La monitorización de la hemostasia y la prevención es esencial en pacientes con COVID-19 para reducir sus complicaciones, según ha resaltado la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH) con motivo de la campaña del Día Mundial de la Trombosis, que se celebra el próximo día 13 de octubre y se centra este año en las relaciones entre COVID-19 y trombosis y cómo esta infección tiene un gran impacto sobre los mecanismos de coagulación.
El presidente de la SETH, José Antonio Páramo, asegura «que es imprescindible aunar esfuerzos encaminados a la prevención, diagnóstico y tratamiento, lo que es especialmente relevante en el ámbito de la trombosis, por ser ésta una complicación frecuente y grave de COVID-19». Y añade, «puede ser potencialmente mortal y con impacto significativo sobre la calidad de vida de los pacientes que sobreviven al evento trombótico».
Se calcula que aproximadamente uno de cada 5 pacientes infectados por el coronavirus desarrolla una infección grave caracterizada por neumonía, sepsis y síndrome respiratorio agudo cuyo curso puede resultar fatal. Asimismo, se ha puesto de manifiesto que los pacientes hospitalizados que presentan manifestaciones respiratorias o sistémicas graves muestran una coagulopatía, caracterizada por niveles elevados de fibrinógeno y dímero D, indicando un estado de hipercoagulabilidad, el cual se asocia con complicaciones trombóticas, fundamentalmente tromboembolismo venoso (TEV) en hasta el 30 por ciento de los casos.
También se han descrito trombosis en otras localizaciones como cerebral (ictus), cardiaca (infarto) o extremidades (arteriopatía periférica). Además, se produce una respuesta inflamatoria, «tormenta de citocinas» que conduce a la formación de microcoágulos (inmunotrombosis) en la circulación pulmonar que contribuye a la elevada mortalidad observada en estos pacientes.
Según el doctor Páramo, «reducir la carga trombótica debe ser un objetivo y una clara llamada a la acción». Para ello, se requiere «implementar las medidas (escalas, etc.) que permitan la valoración individualizada del riesgo trombótico de los pacientes hospitalizados, establecer sistemas consensuados de prevención, diagnóstico y tratamiento del TEV, incluyendo el periodo post-hospitalización y determinar herramientas que permitan recopilar la información clínica para generar conocimiento sobre la enfermedad, su evolución y posibles secuelas postrombóticas».