El vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, como en el ajedrez, ya está adelantándose a los posibles movimientos de sus adversarios. El equipo personal del líder de la formación morada sabe perfectamente que el juez Manuel García-Castellón está estrechando el cerco por segundos y que hay una posibilidad palpable de que Iglesias sea imputado por el caso Dina. Por lo pronto, el magistrado sigue a la espera de la información procedente de Gales sobre la tarjeta de la exasesora del vicepresidente Dina Bousselham. Y si hay indicios de que Iglesias destruyó la tarjeta que contenía información sensible del partido y fotos íntimas de Dina, García-Castellón sentará en el banquillo al líder de Unidas Podemos, el mismo que obligaba a renunciar a un cargo público a aquellos que fueran imputados.
La defensa de Iglesias se centrará en echar balones sobre las cloacas del Estado. Lo primero que han aclarado en el partido es que hay que huir hacia adelante. Que Iglesias destruyera o no la tarjeta de su exasesora (la misma que fue robada presuntamente por el excomisario José Manuel Villarejo) es lo de menos para la formación, pues la defensa se debe centrar en que todo es una causa orquestada por las cloacas del Estado, algo que usó para hacer campaña en todas las elecciones que se han celebrado desde que estalló la pieza separa del caso Villarejo.
El equipo del vicepresidente sabe que en el hipotético caso de ser imputado, sus rivales políticos y mediáticos pedirán la dimisión de Iglesias. Y cuando éste se niegue, algo que ya ha afirmado el vicepresidente segundo del Gobierno por activa y por pasiva, saben que se rescatarán las palabras que figuraban en el reglamento de Podemos al poco de entrar en la política; «el compromiso de renuncia al cargo público, interno del partido o a cualquier candidatura a los mismos en caso de ser imputado, procesado o condenado.
El juez de la Audiencia Nacional García-Castellón ha solicitado a una empresa de Gales información sobre la tarjeta de memoria del móvil de Dina Bousselham. Aquí el juez puede obtener la información necesaria para imputar al líder de Podemos y desatar la tormenta que agitaría a la oposición sobremanera para pedir la dimisión del vicepresidente. Algo que el gabinete de Iglesias ya prepara.
Iglesias ya se olió que esa obligación autoimpuesta que exigía la cabeza política de cualquier cargo público que fuera imputado traería problemas una vez dieran el salto a la política con mayúsculas. Es por eso que en posteriores modificaciones del código ético, la palabra imputado (lo que ahora se denomina investigado) fue eliminada.
Por el código ético pues, Iglesias no tendría la obligación de dimitir. Y pese a que sus rivales políticos, especialmente Vox y el PP, pedirán su cabeza, el vicepresidente solo tendrá que hacer frente a la hemeroteca con un silencio más que absoluto. Poco más.
Aún así, la estrategia del equipo de Podemos no se quedará ahí, en caso de que Iglesias sea imputado. Su equipo de comunicación pasará a la ofensiva y recuperará esa guerra contra las cloacas del Estado. De hecho, Podemos ya ha dado pasos en este sentido para adelantarse a una posible imputación de Iglesias. Las formaciones políticas Podemos, ERC, EH Bildu, PNV, Junts per Catalunya, BNG, Compromís, Más País y la CUP han firmado una petición para crear una comisión para investigar las cloacas del Estado al considerar el supuesto espionaje como una «intromisión en la privacidad e intimidad de los líderes políticos«.
La imputación puede saltar en cualquier momento y fuentes de Podemos aseguran que ya están preparándose para ese escenario. Los discursos y la estrategia está ya más que trillada por los asesores más próximos al vicepresidente y descartan por completo la posibilidad de que Iglesias tome alguna medida, como dimitir o ceder el liderazgo de Podemos. Nada.