Precedentes que asustan: el peligro de una vacuna a toda prisa contra el covid-19

Los extremos conspiranoicos y delirantes de las corrientes negacionistas de la Covid-19 son un auténtico problema para la seguridad y la salud pública, al igual que comportan los movimientos antivacunas. Pero denunciar la peligrosidad de estos grupos que no respetan las normas sanitarias no implica criticar a cualquier persona que plantee dudas respecto al virus. Entra dentro de toda lógica hacerse preguntas y plantear diversas hipótesis sobre algo, en realidad, tan desconocido como es el virus y, por supuesto, también sobre la vacuna. 

Velar por la seguridad de nuestros seres queridos no va enemistado con querer estar informado y consciente de todos los entresijos que pueda traer la primera vacuna del coronavirus. Algo está claro, y es que las prisas no son buenas. 

Por tanto, cualquiera consideraría deseable que el desarrollo de la vacuna priorice la seguridad a la velocidad, además de superar todas las pruebas de calidad necesarias. Y es que la historia ya nos ha dado ejemplos de las malas consecuencias que puede traer una vacuna hecha ‘sin mimo’.

1955, ACCIDENTE DE CUTTER

En este año, el pueblo estadounidense conoció, por desgracia, las consecuencias de una vacuna en mal estado. Se trataba de una campaña de vacunación contra la polio, que sufrió el grave contratiempo de contener virus de la poliomielitis vivo. Esto ocurrió con los lotes de la empresa Cutter Labs.

Después de que 200.000 menores recibieran la vacuna, el Gobierno tuvo que suspender la campaña días más tarde. El doctor Howard Markel anunció: «40.000 niños contrajeron polio. Algunos tenían niveles bajos, un par de cientos quedaron con parálisis y unos 10 murieron».

LA EPIDEMIA FANTASMA

En 1976, los científicos predijeron una pandemia de gripe porcina con un gran potencial destructivo. Sin embargo, varios expertos afirman 40 años después que tal pandemia nunca se produjo. «Básicamente, sus asesores le dijeron al presidente Ford mire, se avecina una gripe pandémica llamada gripe porcina que puede ser tan grave como la gripe española«, explicó Michael Kinch, experto en oncología radioterápica de la Universidad de Washington.

Temoroso de las negativas predicciones de los científicos, el presidente Ford decretó obligatoria la vacunación contra esta nueva cepa, utilizando una vacuna hecha de forma rápida y sobre la marcha. «Desafortunadamente, debido a esa vacuna, y al hecho de que se hizo tan apresuradamente, hubo unos cientos de casos de Guillain-Barré, aunque no es definitivo que estuvieran vinculados», declara Kinch.

El riesgo de contraer esta enfermedad era de aproximadamente 1 caso adicional de Guillain-Barré por cada 100.000 personas. Pese al bajo ratio, el Gobierno tuvo que tomarse un tiempo para investigarlo.

MEDICAMENTOS CONTRA LA COVID-19

No es necesario acudir a las vacunas, sino a ejemplos de medicamentos que se recomiendan para después ser descartados al descubrir efectos indeseados. Es lo que le ocurrió a la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA), con dos sustancias que se probaron contra el coronavirus.

La FDA autorizó el uso de emergencia de hidroxicloroquina y la cloroquina, precisamente, medicamentos que defendió el presidente de EEUU, Donald Trump, incluso cuando la FDA retiró la recomendación. La organización descubrió que estos compuestos podían producir anomalías en la frecuencia cardiaca.

EL ÉXITO DE LAS VACUNAS

Antecedentes como estos podrían explicar en parte el por qué del surgimiento de corrientes antivacunas. Lo que hay que tener en cuenta, sin embargo, es que estos ejemplos son casos aislados, anecdóticos en comparación con la larga historia de éxitos históricos en salud mundial gracias a las vacunas.

El último ejemplo es la erradicación de la polio en el continente africano, notificada precisamente este mismo agosto. La vacuna oral desarrollada en 1961 por el virólogo polaco-estadounidense Albert Sabin es en gran parte la responsable de este importante logro.