El Partido Nacionalista Vasco (PNV), parecía hasta ahora un ‘animal político’ indestructible. Esta fuerza centenaria gobierna apaciblemente Euskadi, controla las tres capitales vascas, cogobierna en Navarra e influye, y cada vez más, en Madrid.
El secreto de su éxito es el pragmatismo sin estridencias: no apoyaron la Constitución y no son tachados de anticonstitucionales porque no hacen guerra contra ella, ningunean a la Casa Real y no son calificados de antimonárquicos, y caen bien tanto a la izquierda pop como al empresariado.
El PNV, siendo un partido que en Euskadi apuesta de forma decidida por la externalización en Sanidad y la concertación en Educación, consigue que Pablo Iglesias muestre hacia ellos una fascinación casi infantil.
¿El motivo del éxito de la izquierda española hacia el PNV? Lucharon contra Franco, son republicanos, llevan décadas toreando al bipartidismo y envían a Madrid a personajes brillantes como Aitor Esteban, que lo mismo defiende los negocios vascos en la capital de España que noquea parlamentariamente a Santiago Abascal.
EL PNV ENTRA EN CRISIS
Parecía que no iba a llegar el momento, pero el PNV ha entrado en crisis. Y eso que el comienzo del año no podía ser mejor para ellos, convertidos en puntal imprescindible para un Gobierno central que está acelerando la transferencia de competencias hacia el norte.
Los jeltzales se relamían ante Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que iban a tener que conceder fuertes inversiones en Euskadi y Navarra a cambio de aprobar esos presupuestos que se quedaron en un cajón por la crisis sanitaria.
Las encuestas pronosticaban un cómodo triunfo de Iñigo Urkullu, que ha llevado unos años revuelto porque EH Bildu, PP y Podemos aplicaban su mayoría sobre el Gobierno compuesto por el PNV y el PSE. Y las cosas parecían cambiar porque nacionalistas y socialistas, según todas las encuestas, iban a alcanzar la mayoría absoluta en suma.
Pero la reputación impoluta del PNV ha quedado enterrada en Zaldívar junto al de dos trabajadores (Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán), cuyos cadáveres siguen sepultados bajo toneladas de desperdicios.
EL PNV Y LAS COMPETENCIAS
El PNV, al igual que el resto de formaciones nacionalistas periféricas, han sacado por la suspensión temporal de algunas competencias. Los jeltzales han denunciado la «improvisación» del Gobierno central y se han distanciado del PSOE.
Aunque hay cierta pose teatral en el divorcio. Porque Pedro Sánchez necesita a Aitor Esteban con la misma intensidad que Iñigo Urkullu necesita a Idoia Mendia. Y ambas fuerzas están condenadas a entenderse, tal como lleva sucediendo desde hace treinta y cinco años.
CONSEJOS VENDO…
Urkullu no quería montar una mesa de partidos para analizar la crisis hasta que el PSE la apretó las tuercas. Y eso que fuentes de la dirección del PNV habían señalado a ETB que «Euskadi no necesita nuevos foros, sino que necesita unidad en los foros que ya existen, apoyo a las instituciones y responsabilidad en los dirigentes y partidos políticos».
El responsable de Política Institucional del PNV, Koldo Mediavilla, a pesar de la incapacidad de su partido para llegar a acuerdos durante una legislatura autonómica en la que han llegado a acusar al PP y a EH Bildu de hacer una pinza contra ellos, ha decidido impartir clases políticas a Sánchez y Casado.
MEDIAVILLA CONTRA PSOE Y PP
Mediavilla dice que PSOE y PP «lejos de abandonar sus reivindicaciones banderizas, han vuelto a encabezar la cofradía del reproche y del enfrentamiento. Hemos vuelto a la encarnizada pugna de unos y otros a garrotazos, mientras la sociedad sufre y aguarda temerosa las durísimas consecuencias de un empobrecimiento por inactividad que nos sumirá en una depresión tremenda».
Con cierta mirada arrogante asegura que ambos partidos estatales conjugan «la palabra acuerdo, pero no como voluntad sincera de concordia sino como arma arrojadiza cuya ausencia será imputada al de enfrente».
«Acuerdo para la reconstrucción, dicen. Pero unos y otros entienden esa cita de manera diferente. Unos para afianzar su imagen de salvadores y explotan en máxima audiencia televisiva el perfil de su líder. Como si fuera Churchill y sus sentidos discursos. Y otros para cercenar la solvencia de los de enfrente intentando cobrarse la factura de la perdida moción de censura y su pase a la oposición», añade.
Mientras tanto Aitor Esteban, que tiene ‘enamorados’ a los cronistas parlamentarios de todos los medios de comunicación acreditados en el Congreso, exige al PSOE que la desescalada la administren los gobiernos autonómicos. Y no parece que lo tenga fácil…