Casado pone sentido al cese de Simón: que dimita por «incompetencia», no por un chiste

Un chiste. Esto ha sido suficiente para que se haya puesto sobre la mesa la dimisión del director desde 2012 del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón. El chiste, de mal gusto, era muy machista y ha indignado al colectivo de las enfermeras. «Ha quedado claro que tengo mucho camino para aprender y hacerlo mejor. Trataré de no cometer errores de este tipo», ha comentado Simón. Pero lo cierto es que en la oposición no dan crédito al hecho de que el epidemiólogo tenga que dimitir por un chiste y no por haber cometido varios errores durante la gestión de la pandemia. Por eso, el líder del Partido Popular, Pablo Casado, ha aclarado que Simón debe dimitir, sí, pero por su «incompetencia, politización y falsedades», no por un mal chiste.

«Fernando, no nos ha quedado muy claro si te gustaban las enfermedades infecciosas o las enfermeras infecciosas», le preguntaron al epidemiólogo. A lo que Simón respondió algo que casi le cuesta la dimisión: «No les preguntaba (a las enfermeras) si eran infecciosas o no, eso se veía unos días después», aseguró en broma el epidemiólogo. Pues bien, esto ha sido suficiente para que el cargo de Simón haya acabado en la cuerda floja, y nada de su gestión de la pandemia, alabada por algunos y ferozmente criticadas por otros. En el asunto del chiste, solo la derecha ha querido arrojar algo de sentido común para aclarar que si Simón debe dimitir, es por otros asuntos, no por haber contado un mal chiste. Pero algunos colectivos de enfermeras no lo ven así.

Fernando Simón se ha disculpado. No parece estar acostumbrado a esta sobreexposición mediática que saca a relucir todos y cada uno de los malos gestos que diga o haga. Pero Casado, quien ha recalcado que las de Simón no han sido unas afirmaciones muy afortunadas, ha deslizado que si tiene que dimitir el director desde 2012 del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad es por otro asunto que poco tiene que ver con un chiste. «Condeno los ataques de Fernando Simón a las enfermeras; debe ser cesado por su incompetencia, politización y falsedades», ha asegurado el presidente del Partido Popular en su cuenta personal de Twitter.

Aún así, llama la atención la reacción de quienes hasta hace poco habían defendido con uñas y dientes la posición y el trabajo durante la pandemia de Fernando Simón. Hasta el PP se ha alineado con el colectivo de enfermeras, que ha afirmado que estas trabajadoras ya han «soportado demasiada arrogancia e indolencia». La dimisión del chiste es enorme, tanto que incluso alguna que otra asociación se plantea tomar medidas. El Consejo General de la Enfermería estudia pedir al Gobierno de Pedro Sánchez el cese inmediato del epidemiólogo tras sus comentarios «sexistas y denigrantes» mantenidos durante esa famosa conversación.

Simón se ha disculpado. No por haber errado varias veces en su análisis de la evolución de la pandemia; Ni cuando dijo que solo habría uno o dos casos aislados (ya vamos por 1,26 millones) ni cuando aseguró que las medidas de la Comunidad de Madrid eran insuficientes solo para poco después rectificar y decir que la capital ha controlado la pandemia. Sino por haber contado un mal chiste en una conversación con un montañero que poca trascendencia tendría si no fuera un cargo público. «Ante una broma tonta no fui capaz de responder correctamente», comentó Simón en su disculpa en sede oficial. 

El PP y sobretodo Vox llevan tiempo exigiendo la dimisión de Simón por otros asuntos, pero no ha sido hasta ahora que han conseguido que el director desde 2012 del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad se suba a la tribuna para pedir disculpas. La derecha quiere su cabeza política porque no ha sido alguien eficiente en sus pronósticos, pero su cargo ha estado pendiendo de un hilo solo cuando ha contado un chiste machista. Y, por cierto, la ministra de Igualdad, Irene Montero, no ha entrado a criticar con dureza la actitud de Simón. El sentir más comentado en Génova es que si esa «broma» la hubiera hecho un dirigente popular con un cargo público, habría que haber visto a Montero.