El comisario jubilado y en prisión provisional José Manuel Villarejo ha denunciado que existe una «campaña de destrucción de la Monarquía» por parte de «dirigentes faltos de talla y de escrúpulos» y qué él sigue en la cárcel porque se ha negado a hablar del Rey emérito a pesar de los «chantajes sistemáticos», pero ha asegurado que «jamás» declarará contra la Corona.
«Han sido sistemáticos los chantajes, desde julio de 2018, que se me han ‘ofrecido’ para que hable de Juan Carlos I, contra su figura y su trayectoria y su proyección fuera de España, a cambio de mi libertad. Repito una vez más, que aunque ello hace que permanezca en prisión, jamás declararé contra la Corona ni en la Audiencia Nacional, ni en Suiza, ni en el Reino Unido, ni donde los podemitas y sus fiscales afines estén actuando», afirma Villarejo en un comunicado remitido a través de su defensa.
Para Villarejo, «los españoles necesitarán más que nunca de instituciones sólidas como la Monarquía» cuando este «episodio aciago» concluya, en referencia a la pandemia de coronavirus, una crisis que, en su opinión, está siendo «gestionado a remolque tras haberse consumado negligencias de una gravedad extraordinaria» por parte de unos gobernantes a los que califica de «incapaces» y «más enfocados en la propaganda que en la administración y defensa del interés general».
«INTERESES ESPURIOS» DE SANZ ROLDÁN
En su comunicado, el expolicía, en prisión preventiva desde noviembre de 2017 por delitos como organización criminal, blanqueo, cohecho, revelación de secretos, extorsión y contra la Hacienda Pública, carga contra el exdirector del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Félix Sanz Roldán y el juez instructor de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón.
En lo que respecta al primero, le acusa de causar un «enorme daño», por su «torpeza» e «intereses espurios» y para «protegerse personalmente», al «gran músculo empresarial, concentrado en las compañías del Ibex 35, a las que tantos problemas ha ocasionado», además de a «esa Corona que había jurado proteger».
Según Villarejo, «fruto de su inconsciencia y su insensatez», Sanz Roldán ha hecho «el caldo gordo a los enemigos» de la Monarquía, «facilitando la obsesiva tarea de demolición que están engrasando estos días movimientos y partidos antisistema con representación parlamentaria».
Sobre García Castellón, el comisario jubilado le acusa de llevar a cabo «una suerte de proceso extrajudicial y paralelo» contra él, y se define como una «víctima de la ceremonia de la confusión que llaman causa judicial, plagada de manipulaciones, alteraciones y destrucciones descaradas de pruebas con el pintoresco argumento de que hay que expurgarlas por la seguridad del Estado, aun cuando, casualmente, sólo las que afectan a los que ahora están en el gobierno, esto es, al PSOE y a Podemos.
Por ello dice que ha pedido «declarar voluntariamente» sobre el contenido de todo el material que se le intervino en su detención, también de las causas secretas, para que «se conozca toda la verdad» y antes de que ese material «se destruya y elimine», porque «qué casualidad que todo lo que no interesa que salga se dice que está encriptado y sólo se desencripta lo que interesa cuando la clave que introducían colaboradores del CNI era única y, por lo tanto, todo está desencriptado».
«Qué casualidad que sólo se hayan abierto causas contra ‘la cloaca’ del PP y contra las demás ‘cloacas’ por qué no. Qué casualidad que se citara a Pablo Iglesias como perjudicado en pleno proceso electoral por un pen drive que no estaba encriptado y que tenía la policía desde noviembre de 2017 introduciéndose a través de un informe por Asuntos Internos, dependiente del ministro del Interior, para su descarada utilización política», resume.
CHECAS COMUNISTAS
Villarejo aprovecha para censurar también el trato sufrido en la cárcel madrileña de Estremera, donde está preventivo desde hace dos años y medio. Según afirma, ha estado «encerrado durante 45 días, 15 horas diarias, en una celda con un asesino esquizofrénico» y denuncia una «operación consistente en trasladar de otras cárceles a presos violentos con la sola intención» de provocarle y «erosionar» su salud.
También afirma que ha sido objeto de un «orquestado maltrato» para causarle subidas y bajadas de tensión, una «acción típica», según Villarejo, de «las checas comunistas» para «forzar la montaña rusa emocional en una víctima, en la idea de que será más fácil que sea sacudida por un ictus o un ataque al corazón». «Me han vejado y humillado y, aún así, sigo mentalmente entero y dispuesto a pelear como el primer día», asegura.
Ante una «España sacudida, vapuleada y arrasada por el maldito virus que llegó de la China», el comisario jubilado pide que «todo el personal del Estado que cobardemente se está concentrando durante más de dos años» en destruirle, use sus capacidades «al servicio del bien para ayudar a los compatriotas más vulnerables».
«Hago estas manifestaciones, no por el temor a mi vida, riesgo que hace mucho tiempo asumí al aceptar las misiones que en interés de mi país realicé en los peores escenarios; las realizo para que nadie justifique mi eliminación en estos días de caos con la excusa de que soy un peligro para la seguridad del Estado. Lo único que está en peligro es el pellejo de algunos por todo lo que estoy dispuesto a decir cuando me dejen declarar sobre ciertos asuntos que llevo pidiendo desde el primer día», advierte Villarejo, quien denuncia que están «eliminando concienzudamente todo el material» que se le incautó y que «evidencia cómo se ha actuado en España en los últimos 35 años».
Villarejo dedica el último párrafo de su comunicado a trasladar su «solidaridad y ánimo a los españoles para luchar y sobreponerse a una adversidad tan descomunal» como la pandemia de Covid-19, de la que afirma que «resultaría mucho más sencillo salir» actuando «de forma compacta y unida». «Animo a los españoles a luchar por su futuro en estos momentos tan luctuosos, recordándoles que el momento más oscuro es justo un instante antes de empezar el amanecer», subraya.