La pandemia dispara el número de ‘ninis’ hasta un 21% más

La crisis sanitaria también ha tenido efectos negativos para los jóvenes españoles. El número de jóvenes menores de 30 años que ni estudian ni trabajan, los llamados ‘ninis’, ha experimentado una tendencia al alza, especialmente en abril. Ese mes, en pleno confinamiento, aumentaba un 20,7% respecto al mismo periodo de 2019 y en julio volvía a subir un 17%, según datos del programa de Garantía Juvenil difundidos por Acción Contra el Hambre con motivo del Día Internacional de la Juventud.

La responsable de los programas de empleabilidad de la organización, Ana Alarcón, ha explicado en una rueda de prensa que los jóvenes se enfrentan a un futuro laboral incierto por la COVID-19: empleos precarios, salarios bajos, menos horas de trabajo, más expedientes temporales y despidos definitivos. «Algunos de los que se encuentren ahora en desempleo pueden convertirse en parados de larga duración. La precarización laboral se ha convertido en un asunto estructural de nuestro sistema de trabajo», ha indicado.

La situación es aún más dura, según la entidad, entre los jóvenes de entre 25 y 35 años porque se enfrentan a una nueva crisis después de la del 2008. Los últimos datos de Garantía Juvenil -que mide a los jóvenes menores de 30 años que ni estudian ni trabajan, los mal llamados ninis- muestran que ha crecido un 17% el número de inscripciones respecto al 2019. «Su futuro laboral y sus proyectos de vida, crear una familia o comprarse una casa, vuelven a estancarse con la crisis del coronavirus», ha dicho la experta en empleo.

Estos datos tampoco mejoran entre menores de 25 años, los recién graduados. En el segundo trimestre de 2020 la tasa de paro llego casi al 40% mientras que en el primer trimestre se situó en el 33% según la Encuesta de Población Activa (EPA). «Esta subida de 7 puntos refleja la incertidumbre existente en el mercado laboral a la hora de apostar por el talento joven y la carencia de oportunidades a la que se enfrentan», ha expresado Alarcón.

En este sentido, la experta en empleo ha añadido que «en los programas de emprendimiento juvenil de Acción contra el Hambre se observa las innovadoras ideas e iniciativas que proponen las y los jóvenes y esto hace pensar que se pierde mucho talento e innovación en las empresas españolas al no proporcionar más opciones laborales».

CASO DE LAS MUJERES

En este contexto, la situación de las mujeres jóvenes es aún peor. «Ellas sufren mayor precariedad y pobreza laboral, lo cual las sitúa en un peor lugar para afrontar un nuevo periodo de crisis además algunos de los sectores más afectados, como el comercio, educación, moda, turismo y hostelería que están altamente feminizados».

Según Acción contra el Hambre, la brecha de género también se manifiesta en el emprendimiento juvenil. «El porcentaje de mujeres sin estudios superiores que emprende es mucho menor que el de los hombres», ha detallado Alarcón.

Otra de las consecuencias de la pandemia es el interés de los jóvenes por emprender su propio negocio. En opinión de Ana Alarcón, «esto nos da una idea de cómo se disminuyen las expectativas de empleo por cuenta ajena en un mercado laboral mermado por la crisis y abre interés por las posibilidades de emprender por cuenta propia y buscar opciones locales», ha declarado Alarcón.

A su juicio, los datos no significan, no obstante, que vaya a crecer el emprendimiento juvenil de una forma notable. «Emprender es un camino largo y puede ser que las circunstancias socioeconómicas de estos jóvenes les obliguen a dejar su sueño emprendedor a un lado para cubrir sus necesidades básicas», ha dicho la experta.

Lucía Cíller, una joven arquitecta de Murcia, narró en la rueda de prensa su experiencia personal que la llevó a decantarse por el autoempleo después de luchar por dedicarse a su profesión, algo que no consiguió. Así, concluyó que la mejor opción era emprender: «Cansada de tener un trabajo precioso con mucha responsabilidad, pero mal remunerado, cambié el rumbo y volvía Murcia para tener una vida más tranquila y allí emprender con mi propio negocio de diseño de iluminación y lámparas artesanales Luzmixtura».

Esta joven emprendedora ha explicado como «la COVID ha venido a agravar una situación laboral que ya era precaria en España para los jóvenes». Su pensamiento es quizá la clave en estos momentos: «decidir hacia dónde ir y qué necesita la sociedad y las personas en vez de esperar a que el » trabajo perfecto» llame a tu puestas es para mí la mejor salida».

Otro caso es el de Roberto Mazo, un graduado en Física de 22 años, que realizaba prácticas en Reino Unido antes de la llegada del coronavirus. Al establecerse el estado de alarma en España decidió volver y buscar trabajo en Madrid. Pero no encontró nada y apostó por ser emprendedor: «Decidí montar mi propia empresa, una app móvil, pero las dificultades que existen grandes obstáculos para los jóvenes. Por eso, he tenido que volver a exiliarme para trabajar», ha explicado.