Incluso pequeñas cantidades de leche materna influyen fuertemente en la acumulación de poblaciones virales en el intestino del bebé y proporcionan un efecto protector contra los virus potencialmente patógenos, según investigadores que examinaron a cientos de bebés en un estudio de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos).
En su trabajo, publicado en la revista ‘Nature’, midieron el número y los tipos de virus en las primeras deposiciones, el meconio, y en las deposiciones posteriores de los recién nacidos en los Estados Unidos y Botswana, utilizando una secuenciación avanzada del genoma y otros métodos. Al nacer, los bebés tenían poca o ninguna colonización, pero al mes de vida las poblaciones de virus y bacterias estaban bien desarrolladas, con números de virus que alcanzaban los mil millones por gramo de contenido intestinal.
La mayoría de la primera oleada de virus resultó ser depredadores que crecen en las primeras bacterias que colonizan el intestino del bebé. Más tarde, a los cuatro meses, los virus que pueden replicarse en las células humanas y potencialmente enfermar a los humanos fueron más prominentes en las heces de los bebés.
Se observó un fuerte efecto protector de la lactancia materna, que suprimió la acumulación de estos virus potencialmente patógenos. Se observaron resultados similares para los bebés de los Estados Unidos y Botswana. Otra conclusión de este trabajo fue que la leche materna podía ser protectora aunque a veces se mezclara con la leche de fórmula, en comparación con una dieta de sólo fórmula.
«Estos hallazgos pueden ayudarnos a entender mejor por qué algunos bebés se enferman y desarrollan infecciones que ponen en peligro su vida en sus primeros meses de vida», explica el autor principal del trabajo, Frederic Bushman. El país de origen de los recién nacidos también jugó un papel importante en la prevalencia de las infecciones virales. Los bebés de Botswana tenían más probabilidades de tener esos virus potencialmente dañinos en sus heces en esa marca de 4 meses, en comparación con las heces de los bebés de los Estados Unidos.
«La ubicación de la madre y el bebé parece desempeñar un papel, probablemente debido al tipo y número de microorganismos a los que los bebés están expuestos en el medio ambiente. No obstante, los bebés nacidos en Botswana todavía parecían beneficiarse de la lactancia materna, ya sea exclusivamente o además del consumo de fórmula», indica otro de los autores, Guanxiang Liang.