La Sección 10 de la Audiencia de Barcelona juzga desde este lunes a dos acusados por su presunta implicación en una violación en grupo de una menor de 14 años en Pineda de Mar (Barcelona) en 2018, y este jueves la sala ha visionado la declaración de la víctima en prueba preconstituida, quien ha confirmado los hechos: «Sentí asco y miedo».
La sesión de este jueves se ha realizado en la sala de vistas del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) para tener más espacio y guardar las distancias de seguridad ante el Covid-19, y ha contado con la presencia de público.
La Fiscalía pide 164 y 149 años de prisión para los dos hombres acusados de la agresión sexual a la menor, por la que hay otros dos implicados que en el momento de los hechos –en marzo de 2018– tenían 17 años, y están pendientes de juicio en un juzgado de menores.
En el vídeo de su declaración, la menor relata cómo la tarde del 22 de marzo de 2018 un grupo de adolescentes y adultos la agredieron sexualmente en una masía abandonada, lo grabaron y después difundieron el vídeo en Instagram.
La víctima explica que, antes, ella accedió a mantener relaciones con un grupo de jóvenes de su edad en un edificio cercano, y que los acusados, junto a una decena de hombres que se quedaron a mirar la agresión, llegaron más tarde: «Gritaba pero nadie me podía oír porque estaba en medio de la montaña», ha explicado sobre el momento de la agresión.
«Sentí asco y miedo», expresa, y cuenta en la grabación que al volver a casa por la noche tomó una gran cantidad de pastillas para intentar suicidarse, lo que han confirmado los médicos forenses durante la prueba pericial, en la que han señalado varios intentos de suicidio en el historial de la menor.
Los médicos han explicado en el juicio que la menor tiene varios antecedentes psiquiátricos que la hicieron más vulnerable ante la situación, tiene un diagnóstico de estrés post-traumático con secuelas que perdurarán en el tiempo, y pasó 45 días ingresada después de la agresión.
NIEGAN LA ACUSACIÓN
Los dos acusados declararon ante las magistradas el lunes, y negaron los presuntos delitos de agresión sexual que se les imputan: ambas defensas sostienen que las relaciones con la menor fueron voluntarias, y que fue ella quién se ofreció y propuso ir a un lugar más apartado después de encontrarla donde mantenía relaciones consentidas con menores.
La defensa persigue acogerse a una excepción en el Código Penal para los abusos a menores, por lo que pretende demostrar que la víctima parecía mayor, de unos 16 años: a partir de esa edad, las relaciones consentidas entre un menor y un adulto son legales; antes, solo si es con «una persona próxima al menor por edad y grado de desarrollo o madurez».
En la sesión de este jueves han declarado varios menores, testigos del momento en el que la menor se fue con varios jóvenes, que han coincido en negar que fuera forzada a ir con ellos ni a mantener relaciones.
También ha declarado la educadora social del centro de jóvenes al que acudían los acusados y varios testigos, y fue quien alertó a los Mossos d’Esquadra y los servicios sociales de lo ocurrido: «No le daban importancia. No eran conscientes del daño que habían hecho», ha dicho sobre la actitud de los menores el día después.