jueves, 12 diciembre 2024

Lorenzo Silva ve en la destitución de Pérez de los Cobos un «giro desafortunado»

El escritor Lorenzo Silva considera que la destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos como responsable de la Guardia Civil en la Comunidad de Madrid a causa del informe sobre el 8M fue un «giro desafortunado» y cree que en torno a estas diligencias «se ha montado una tormenta apocalíptica», según ha señalado este martes durante una rueda de prensa telemática en la que ha presentado su nueva novela, ‘El mal de Corcira’ (Destino), un viaje al pasado de su personaje Bevilacqua en su lucha contra ETA en el País Vasco.

Tal y como ha señalado, el archivo era «razonable, razonado y esperable». «A lo mejor, si alguien hubiera sido más paciente, se hubiera puesto menos nervioso y lo hubiera sacado menos de quicio, todo esto que ha sucedido nos lo podríamos haber ahorrado», ha afirmado el escritor, que ha tenido oportunidad de leer el informe de la policía judicial sobre el 8M, al que a su juicio «probablemente le sobra literatura y le falta control de calidad» aunque ha señalado que «no todo es una chapuza» y ve un «trabajo policial razonable».

En cualquier caso, Silva se ha preguntado si esto es razón para «fulminar» a Pérez de los Cobos, «sin ninguna sospecha de sesgo idológico», y ha afirmado que «hay maneras de hacerlo» más allá de «un domingo por la noche» con una persona que lleva «tres décadas de servicio», al tiempo que ha reflexionado sobre la incapacidad de «normalizar» lo que supone un informe de la policía judicial, que se filtra «cuando interesa para respaldar posturas como si fueran sentencias».

Desde Illescas (Toledo), donde el autor ha pasado el confinamiento por la pandemia del coronavirus, Lorenzo Silva ha desgranado algunas de las claves de su reciente novela, una nueva entrega sobre la saga los guardias civiles Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, en la que ha volcado la información sobre la lucha antiterrorista que ha acumulado durante los últimos años así como los testimonios de algunos de los protagonistas de los años de terrorismo etarra, tanto de víctimas, como de guardias civiles o personas próximas al entorno aberztale.

Silva pensó que, tras la disolución definitiva de ETA en 2018, era el momento de indagar en el pasado de Bevilacqua y que ya era prudente contar lo que sus fuentes en la Guardia Civil le habían transmitido durante este tiempo sobre el terrorismo etarra, que en su opinión es uno de los grandes capítulos de la historia contemporánea y «la gran historia policial».

FICCIÓN Y REALIDAD

Tal y como ha señalado, los hechos que narra en ‘El mal de Corcira’ son «ficticios», pero están hechos de «miles de detalles» que son «verdaderos» hasta en los puntos «más estrafalarios», como la experiencia de un suboficial, disfrazado de sacerdote, para adentrarse en un pueblo abertzale sin levantar sospechas, o el asesinato de un hombre con cinco tiros en presencia de su hijo pequeño, con quien Silva ha tenido la oportunidad de hablar. «Guarda eso como no os podéis imaginar», ha dicho.

En este sentido, Silva ha lamentado que la literatura o la ficción audiovisual se han quedado «cerca del entorno vasco» y han «ignorado a los forasteros que estaban allí» y que, según ha destacado, «pusieron entre sus muertos a sus propios hijos y parecen estar ausentes del relato». «Como son españoles y no vascos, no son importantes», ha criticado el escritor, quien los reivindica como «fundamentales» en su historia. «Sin estos españoles no vascos no existiría la paz y la libertad», ha recalcado Silva frente a la versión «exclusivamente vasca», al tiempo que ha destacado que el término municipal donde ha habido «más cadáveres» ha sido Madrid.

El autor ha defendido que no solo ha hablado con guardias civiles o con víctimas, sino también con etarras, una situación que ha sorprendido a los amigos vascos que llegaron a Madrid en los años 80 huyendo de la extorsión etarra. «Me preguntaban cómo era posible soportar respirar el mismo aire que esas personas, pero tener la oportunidad de hablar con ellos me permitió comprender cuál el itinerario ideológico que les llevó a hacerlo», ha defendido.

Sin embargo, respecto a ETA y su mundo, ha afirmado que quienes más saben son los guardias civiles, que tienen un «conocimiento enciclopédico» que ni siquiera tuvieron los propios etarras, puesto que la organización tenía la información «compartimentada», y que le ha dado unos «mimbres» que le ha servido para hacer «una gran novela».

Silva ha afirmado que es el momento de contar esta historia y considera que el país se juega la posibilidad de tener una «memoria razonable y suficiente o un olvido insensato». Aunque ha matizado que no es partidario del «rencor», tampoco en la Guerra Civil, ha señalado que no compra el «blanqueo de verdugos» ni el «olvido de las víctimas» o la «invisibilización». «La literatura puede contribuir a memoria no rencorosa. El problema es la desmemoria interesada», ha dicho.

GALAPAGAR Y LA «COHERENCIA PERSONAL»

En uno de los capítulos, el protagonista de la novela conduce cerca del municipio de Galapagar y hace una reflexión sobre el acercamiento al poder, aunque Silva ha señalado que se refiere a «mucha gente» y a nadie en concreto, sin citar al vicepresidente Pablo Iglesias o a la ministra de Igualdad, Irene Montero. «Hay una larga tradición de jóvenes airados que a aparentemente se insurgen contra el poder oligárquico en pos de derechos de los desposeidos y en un viaje rápido desconectan de los lugares donde están los desposeidos y acaban buscando el calor y la vida agradable de esos entornos donde supuestamente viven los favorecidos», ha señalado.

El escritor ha afirmado que no se trata de un caso, sino de «miles en la historia» y que a su juicio es «lo que más daño le hace a las revoluciones o movimientos que se revelan frente a las injusticias: la frecuencia con la que cortan amarras para acercarse al calor del poder que trae consigo». «Bevilacqua, que es un currante y nunca puede acceder a esos lugares, la trae a la memoria el tema de la coherencia personal», ha señalado.