además, hay que hacer un senado autonómico serio en el que se debata una reforma del sistema autonómico. Y así, delimitar más claramente las competencias.