Organizaciones de universitarios han pedido al Gobierno que permita el regreso de estudiantes a sus residencias para recoger los apuntes, ordenadores y materiales necesarios para los exámenes de este curso, que concluirá a distancia en la mayoría de las universidades españolas por la pandemia del coronovirus.
«Es un problema que está muy extendido, y que afecta sobre todo a estudiantes de carreras técnicas», señala a Europa Press Laura Alcaide, de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de las Universidades Públicas (CREUP). En España, hay más de 100.000 universitarios que estudian lejos de sus comunidades autónomas de origen, según datos de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE).
Junto a la Comisión Permanente del Consejo de Estudiantes Universitario del Estado (CEUNE), la CREUP ha solicitado por escrito tanto al Ministerio del Interior como al de Universidades «un mecanismo común para todas las provincias y comunidades» que permita a los universitarios acudir a por las pertenencias que dejaron en sus residencias de estudio cuando regresaron al domicilio familiar a pasar la cuarentena.
La mayoría de estos desplazamientos pueden producirse de forma segura y sin contacto con otras personas que pudieran suponer un riesgo de contagio», exponen estas organizaciones estudiantiles, que proponen regresos escalonados, como se estaban programando en algunas universidades con autorización de sus respectivas delegaciones y subdelegaciones del Gobierno.
El decreto del Estado de Alarma del pasado 14 de marzo permite el «retorno al lugar de residencia habitual» y también los desplazamientos de «cualquier otra actividad de análoga naturaleza». Conforme a ese artículo del decreto, las universidades habían comenzado a tramitar autorizaciones alentadas por las delegaciones del Gobierno, aseguran desde la CREUP, aunque después se detuvieran los desplazamientos.
La gallega Noemí Fariñas, de 21 años, tenía previsto la semana pasada cruzar toda España partiendo desde O Carballiño (Ourense), su localidad natal, rumbo a Castellón, donde estudia un grado Criminología y Seguridad. Tenía el respaldo de su universidad, la Jaume I, para que el 17 de abril pudiera visitar el piso donde reside en la ciudad levantina.
«Ese mismo día me dijeron que no podía volver. Hay cierta confusión», confiesa preocupada. En su casa de Ourense no tiene ni siquiera un ordenador con cámara o micrófono para hacer exámenes por internet. Noemí viajó al nido familiar aprovechando unos días de vacaciones antes del Estado de Alarma, y el decreto de confinamiento le dejó con los apuntes y el portátil a más de 900 kilómetros de distancia.
SIN NOTICIAS DEL GOBIERNO
La Universidad Complutense de Madrid, donde buena parte de sus más de 70.000 estudiantes proceden de otras regiones españolas, admite que siguen esperando instrucciones claras desde el Gobierno. Allí, su vicedecanato de Estudiantes ya tenía preparados documentos que justificaran viajes para recoger enseres.
«Empezamos a tramitarlos, pero hemos parado a la espera de nuevas instrucciones de la Delegación del Gobierno», explican desde la Complutense, que ha trasladado al ministro de Universidades, Manuel Castells, la necesidad de los estudiantes que se sumaron a la diáspora tras la suspensión de las clases en Madrid, que se produjo el pasado 11 de marzo, días antes del Estado de Alarma. Una situación que, en principio, se prolongaría apenas dos semanas.
Uno de ellos fue el granadino Javier Lobillo, que cursa Matemáticas e Informática en Madrid y decidió evitar la soledad en su colegio mayor de la Ciudad Universitaria para pasar la cuarentena en la familia, ya que no presentaba síntomas de contagio.
Me vine pensando que iban a ser unas semanas como mucho, y ahora resulta que voy a tener que hacer los exámenes desde aquí», relata a Europa Press desde su domicilio de Granada. En la maleta, Javier echó apuntes y libros para continuar el curso a distancia, pero no los suficientes para afrontar con posibilidades las próximas evaluaciones.
«Lo que más necesito son los libros que me dejé en el colegio mayor y un ordenador, porque he tenido la mala suerte de que se me ha roto el que tenía aquí. Tengo claro que tengo que volver a Madrid en algún momento, pero legalmente no puedo. No le puedo decir a la Policía que vengo desde Granada para coger unos apuntes. Y hay mucha gente en esta misma situación, porque nadie se ha traído todo cuando ha vuelto a casa», asegura el joven.