Pedro Arriola sostenía que la derecha no ganaba las elecciones: era la izquierda la que las perdía. La eternización del franquismo provocaba, según él, la hegemonía cultural progresista. El Rasputín sevillano que susurró en Génova 13 durante tres décadas exigía a los líderes populares un calculado perfil bajo. Hasta que Casado lo echó.
Es por ello, explica la teoría arriolista, que José María Aznar solo alcanzó La Moncloa cuando rebajó su griterío contra los excesos de Felipe González o que Mariano Rajoy triunfó en 2011 tras dos derrotas después de no haber convocado una sola rueda de prensa en la sede nacional del PP.
Pablo Casado, hinchado por un triunfo en las primarias contra Soraya Sáenz de Santamaría (a la que batió con la restauración ideológica del aznarismo y del aguirrismo), se estrelló en la última campaña de las generales con una campaña identitaria contra el independentismo reforzada por los mensajes antiaborto y un mensaje católico.
El arriolismo se caía por la ventana y el PP se estrelló hasta sus peores registros. Eso sí, Casado aprendió la lección, salvó el cuello en Madrid en las últimas autonómicas y municipales, y ahora recupera el marianismo más pragmático para esconder en los mítines a Aznar.
LA VIEJA GUARDIA SE REVUELVE
Hasta dos exministros del Interior del PP están complicándole la vida a Pablo Casado, que centrará su discurso en la gestión económica ante la desaceleración, que no recesión, que se ha instalado en nuestro país.
Para ello ha convocado un Congreso Económico y ha restaurado a una de las personas menos implicadas en el aznarismo: Manuel Pizarro. Casado rebajará la retórica conservadora para apostar por un perfil bajo con el que conseguir su objetivo, que no es desalojar a Sánchez de La Moncloa sino recuperar el peso perdido ante Ciudadanos y Vox.
JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ Y EL COLECTIVO LGTBIQ+
Jorge Fernández Díaz, enfangado por su gestión del Ministerio del Interior y por la presunta guerra sucia que lideró contra adversarios políticos, ha vuelto a la primera plana con un duro artículo publicado en La Razón.
El exministro, defenestrado por Casado en la última lista de las europeas, afirma que reconoce «la astucia de los promotores de la ideología LGTBIQ+, pues han pretendido que sea la única que no pueda ser criticada en una democracia pluralista, blindándola frente a eventuales opiniones contrarias».
El que se atreva a reprobarla, asegura, «es calificado como ‘homófobo’ –pues también han manipulado ideológicamente el lenguaje–, para poder ser imputado a continuación por un tipo penal creado ad hoc, y tan indeterminado como es el de odio».
FERNÁNDEZ DÍAZ Y VOX
Fernández Díaz parece asimilar el discurso de Vox y dice que «esto es la dictadura del relativismo y de lo ‘políticamente correcto’. Tras el desmoronamiento del Muro de Berlín, que recordemos cayó del lado comunista, el marxismo conoce el poco éxito de la bandera roja de la hoz y el martillo. Por ello, se han metamorfoseado hábilmente, pasando de enarbolar la lucha de clases y la dictadura del proletariado, a la lucha de sexos y la dictadura LGTBIQ+».
Y remata: «¿Qué es esta ideología? La respuesta es muy clara: Una calculada estrategia de ingeniería social para destruir a la familia natural y así transformar la actual sociedad, que tiene en ella a su célula básica».
Fernández Díaz, que ha reconocido contar con un pasado personal poco pío, ahora apuesta por una reacción contra el colectivo LGTBIQ+ de la que Casado no quiere ni oír hablar.
MAYOR OREJA NO SE QUEDA ATRÁS
Jaime Mayor Oreja tiró de alarmismo hace unos días en Santiago de Compostela para hablar de la situación europea: «Es una crisis de la persona, de la naturaleza humana no diagnosticada que nos lleva a una situación caracterizada por el extremo desorden».