La hegemonía cultural progresista que reina en Euskadi contrasta con el eterno reinado político de una fuerza conservadora, católica y liberal como es el PNV, que apuesta por el pragmatismo para frenar el ímpetu de Euskal Herria Bildu. Y es que la coalición abertzale parece empeñada a no luchar por el triunfo contra los jeltzales.
Varias voces internas tienen dudas de la estrategia trazada por la cúpula de EH Bildu, incapaz de apoyar que el recibimiento de familiares y amigos a los presos de ETA se traslade al ámbito familiar. Tampoco quieren oír ni hablar de la renovación pendiente de su cúpula, quizás porque todavía confían en que Arnaldo Otegi se convierta ‘en el Nelson Mandela vasco’.
Aunque el asunto que agrieta el día a día en la izquierda abertzale es el presunto autoritarismo que ejerce Sortu, heredera de Batasuna, dentro de la coalición. El resto de partidos se sienten la comparsa, algo así como las fuerzas que ‘blanquearon’ al PCE dentro de Izquierda Unida a mediados de los ochenta.
ADELANTADOS A EH BILDU
A mediados de los noventa se produjo una de las dos grandes crisis históricas que ha sufrido el PNV: el lehendakari Carlos Garaikoetxea dimitía y fundaba Eusko Alkartasuna (EA), escisión progresista de los jeltzales focalizada principalmente en Álava y Navarra, Comunidad Foral en la que Arzallus quiso imponer un Gobierno junto a la derecha estatal.
Garaikoetxea pretendió quedarse muchas competencias de las tres diputaciones vascas y así surgió EA, que perdería fuerza hasta que en 2009 se quedó con un solo diputado en el Parlamento vasco. De aquella crisis surgió el liderazgo de Pello Urizar, que acercó esta fuerza socialdemócrata hacia los aledaños de los herederos de Herri Batasuna (que apostaban por aparcar la vía violenta).
Sortu, núcleo duro del abertzalismo, se rodeó de otras fuerzas que años atrás habían apostado por la paz como Aralar, EA y Alternatiba, que apadrinaron EH Bildu y poco a poco se fueron quedando sin poder para alegría de Arnaldo Otegi y su equipo de confianza.
PRIMARIAS: SEGUNDO ROUND
En 2017 Pello Urizar ganó por 14 votos las primarias celebradas en EA. El secretario general apostaba con fuerza por integrar el partido en EH Bildu en vez de mantener la marca, tal y como sostenía su rival, el diputado navarro Maiorga Ramírez.
Dos años después Urizar dimitió aduciendo unas razones personales que podrían encerrar su disgusto por no poder evitar que EA siga partido en dos. Y Ramírez ha pretendido aspirar de nuevo al cargo, siendo consciente de que en su corriente, el sector crítico, se ha convertido en mayoritario en los últimos meses.
En la cúpula de EA decidían intentar frenar a Ramírez y presentar una candidatura oficialista y liderada por el cargo más relevante del partido, Eba Blanco, vicepresidenta del Parlamento vasco.
En la presentación de avales se hizo evidente el cambio que llegaba: Ramírez lograba 400 tras recibir el vehemente apoyo del emblemático Carlos Garaikoetxea, receloso de la disolución de EA dentro de una coalición tutelada por Sortu.
BRONCAS VARIAS
La sorpresa saltó hace unos días: Maiorga Ramírez era apartado de la carrera por las primarias porque no consiguió cinco avales por cada uno de los cinco territorios (Navarra, las tres provincias de Euskadi y la unión de tres territorios históricos del sur de Francia, Iparralde).
El diputado navarro, coportavoz de EH Bildu en Navarra y miembro de la Mesa del Parlamento foral, presentó por Iparralde ‘solo’ 7 avales, 5 de ellos supuestamente irregulares. Ramírez ha protestado por la «cacicada» y ha recordado que el censo del sur de Francia no le fue facilitado hasta el último día que se podían recoger.
A este hecho se le añade que la cúpula de EA abrió expediente contra los coordinadores de Gipuzkoa, Mikel Goenaga; Álava, Iratxe López de Aberasturi; y Navarra, Miren Aranoa, por haber exigido la base de datos del partido.
Ramírez ha explicado esta semana que es «absolutamente perjudicial y muy triste para el conjunto de la afiliación de EA esta situación por la cual se le pretende hurtar el derecho a opinar sobre los dos proyectos para el partido que están encima de la mesa, uno que representa Eba Blanco y otro que represento yo».
EA EN EL DISPARADERO
Maiorga Ramírez afirma que «en una democracia, el impedir el desarrollo del ejercicio democrático tiene que estar absolutamente justificado en razones de gran magnitud». El diputado se ha lamentado de que se usen «determinadas lecturas tendenciosas de un reglamento que además no está vigente para dejar sin efecto que la afiliación pueda decidir su futuro».
Cabe recordar que la Comisión de Garantías de EA eliminó el polémico requisito porque «la existencia de cinco avales por territorio supone una grave conculcación del derecho de participación sin restricciones arbitrarias ni discriminaciones de ningún género».
El diputado navarro ha presentado un recurso ante la Comisión de Organización Electoral, pero en la cúpula de EA parecen hacer oídos sordos y su secretario general en funciones, Joseba Geruzaga, da por ganadora a Eba Blanco porque según él tiene «total legitimidad y respaldo de los órganos del partido».
Geruzaga afirma que «cuando te presentas a un proceso, debes saber jugar con las reglas de juego, porque no se trata de cuántos avales se logren, sino de que se exigen 50 y cinco por cada herrialde., No se puede pretender ser secretario general sin conocer a cinco personas en Iparralde».
Ramírez por ahora soporta la guerra interna y ha apostado por mantener la calma ante algunas insinuaciones sobre su vida privada que han aparecido en la prensa navarra, encantada de acrecentar su fama de ‘fiestero’.
RAMÍREZ SORTEA EL JUEGO SUCIO
Maiorga Ramírez, cuota habitual de EH Bildu en las tertulias políticas de Navarra TV, se mostró en contra de «la línea continuista de Pello Urizar y ahora de Eba Blanco, que lo que proponen es diluirse en las estructuras de EH Bildu y que no se vea con nitidez todo el trabajo y todo el dinamismo que EA puede aportar».
El diputado afirma que cree que esta polémica puede amainarse después de presentar «un recurso cargado de esperanza, porque estamos convencidos de que la gran mayoría de este partido, con 33 años de historia, lo que quiere es una solución democrática a esta crisis que estamos padeciendo y que sea la ciudadanía la que decida cuál es el camino que quiere para su futuro».