Verónica Altamirano, argentina de 44 años y con cuatro hijos (de 25, 19, 15 y 4 años), vive en Alicante y es voluntaria en Cruz Roja desde noviembre de 2019. Debido a la pandemia del Covid-19 perdió su empleo y se vio en la necesidad de pedir ayuda a la organización.
«Para nada imaginé que podría llegar a tal punto de no tener nada en la nevera, ni butano, ni dinero para pagar el alquiler», ha explicado Altamirano en una entrevista.
Verónica vivió muchos años en España pero tuvo que regresar a su país y tras un tiempo allí, en octubre de 2019 volvió a España. En noviembre, se hizo voluntaria de Cruz Roja y también encontró empleo en el sector de ayuda a domicilio con personas mayores.
Si bien, cuando llegó la pandemia el pasado mes de marzo, perdió su trabajo. «Fue un palo muy duro, te quedas sin nada, en estado de vulnerabilidad total», explica.
El apoyo lo encontró precisamente en Cruz Roja, donde ella y su familia recibieron ayuda alimentaria, apoyo de las trabajadoras sociales, apoyo psicológico y formación para el empleo.
«Son maravillosos. Gracias a Cruz Roja hemos comido, hemos tenido butano para ducharnos, apoyo psicológico, nos han formado», subraya.
Verónica reconoce que fue «muy duro» decir a sus hijos que no tenían nada para comer y asegura que se pasa «mucha vergüenza» al ir a pedir ayuda pero añade que una vez que se da el paso, una se da cuenta de que hay «mucha gente» dispuesta a ayudarte a salir adelante.
A pesar de verse en esta situación, Verónica no dejó de hacer voluntariado en Cruz Roja. Empezó siendo voluntaria de unidad móvil y socorro y, actualmente, es responsable de unidad móvil y dinamizadora de grupo.
Prestan teleasistencia, asisten a la gente que tiene el botón rojo de Cruz Roja, atienden caídas, ayudas puntuales, compra de medicamentos, ayuda a personas sin hogar, entrega de alimentos, asistencia a pateras, etcétera.
«SE TE PARTÍA EL ALMA»
Durante el Estado de Alarma siguieron asistiendo a las personas que más lo necesitaban con todas las medidas de precaución y recuerda haber vivido situaciones muy duras. «Hubo casos de familias con menores que se te partía el alma y personas mayores cuya única visita en toda la semana era la nuestra», señala.
Fue cuando se les necesitó «más que nunca» y cuando más horas estuvieron en primera línea porque, tal y como afirma, ellos siguen atendiendo a las personas más vulnerables «llueva o truene».
Para Verónica, la mejor manera de agradecer la ayuda que le han prestado es devolvérselo con su voluntariado. Además, entró en un programa de formación de telemarketing y ahora va a trabajar dos meses para el Sorteo del Oro de Cruz Roja.
Aunque seguirá formándose para encontrar una salida laboral, Verónica también está solicitado el Ingreso Mínimo Vital que aprobó el Gobierno hace dos meses y comenta que hay que pasar por «mucha burocracia.