El expresidente del Gobierno Felipe González ha presentado este miércoles la fundación que lleva su nombre en Sevilla, en un acto en el que ha realizado un repaso por algunos aspectos de la historia reciente de España y de su etapa democrática para defender que «hemos vuelto a la anormalidad histórica» del país, tras vivir «35 años de estabilidad».
Tras aludir a la «inquietud» de la gente ante la «inestabilidad» que se vive en España, Felipe González ha argumentado que la «situación de inestabilidad» que hay «desde 2015» no es «una anomalía». «La anomalía son 35 años de estabilidad, y la normalidad es lo que estamos viviendo», ha resumido.
«Hemos vuelto a nuestra anormalidad histórica», ha incidido el también ex secretario general del PSOE en un acto en la Casa de la Provincia de Sevilla al que han asistido, entre otros, los expresidentes socialistas de la Junta de Andalucía José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, y la exministra Magdalena Álvarez.
Además, el acto ha contado con la participación del presidente de la Diputación de Sevilla y la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP), Fernando Rodríguez Villalobos (PSOE), quien ha presentado el acto, destacando que sea el primero que celebra la Fundación Felipe González fuera de Madrid, así como con la proyección de un vídeo del alcalde de Sevilla, Juan Espadas, ausente al encontrarse en Bruselas.
UNA CONSTITUCIÓN «NO MILITANTE»
En su intervención, en la que ha estado acompañado también por la directora de la Fundación, Rocío Martínez-Sampere, y por el fotógrafo Pablo Juliá, autor de la exposición ‘Otros tiempos’ que se puede ver en la Casa de la Provincia, Felipe González ha subrayado que España «siempre ha sido un río bravo con tendencia a salirse de su cauce históricamente», y «ahora tenemos de nuevo los riesgos de desbordamiento», al tiempo que ha defendido el carácter «no militante» e «incluyente» de la Constitución española de 1978.
Ha llamado la atención acerca de que a la actual «inestabilidad» se ha llegado alrededor de 40 años después de que los partidos se pusieran de acuerdo en torno a los Pactos de la Moncloa y, seguidamente, acerca del «pacto constitucional», y posteriormente se alcanzara «un acuerdo unánime» para negociar la incorporación de España a la Unión Europea, todo lo cual fue «la excepción» a la ausencia de la «épica de la reforma» de la que ha adolecido el país.
«Ahora tenemos de nuevo los riesgos de desbordamiento», ha advertido González, para quien hay que saber ahora «qué hay que hacer para tener por delante otros 30 años más de previsibilidad encauzada hacia el progreso, la lucha contra la desigualdad, la ampliación de las libertades y la eliminación de toda tentación nacionalista y excluyente».
Ha reivindicado su papel en el origen de la Constitución de 1978 para defender las razones por las que «hicimos» una Carta Magna «no militante y mucho más inclusiva» e «incluyente» que «la que era nuestra referencia desde el punto de vista jurídico constitucional más inmediata, que era la alemana».
Tras subrayar, en todo caso, que «el compromiso para ser representante de los ciudadanos es respetar la Constitución», y opinar que «los que más respeto exigen son los que menos respeto tienen por las instituciones, el ordenamiento jurídico o la división de poderes», ha argumentado que, «como veníamos de una larga» dictadura, todo el «empeño» de los impulsores de la actual Carta Magna era que «fuera lo más garantista posible».
A veces nos excedimos en el garantismo», ha dicho el expresidente, para añadir que «a veces tengo dudas en algunas declaraciones que veo, en gente muy notable en el sector judicial, de que se respete la presunción de inocencia, y lo puedo criticar» –ha abundado–, «porque queríamos una Constitución, pero ser garantista significa también serlo para enjuiciar a los enemigos de la Constitución.
El expresidente ha aludido también a las fórmulas de acatamiento de la Constitución «por imperativo legal», con «un discurso kilométrico explicando que lo que habían dicho no servía para nada», a las que se acogieron determinados diputados en la conformación de las actuales Cortes Generales, explicando que, cuando las escuchó, pensó que él, si hubiera tenido que prometer en esas circunstancias, «hubiera tenido que decir que sí, prometo cumplir y hacer cumplir la Constitución incluso para reformarla y defenderla contra todos sus enemigos que acaban de hablar aquí».
«Pero entonces la habría convertido en militante, y me habría parecido a ellos», ha apostillado González, quien, al hilo, ha pedido «mucha prudencia cuando se dice que en el Código Penal hay que condenar la exaltación del franquismo», porque «algunas veces lo piden gente que han roto el perímetro de la Constitución y están justificando que otros lo rompan por la otra parte».
Ha añadido que, «sobre aquellos principios que hoy veo que no se defienden entre quienes reparten carnés de constitucionalistas, me gustaría que se reflexionara para saber si son capaces de hacer un proyecto previsible de nuestro futuro para los próximos 30 años», porque, «si no, terminaremos de deshacer lo que tenemos sin hacer nada alternativo», ha advertido.
González ha lanzado «una señal de alarma para esa parte del mundo todavía minoritaria que vive en democracia, y que tiene bastantes ataques peligrosos», subrayando que «tenemos muchos problemas de desigualdades generados por la crisis y amenazas de nuevas desigualdades», así como «desafíos gigantescos», y «nuestra guía sigue siendo la de luchar contra las desigualdades desde la defensa de la democracia».
Al hilo, ha sostenido que, «para nuestra supervivencia como proyecto político de lucha contra las desigualdades desde la defensa de las libertades, la democracia es el oxígeno con el que podemos vivir, y en la medida en que se malinterpretan las bases de la convivencia democrática, nosotros somos las principales víctimas», ha dicho González, quien ha confesado que «en lo único en lo que me he vuelto radical es en la defensa de los valores de la democracia».
Eso «a veces me crea problemas, porque no me gusta que Evo Morales falsee las elecciones, como tampoco me gustó que lo hiciera Alberto Fujimori» en Perú, ha apostillado.
También ha llamado a «respetar las instituciones», punto en el que ha indicado que «nunca he sido monárquico, y a estas alturas de la vida ya no me da tiempo a serlo, pero prefiero una monarquía republicana como la que tenemos, que una republiqueta como las que nos proponen».
UNA FUNDACIÓN PARA «APRENDER DEL PASADO»
Por su parte, la directora de la Fundación, Rocío Martínez-Sampere, ha explicado las «ciertas reticencias» que el expresidente trasladó al principio a la conformación de una fundación con su nombre, si bien finalmente aceptó a la creación de esta entidad que aspira a que se pueda «aprender del pasado poniendo a disposición» de los ciudadanos «la memoria cívica, el legado documental» del histórico socialista.
Ha destacado que esta fundación ha realizado «algo único, inédito y extraordinario» en España, al permitir a cualquier ciudadano acceder «con un solo clic» a ese legado, a «nuestro pasado para aprender de él», así como ha reconocido el «valor documental» de «cartas que mandaban ciudadanos» que no eran dirigentes políticos y que han sido incorporadas a este patrimonio.
La directora ha mencionado también el «honor» y la «responsabilidad» que han contraído después de que Pilar Goya, la viuda del también ex secretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba, haya decidido que el «legado» de su marido también forme parte de la Fundación, con la que «queremos construir la memoria de una época fundamental para nuestra época reciente», según ha resumido.