El Papa Francisco ha venido a marcar distancias entre su forma de gestionar el Vaticano y la iglesia Católica y sus predecesores. Son frecuentes sus salidas de tono o su flexibilidad a las costumbres más recalcitrantes de una institución que debería darle las gracias a un pontífice que está haciendo más por «salvarla» de lo que han hecho todos los Papas anteriores.
1Se acabaron los tiempos del carnaval
Las primeras cuarenta y ocho horas de Pontificado dieron señales de cómo la sencillez iba a ser la tónica general del Papa Francisco. El maestro de ceremonias le ofrecía al recién inaugurado Papa la tradicional capa roja de armiño que se utiliza en ocasiones especiales, pero éste la rechazó. «Se acabaron los tiempos del carnaval» manifestó.
Además, también miró con despropósito al secretario de Benedicto XVI cuando le mostró la casa papal que se iba a convertir en su hogar y exclamó: «No necesito tanto espacio. Aquí caben 300 personas».
Cuentan los periodistas que cubrieron aquellas primeras horas tras la fumata blanca de la Capilla Sixtina, que la palabra más repetida en la rueda de prensa fue «sencillez».