«Jarabe democrático»: La receta de Iglesias que se ha vuelto contra el Gobierno

  • El propio vicepresidente del Gobierno ha sufrido escraches en su casa y se ha blindado con coches patrulla.
  • El ministro de Transportes, José Luis Ábalos, también ha recibido protestas en la puerta de su casa.
  • Iglesias decía que los escraches eran una herramienta del pueblo para exigir explicaciones a las élites.
  • Parece que ese «jarabe democrático» del que presumía un joven Pablo Iglesias se ha vuelto contra el Gobierno. Para el vicepresidente del Gobierno, los escraches eran una herramienta útil del pueblo para democratizar los debates. «Interpelar a las élites», decía. Pero ahora, algunos miembros del Ejecutivo han sufrido caceroladas en la puerta de su casa como crítica a la gestión de la pandemia. Y a pesar de haberse blindado tras varios coches patrulla, la situación se vuelve cada vez más incómoda. Especialmente para el propio Pablo Iglesias y su pareja y ministra de Igualdad, Irene Montero, y para el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, ya que las protestas, los gritos y los insultos han llegado a las puertas de sus viviendas particulares.

    Si hay algo por lo que se caracterizan algunos de los dirigentes y ministros de este Gobierno es por haber promulgado un discurso agresivo y hostil contra la élite (o la casta, como la llamaba el joven revolucionario Iglesias) a lo largo de su carrera política y por haberse moderado considerablemente cuando se han convertido en parte de ella. Esas palabras que dijo el joven Iglesias sobre los escraches ahora seguro que las ve de manera muy distinta después de que las protestas, las caceroladas y los insultos hayan llegado a la misma puerta de su casa. «Hacía falta ya que se viera en los medios a la gente pidiendo cuentas a las élites», decía en su programa.

    Ahora, el vicepresidente se ha blindado tras muchos coches de la Guardia Civil para que esa «gente» de la que hablaba no pueda incomodarle más de la cuenta en su propia casa. Y lo mismo, exactamente idéntico, le ha pasado al ministro de Transportes, José Luis Ábalos, ya que después de que el periodista Javier Negre filtrara dónde residía, decenas de manifestantes han acudido a la puerta de su casa a mostrar su indignación. O, como dice Iglesias, a pedir cuentas a las élites.

    Algunos dentro de Unidas Podemos dicen que es la propia derecha la que moviliza esas protestas. Otros hablan directamente de que son los ricos, para evitar dar por hecho que parte de ese pueblo con el que se llenaban la boca en los discursos se ha vuelto en su contra. Pero en cualquier caso sí que está claro que la tensión en la calle crece por días, casi tanto como la ruina de algunos ciudadanos por no poder salir a la calle a hacer su trabajo.

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    En el caso de Iglesias, literalmente se ha rodeado de coches de guardias civiles. Su extenso chalet del municipio madrileño de Galapagar se ha blindado a base de vehículos para evitar que los ruidos le molesten. Desde que se comprara ese lujoso chalet, hay gente que se ha dedicado a intentar recordarle que ya es parte de la casta. Y su respuesta ha sido implantar una garita para que los guardias civiles vigilen su casa las 24 horas.

    Sobre el imaginario de cada uno queda pensar qué habría dicho ese joven Iglesias que veía los escraches como algo positivo sobre un vicepresidente que se blinda con decenas de coches patrulla y que se compra un chalet de 600.000 euros al poco de entrar en la política. Pero eso ya es cosa del pasado.