Rosa Díez, «caudilla de España»: así aviva Twitter con sus palabras

En época del Coronavirus quizás falten mascarillas en España, pero nos sobran salvadores de la patria. Rosa Díez considera “que es momento de crear un gobierno de emergencia nacional”.

Seguro que el gobierno actual lo podría hacer mejor, pero es el legítimo, no es momento de hablar y pontificar, desde muchas veces la ignorancia. Cualquiera sabe de lo que pasa y cómo se deben hacer las cosas, por encima de lo que digan profesionales y científicos. Una cosa es aportar con sensatez ideas u opiniones y otra, muy diferente, es levantar al pueblo frente al Estado de Derecho.

Twitter indudablemente es una manera de hacer política, es fácil tener con cierto nivel de popularidad y activismo una cierta viralidad y mediatización. En muchos casos es hasta preocupante que personajes que están en segunda fila logren llegar con tan poco esfuerzo al escaparate de la actualidad. Además en esta situación de no poder salir de casa, las personas se aburren y escriben más en sus redes sociales, si esto era posible, y por tanto los riesgos de escribir barbaridades aumentan proporcionalmente al coeficiente intelectual de los autores.

Todo esto lleva consigo una gran actividad por parte de los usuarios y como es lógico, produce unos efectos. Normalmente, en el día a día todos los mensajes pueden tener una mayor o menor influencia, pero ante una situación de pandemia, tenemos que ser todo lo precavidos que podamos, y sobre todo ser responsables.

https://twitter.com/rosadiezglez/status/1243607707761901568?ref_src=twsrc%5Etfw»

En los tweets, sin embargo, Rosa Díez no está encontrando el apoyo necesario para su levantamiento, el pueblo no la sigue.

Mientras que todos nos esmeramos en buscar material sanitario imprescindible para hacer frente al coronavirus, ella está buscando sacos de arena para construir las barricadas.

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¡Alto todo el mundo, que no se mueva nadie!

Algunos tweets incluso, comparan el llamamiento que está haciendo Rosa Díez con el fallido golpe militar del 23-F de 1981. No conviene exagerar, pero tenemos que ser prudentes cuando lanzamos mensajes públicos, y mucho más en situaciones tan delicadas como la actual.