La pesadilla interminable de Cercanías Madrid: retrasos, averías y mucha dejadez

Los usuarios de Cercanías Madrid no pueden más. Cada día, al salir de casa, comienza una nueva aventura y su desenlace resulta impredecible: puede ser un retraso, una avería o simplemente un tren que nunca llega. La eficacia del servicio casi siempre brilla por su ausencia y esto repercute directamente en la rutina de los viajeros, que están “hartos” de estos imprevistos. 

“No hay un derecho”, protesta resignada una usuaria que lleva 20 minutos esperando un tren en una estación del sur de Madrid. Otros aseguran que cada mañana salen antes de casa para evitar complicaciones como estas y aún así no es suficiente. “Muchos días llego tarde al trabajo por culpa de estos retrasos y averías”, critica un pasajero habitual de Cercanías Renfe.

CERCANÍAS RENFE, EN NÚMEROS ROJOS

Estas situaciones ya se han convertido en algo habitual. Tan solo en la última semana la página oficial de este servicio ha comunicado dos incidencias que afectaban a varios trayectos. Una avería en la infraestructura entre Recoletos y Atocha provocó desvíos y retrasos en los trenes en cinco líneas de la red durante un par de horas. También hubo otros incidentes en este mismo recorrido a finales de enero. Y eso que se acaba de estrenar la reforma del túnel de la estación de Recoletos, tras más de cinco meses cerrado. 

Los recorridos que atraviesan esta estación —sin contar el resto de líneas— suponen un flujo diario de 470 trenes y aproximadamente 200.000 viajeros. Los trabajos en esta infraestructura han superado los 45 millones de euros en inversión. Los usuarios no entienden como dos meses después de su reapertura ya está registrando problemas. 

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Esta semana también ha habido un fallo en el fluido eléctrico de Chamartín, una de las estaciones más concurridas de la capital, que provocó importantes demoras en varias direcciones. Las primeras horas de la mañana suelen ser las más caóticas, aunque la situación tampoco mejora a lo largo el día. Los retrasos también se acentúan en horas punta donde los trenes van abarrotados. Los usuarios se preguntan si es justo pagar por un servicio que registra incidencias con tanta frecuencia y que no cumple sus necesidades básicas. Y los abonos de transporte no son nada baratos. 

La mayoría de pasajeros habituales disfrutan de un abono mensual, que les permite viajar tanto en metro como autobús y por supuesto, cercanías. Su precio varía en función de la zona que desees frecuentar y puede oscilar entre los 50 euros (el más barato) hasta los 131 €, (el más caro) –estas son las tarifas ordinarias sin contar descuentos o excepciones–. En caso de comprar un billete sencillo, que solo permite usar el servicio para un trayecto, los precios varían de 1,70 € hasta superar los 8 € dependiendo de cuál sea el destino.

CARENCIAS DE PERSONAL E INFRAESTRUCTURAS

Los descontentos que quitan el sueño a los pasajeros los sufren en primera persona los trabajadores de Cercanías Renfe, que ven con impotencia la decrepitud del servicio y como no pueden hacer nada para solucionarlo. Su manera de solicitar los cambios necesarios para que todo funcione lo canalizan a través de huelgas que mantienen el sistema ferroviario en mínimos durante varios días. En los últimos meses han llevado a cabo varios paros, el más reciente tuvo lugar el pasado diciembre. 

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La jornada de huelga afectó a todos los servicios de Renfe y también se notó considerablemente en cercanías, donde se redujeron los trenes en circulación. Los trabajadores se movilizaron en contra de las «privatizaciones y externalizaciones» que, según afirman se están realizando en el grupo y, sobre todo, por la «falta de personal». Una reivindicación que ya consideran histórica. 

Desde el Ministerio de Fomento –ahora renombrado como Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana– prefieren mantenerse al margen de esta situación y delegan toda la responsabilidad de estos retrasos y merma de las infraestructuras a Renfe, la empresa operadora. Sin embargo, el departamento dirigido por José Luis Ábalos tiene una responsabilidad directa en este grupo, que es de titularidad pública, y se encuentra dentro de sus competencias.