La gestión que está haciendo la Iglesia de la crisis del coronavirus vuelve a estar en la picota después de que haya trascendido que el Obispado de Jerez ha expedido varios certificados a un grupo de fieles de la Adoración Perpetua para ir a misa. El objetivo, que pudieran burlar la denuncia de los agentes de la autoridad durante su traslado desde su vivienda al centro religioso.
El obispo de la Diócesis, José Mazuelos Pérez, expedía el documento para “contribuir a evitar las consecuencias de este mal” y se justifica en que “con la asistencia a la Eucaristía no se conculca la Ley, pues mientras siga vigente el artículo 11 del vigente real decreto, la asistencia a los lugares de culto y ceremonias civiles y religiosas, incluidas las fúnebres, se condicionan a las medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones”.
La polémica ha llevado al Obispado de Jerez a explicar en una nueva nota que no es algo masivo sino un salvoconducto para unos pocos feligreses, y ha reiterado su compromiso con la Salud Pública y la llamada al confinamiento para no ir a misa. «Quiero reiterar con estas letras que no quiero que se extiendan estos certificados indiscriminadamente a nuestros feligreses y deseo que animéis a todos a permanecer en sus hogares en estos tiempos difíciles en los que hemos de ser los primeros en cumplir la normativa vigente”, explicaba el prelado.
CERRAR O NO CERRAR LAS IGLESIAS AL CULTO
La polémica sobre si se deberían cerrar todas las sedes dedicadas al culto (mezquitas, iglesias, y cualquier otro tipo de espacio congregacional) nació con el mismo Real Decreto 463/2020, que dejaba en el limbo la situación de los lugares de culto.
La posición de la Iglesia es conocida: desde el primer momento se ha asegurado y mantenido que las iglesias se mantendrán abiertas. En una entrevista en Radio Nacional el mismo 13 de marzo, el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella, insistió en que «tener las iglesias abiertas es una medida de cierta esperanza».
Al mismo tiempo, públicamente, animan a los feligreses a seguir las misas a través de la televisión, la radio o Internet, y evitar siempre que sea posible ir a misa.
Numerosos gobiernos regionales han solicitado a la Iglesia que cierre las iglesias a fin de evitar los desplazamientos de los feligreses de mayor edad, que son los que en mayor riesgo se encuentran frente al coronavirus. En otros países como Costa Rica, la Iglesia sí ha confirmado el cierre de todos los centros de oración.