Adiós al tono conciliador: Casado convierte a Almeida en su nueva arma contra el Gobierno

  • El alcalde de Madrid ha cambiado su tono considerablemente desde que es portavoz.
  • No a todos en el PP gusta el giro de Almeida, que lo equiparan a Cayetana.
  • El alcalde ya no busca conciliar, sino atacar al Gobierno incluso por imágenes en las redes.
  • El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, sigue el guion esperado. Desde que el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, le nombrara portavoz nacional del PP, Almeida ha tenido que cambiar su discurso y volverse más agresivo contra el Gobierno para cumplir con las directrices de Casado. Especialmente en estos momentos en los que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decidido aplicar el estado de alarma en la Comunidad de Madrid. Que Almeida tendría que renunciar a su moderación en el mismo momento en el que Casado le nombró portavoz estaba claro, pero el tono del alcalde ha cambiado tanto que ha pasado del tono conciliador al del enfrentamiento directo. Y esto no ha gustado tanto dentro de su partido. Especialmente entre quienes consideran que el PP debe volver a un punto moderado.

    El discurso que buscaba en marzo la cooperación y la coordinación entre oposición y Gobierno ha cambiado considerablemente. Desde el PP aseguran que es fruto de la evolución natural de los acontecimientos, pero lo cierto es que los populares buscan la confrontación y el bloqueo desde el minuto uno. Y ahora Almeida es quien debe representar ese ingrato papel en nombre de un Casado que tiene claro que no quiere acordar nada con este Gobierno, ni el más mínimo detalle. Empezando por la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y acabando por los propios Presupuestos.

    El alcalde no solo ha utilizado los medios para defenderse de los «ataques» del Ejecutivo. También los ha empleado para atacar a miembros concretos del Gobierno, como el vicepresidente Pablo Iglesias y criticarles por cualquiera de sus afirmaciones, como cuando afirmó que el movimiento okupa solo había afectado a bancos y grandes financieras, no a propietarios particulares.

    «Espero que el martes que viene, si Madrid lleva 5 días consecutivos con menos de 500 casos por 100.000 habitantes, el ministro Illa haga decaer el estado de Alarma», advirtió el alcalde. Pero este martes el ministro de Sanidad ha asegurado que no hará decaer el estado de alarma en Madrid porque los datos no lo amparan. Y suma y sigue. Pero Almeida sigue como azote del Gobierno arrastrado por el enfrentamiento entre el Ejecutivo y la Comunidad de Madrid.

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    Pero el nuevo Almeida no solo reparte hacia la izquierda, también lo hace, y con ganas, hacia el partido que les roba votos (cada vez más) por la derecha. «Hola, Vox. Flaco favor hacéis a los madrileños alimentando bulos con imágenes antiguas y sacadas de contexto. Es completamente falso que la Policía Municipal impida a nadie ondear bandera de España, de la que estamos todos muy orgullosos, por cierto», comentó el alcalde de la capital.

    El perfil del regidor de la capital ha cambiado considerablemente y se ha vuelto más agresivo desde que Casado le diera el regalo envenenado de ser portavoz del PP. Es el nuevo «cayetano», y de momento ha conseguido mantener el pulso al Gobierno con una actitud activa y crítica pero sin caer en las salidas de tono de Cayetana Álvarez de Toledo. Todo porque Casado decidió que el enfrentamiento entre la Comunidad de Madrid y el Gobierno debía jugarse con un jugador más: Almeida.

    BAJAR A PELEAR EN EL BARRO

    «Los políticos deberíamos ser capaces de hacer aquello que exigimos a los ciudadanos», comentó el alcalde de Madrid junto a una foto de la ministra de Educación Isabel Celaá, después de que ésta decidiera escaquearse de la capital minutos antes de que entrara en vigor el estado de alarma en la Comunidad de Madrid. Una actitud reprochable que se debatía en los foros más bajos de Twitter y que Almeida no dejó pasar, justo al estilo de Cayetana Álvarez de Toledo.

    También está ese famoso «punto G» que le encontró al vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, en su código ético. El mismo que obligaría al representante a dimitir en caso de que el Tribunal Supremo (ya que está aforado) decidiera imputarle, tal y como tiene claro el magistrado Manuel García Castellón, quien instruye la pieza separada del caso Villarejo denominada caso Dina.