El ministro de Consumo, Alberto Garzón, se ha convertido en el centro de todas las críticas por su actitud frente a determinadas culturas. Si se trata del Ramadán (un mes en el que los musulmanes practican el ayuno diario y que este año tendrá lugar entre el 23 de abril y el 23 de mayo), el profundo respeto de Garzón por otras culturas se impone. Pero cuando se trata de la religión que moldeó la suya a lo largo de la historia, la cosa cambia. Incluso en plena Semana Santa se ha permitido el lujo de preguntar con sorna a los suyos que qué película le recomiendan para una fecha importante para muchos, si La Vida de Bryan o Jesucristo Superstar, dos largometrajes de comedia sobre la religión cristiana.
El gesto en sí no es, ni mucho menos, un agravio para nadie. Lo que sí ha despertado la ira de muchos usuarios de las redes sociales es cómo Garzón trata otras religiones y cómo se refiere a la mayoritaria de España. Si se trata del cristianismo, el cachondeo y las mofas están más que permitidas, pero si se trata del Ramadán, hay que felicitarlo con una solemne actitud y un profundo respeto.
«Ayer comenzó el Ramadán. Desde un espíritu laico, deseo tiempo de alegría para todas las personas musulmanas». Este mensaje está escrito el 28 de mayo de 2017 por Alberto Garzón. Y este otro es de este 10 de abril de 2020: «Me acaban de pedir opinión sobre la mejor película para semana santa… y me surge la duda: La vida de Bryan o Jesucristo Superstar».
Las críticas le han llegado incluso desde el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, quien no ha dudado en sacar los colores del ministro. «Hay quien sigue sin entender la tragedia que estamos viviendo. Así no».
Todo este debate se enmarca en dónde está el límite para mofarse sobre las creencias de los demás, pero sobretodo, cuándo y en qué contexto debe hacerse. El mensaje de Garzón no ha sentado bien por varias razones. La primera es que la crisis del coronavirus debe ser abordada con prudencia, solemnidad y sobretodo sin cachondeo desde el Gobierno. Y la segunda que por qué motivo se trata con un profundo respeto desde la izquierda española a culturas extranjeras y se critica y machaca la mayoritaria del país.
Esto no se limita solo a los musulmanes. Hace tan solo unos días el vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias también se lanzó a alabar la cultura gitana con respeto y casi devoción mientras que para el cristianismo siempre ha tenido palabras algo más hostiles. «Hoy es el #DíaPuebloGitano, en el que se conmemora el día en el que instauraron su himno y su bandera. Hoy sonará «Gelem, Gelem» en muchos hogares. Mi abrazo al pueblo gitano, parte indisoluble del alma y la cultura de nuestro país», destacó el pasado 8 de abril el líder de Unidas Podemos.
Las palabras de Iglesias despertaron también cientos de críticas por haber alabado al pueblo gitano y haber criticado al cristianismo en muchas ocasiones. Sobretodo porque no le importa aceptar las raíces de una etnia que está muy arraigada en el país pero sí que pone problemas para aceptar la religión mayoritaria que lo ha moldeado.
A esta doble vara de medir cultural, se le añade la crisis de la pandemia que ha afectado a todo el país. «¿Haría bromas el ministro Garzón en pleno Ramadán con 16.000 musulmanes muertos? Pues eso señor Garzón, un poco de humanidad, de respeto, de sentido común». Algo que tampoco ha sentado bien a Martínez Almeida y que Garzón se niega a comentar.