Por qué decir palabras malsonantes ‘te pone’

Para que aumente el deseo sexual, intervienen una cantidad de factores. Aunque muchos son comunes a casi todas las personas, otros se pueden considerar incluso individuales. Lo que le gusta a una persona no tendrá que gustarle a otra por obligación. Por eso, lo mejor es conocer a la persona con la que estás para saber cómo ponerla a cien. Uno de esos factores, por ejemplo, son las palabras malsonantes. ¿Eres de esas personas a las que les pone escucharlas o decirlas? Tiene explicación.

Las caricias, los bailes sensuales, las palabras al oído, los besos… Todo esto contribuye a que crezca de forma descontrolada nuestro apetito sexual. Es por eso que, en una relación donde haya confianza y juegos previos, las personas se lo pasan mucho mejor en la cama. ¿Quién dijo que los casados tienen menos sexo que los solteros?

Decir groserías, de hecho, es una de esas cosas que pocos confiesan hacer y que, en realidad, es más común de lo que piensas. Descubre por qué decir palabras malsonantes te pone.

El cerebro, el órgano sexual más poderoso

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Cualquier amante que se considere bueno debe saber una cosa: el órgano sexual más poderoso por excelencia es el cerebro. Además, el medio a través del que se estimula de forma más rápida es el oído. ¿Comienzas a ver la relación entre el sexo y las palabras malsonantes?

Gemidos, suspiros, gritos… Todo esto forma parte de una relación sexual. ¿Por qué lo hacemos? Precisamente por eso. Tanto escucharnos a nosotros mismos como a nuestra pareja nos ayuda a estimular nuestro deseo sexual, consiguiendo que nos lo pasemos mucho mejor durante el encuentro íntimo.

Las palabras sucias o groserías también entran dentro de este mismo saco. Sí, ahora, gracias a un estudio, sabemos que tienen tanto o más poder en nuestro cerebro que los gemidos que soltamos de forma involuntaria en la cama.

El estudio que relaciona las palabras malsonantes con el encuentro sexual

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El Journal Hormone Research publicó un estudio en el que trató las palabras malsonantes. En el mismo, se decía que, al decir groserías, se activan dos áreas de nuestro hipotálamo: el núcleo preóptico, muy influyente en la búsqueda activa de pareja; y el supraquismático, encargado de regular los ciclos reproductivos.

En el momento en el que estas dos áreas se activan o se encienden, aumenta nuestro deseo sexual y nos motiva a jugar en contra de las convenciones sociales. Es decir, nos hace fijarnos en aquello que consideramos más excitante.

Otra de las cosas que pudieron comprobar es que el decir este tipo palabras durante el sexo motiva al cerebro a ser sumiso, dejando el control completo a la pareja. Esto sucede debido a la activación de la amígdala, la zona del cerebro que se activa si sentimos miedo o excitación y placer. Gracias a ello, aumentaremos esa sensación de intimidad y de sentirnos libres. Nuestra pareja es la que lleva la voz cantante en ese encuentro en concreto y esto será un cambio para aquellas personas que teman haber caído en la rutina y a las que el sexo no les motive tanto como al principio. Será una buena forma de volver a conectar con el otro.

¿Por qué decimos groserías durante el sexo?

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Aunque gracias a este estudio sabemos que las palabras malsonantes son capaces de aumentar nuestro deseo y hacer que disfrutemos más de la relación sexual, ¿es una práctica que hemos realizado siempre? Lo cierto es que antes había muchos más tabúes con respecto a esto pero ahora cada vez va siendo más común.

Según los expertos en sexología, una de las razones de que nos sintamos mucho más libres de emplear este tipo de lenguaje, mucho más desenfadado, cuando estamos manteniendo un encuentro íntimo con nuestra pareja, puede tener su origen en el consumo de pornografía. En este punto debemos tener especial cuidado. Puede que, después de ver determinados tipos de vídeos, nos apetezca ponerlo en práctica con nuestra pareja. Sin embargo, a la otra persona no tiene por qué gustarle.

Para que no se de lugar a malentendidos, la confianza es el valor principal. Si a uno de los dos le encanta y le pone utilizar este tipo de palabras durante el sexo, debe primero conocer la opinión de la otra persona. Si esta no está de acuerdo, deberán encontrar ese punto en común en el que ambos disfruten por igual. De no ser así, puede que seamos incompatibles en la cama con nuestra pareja.

Cómo intentar decir palabras malsonantes sin que quede mal

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En el sexo no hay ciencias exactas. Es un trato entre las personas que se encuentren en el dormitorio y nadie más. Sin embargo, sí podemos llevar a cabo una serie de consejos, redactados por profesionales, para introducir esta práctica en nuestros encuentros sin que resulte invasiva ni quede mal.

Si estás pensando en intentarlo, tienes que comenzar practicando. Sí, como todo lo que queremos comenzar a hacer, debemos tener un cierto control sobre ello antes de tenerlo a punto. Para ello, lo mejor es practicar a solas para escuchar el tono y corregirlo en caso de que no nos acabe de convencer. Analizar tus gestos y postura también ayudará. Estos deben ser dominantes y cargados de deseo, para no hacer ver lo contrario a lo que estamos diciendo.

Lo mejor es comenzar poco a poco. En el momento de llevarlo a la práctica con tu pareja, comienza gimiendo, disfrutando y diciendo unas pocas palabras malsonantes, de las más suaves, para ver cómo esta responde ante el lenguaje. Entre ellas, tampoco puede faltar el piropear a tu pareja, resaltando aquello que te pone más. Esto aumentará tanto su deseo como el tuyo, sobre todo cuando observes su reacción. La ternura, cuando lleguemos al punto álgido, no tiene cabida. Es decir, debemos dejar salir nuestro lado más salvaje y para ello podemos llamarla por su nombre completo, explicándole al oído qué le queremos hacer e ir subiendo de tono. Siempre, por supuesto, controlando con qué os sentís cómodas las dos partes.