Sánchez culpa a la “fatalidad” de la entrada del virus tras admitir millones de pasajeros de Italia

  • Sánchez permitió hasta el 10 de marzo que se viajara desde la parte infectada de Italia a España.
  • Hasta que se cerrara ese pasillo aéreo, se han colado en dos semanas más de 2,5 millones de pasajeros sin control sanitario.
  • Sólo las conexiones de Milán con diez aeropuertos españoles aportarían 1,9 millones de entradas en una quincena.
  • Pedro Sánchez ya ha dado con la clave de la pandemia en España: es resultado de “la fatalidad”. No es culpa de nadie, ni de gobiernos, ni de países. Asegura que el reparto entre países es “aleatorio”. Pero no han sido aleatorios los vuelos llegados desde el norte de Italia, de la Italia infectada, de la Italia confinada dentro de sus ciudades. España permitió un pasillo aéreo del contagio italiano durante una veintena larga hasta que la prohibió el 10 de marzo y por el que se han colado más de 2,5 millones de pasajeros sin control sanitario alguno.

    Un Boeing 737-700 puede transportar 149 pasajeros. Lo usaba Ryan Air para volar a Italia.  Puede servir de modelo para este análisis: ni el más grande ni el más pequeño. Un avión de dicha compañía viajaba diez veces al día de Milán a Madrid. Cada día podría trasladar a casi 1.500 personas que habían estado en la capital contaminada.

    Pero el número total de vuelos diarios de Madrid a Milán no era diez. Si se suman todas las compañías ofertadas en las webs de búsqueda aéreas, eran 219 vuelos diarios Madrid-Milán. Eso supone, con dicho avión modelo, 32.631 pasajeros al día, 456.834 en dos semanas, entrando en la capital de España desde el corazón de la región infectada.

    Sumemos Barcelona operando con 146 vuelos diarios a Milán: 21.754 pasajeros diarios, 304.556 en dos semanas. En esos quince días, ambas capitales españolas sumarían 761.390 pasajeros de alta peligrosidad procedentes de Milán.

    No podemos olvidar Venecia, 101 vuelos diarios desde Madrid: 15.409 pasajeros diarios, 215.726 en dos semanas. Y otros 66 vuelos diarios a Barcelona: 9.834 pasajeros diarios, 137.676 en dos semanas. Venecia exportaba a España al menos 353.402 potenciales infectados de coronavirus.

    Ni tampoco podemos orillar Turín: 21 vuelos diarios con Madrid: 3.129 pasajeros diarios, 43.806 en dos semanas. Y Barcelona: cinco vuelos diarios, 745 pasajeros diarios, 10.430 en dos semanas. Más cinco vuelos diarios con Bilbao, otros 10.430 pasajeros en dos semanas. Turín remitió a España 64.666 pasajeros en plena expansión de la enfermedad.

    Habría que sumar otra serie de aeropuertos italianos muy concurridos como Florencia, con 29 vuelos diarios con Madrid: 4.321 pasajeros diarios, 60.494 en dos semanas. Más 34 conexiones con Barcelona: 5.066 pasajeros diarios, 70.924 en dos semanas. Más cinco vuelos diarios con Bilbao, otros 10.430 pasajeros en dos semanas. La bella ciudad renacentista mientras sufría el contagio descargó al menos 141.848 pasajeros en España.

    No contaremos más aeropuertos italianos, ni las posibles conexiones de dichas ciudades ni de las citadas con otras capitales españolas. Pero debemos recordar que Milán tiene vuelos diarios con varias capitales más españolas, aparte de Madrid y Barcelona:

    Mallorca: 126 vuelos diarios a Milán: 18.774 pasajeros diarios, 262.836 en dos semanas.

    Valencia:146 vuelos diarios a Milán: 20.440 al día, 34.2160 en dos semanas.

    Málaga: 141 vuelos diarios: 21.009 al día, 84.036 en dos semanas.

    Alicante:129 vuelos diarios, 19.221 pasajeros al día, 269.094 en dos semanas.

    Bilbao: 112 vuelos diarios 16.688 pasajeros diarios, 233.632 en dos semanas.

    Sevilla:109 vuelos diarios, 16.241 pasajeros diarios, 227.374 en dos semanas.

    Vitoria: un vuelo diario, 149 pasajeros, 2.086 en dos semanas.

    Ibiza: 5 vuelos diarios, 745 pasajeros al día,10.430 en dos semanas.

    Las conexiones de Milán con esos ocho aeropuertos españoles suman 1.198.554 pasajeros llegados a España de la zona italiana conflictiva del coronavirus. Al incluir Madrid y Barcelona alcanzamos la cifra de 1.959.944 pasajeros peligrosos procedentes de Milán.

    Añadamos las conexiones españolas con Turín, Venecia y Florencia: esto nos dispara a un total de 2.519.860 pasajeros que “aleatoriamente” pudieron portar el coronavirus a España por mera “fatalidad” desde el norte de Italia, la zona castigada por el coronavirus.

    Conviene repasar la situación de Italia mientras se toleraba tal chorro de vuelos hacia España. El 22 de febrero el número de pacientes y de contagios en el país había conducido a la cuarentena obligatoria de unas 250 personas y al aislamiento de 10 localidades limítrofes con el foco original de Lombardía, en total unos 50.500 habitantes. El 9 marzo, el primer ministro ordenó el confinamiento a 16 millones de personas de Lombardía y otras 14 provincias del norte.

    Más de dos semanas después (18 días), 2,5 millones de pasajeros después, el 10 de marzo el Gobierno prohibía los vuelos a Italia.

    El 11 de marzo, el Gobierno italiano amplió la cuarentena a todo el territorio nacional y cerró todos los negocios menos alimentación, farmacias, estancos y quioscos. Giuseppe Conte lanzó un eslogan: “Yo me quedo en casa”. Hasta el 28 de marzo de 2020, ha habido 92.472 casos confirmados, 10.023 muertes, 12.384 recuperaciones y 70.065 casos activos en Italia.

    Pero antes de quedarse en casa, miles de italianos y españoles volaron desde la zona cero europea de la nueva peste arrastrando una tasa desconocida del virus.

    Ni por tanto hubo cuarentena alguna, ni seguimiento, de posibles pasajeros infectados. Queda para los estudiosos analizar el mapa de esos 2,5 millones de pasajeros como focos potenciales de infección. Será casualidad el impacto en Madrid y Barcelona.

    Las cifras oficiales de pasajeros no se saben. El Gobierno nunca las difundió. Invito a que lo haga ahora. La ocupación real de los vuelos no está a mi alcance. Pero aunque hubiera una merma por tal razón se compensa de largo con los aeropuertos italianos y españoles que he declinado computar y porque sólo he contabilizado dos semanas de vuelos. Podría haber añadido una semana más, cuando la pandemia ya era un hecho público en el norte de Italia.

    Incluso aunque los aviones fueran semivacíos habría entrado más de un millón de pasajeros de una zona confinada y contagiada. Sánchez ha urgido un cordón sanitario frente a la extrema derecha, el mismo que quería aplicar la derecha a sus socios. Pero no fue tan ágil en plantear un cordón sanitario donde era más acorde: la zona vecina más afectada por coronavirus. Hasta el 28 de marzo de 2020, ha habido 92.472 casos confirmados, 10.023 muertes, 12.384 recuperaciones y 70.065 casos activos en Italia.

    Un solo portador genera cuatro contagios de media. Puedo equivocarme en la suma. Puedo equivocarme al alza o a la baja. Pero siempre será más error permitir la entrada incontrolada de pasajeros infectados cuyo contagio en el propio vuelo (espacio cerrado, a menos de un metro) han podido compartir a placer de forma “aleatoria” y por mera “fatalidad”. De tal manera que si el avión salió de Milán con dos portadores, pudo aterrizar con diez. Y ya en tierra, a cumplir el mensaje bíblico: “creced y multiplicaos, y llenad la tierra”.

    Si dependemos de la fatalidad, no hace falta gobierno. Nos gobierna la fatalidad.