La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Granada ha condenado a 20 años y medio de prisión al hombre de 75 años al que un jurado popular encontró culpable de haber asesinado a su mujer en Guadix en 2018 golpeándola con un martillo, enterrando posteriormente su cadáver en un paraje del entorno.
La sentencia contempla las circunstancias agravante de parentesco y atenuante muy analógica (muy reducida) de confesión, como también lo hizo el veredicto por unanimidad del jurado, que vio alevosía en los hechos que, de este modo, se califican como asesinato.
El ahora condenado, según la sentencia, mostró además «un fingimiento inusual durante unas cuantas horas en un estado sereno y tranquilo», llegando a «denunciar la desaparición de su esposa cuando era más que consciente que la misma era para siempre y por su voluntad homicida».
Se enfrentaba a una petición por asesinato de 24 años de prisión por la Fiscalía, mientras que tanto la acusación particular, ejercida por el letrado Jesús Ignacio Espigares Tortosa, en representación de tres de los cuatro hijos que la mujer tenía de una relación anterior, como la popular, que sostuvo la Junta en defensa del interés general, pidieron 25 años.
La defensa pidió en sus conclusiones finales una pena de siete años de prisión por la presunta comisión de un delito de homicidio, teniendo en cuenta distintas circunstancias atenuantes, como son las de trastorno mental transitorio y de arrebato u obcecación. Estas dos fueron desestimadas por el jurado.
En su declaración en el edificio judicial de Caleta, el procesado señaló que asestó en su casa a su mujer, de 56 años, el 4 de febrero de 2018 en Guadix, un golpe con un puño y tres con un martillo de hierro tipo machota y, cuando supuso que estaba muerta, la enterró. Mantuvo que lo hizo porque ella le atacó previamente.
Señaló que su intención no fue matarla y que la quería, si bien mantuvo que ella le dio aquella noche en la cabeza con un «cucharón» con el «rabo» de 40 centímetros, y él cayó al suelo. Cuando ella habría ido a atacarle con la machota, él, según su versión de los hechos, se levantó, le dio con un puño y de la «rabia» tres golpes con el martillo.
Negó que pretendiera asfixiarla, como mantiene la Fiscalía, con las bolsas de plástico que le colocó después en la cabeza, lo que hizo, agregó, para no manchar de sangre el suelo. A los «diez o doce minutos» de los golpes, cuando comprobó que había muerto, preparó una carretilla y se dirigió a un paraje alejado para enterrar el cuerpo, dijo, pidiendo luego perdón «a Dios y a la Virgen» por lo sucedido.
Reconoció, a preguntas de la acusación particular, que confesó que había sido él a la Guardia Civil cuando lo iban a descubrir. «Si no, no lo hubiera dicho», indicó.
En esta misma sesión declararon los hijos de la víctima, y, ya el martes, en calidad de testigos, dos vecinas que se refirieron a ruidos que escucharon a las 2,00, cuando supuestamente se produjo el crimen, y a las 5,00 horas, en torno a la cual el acusado habría limpiado en el domicilio donde sucedieron los hechos.
También lo hizo un hijo del procesado, que se refirió a una tensión previa a los hechos en el ámbito familiar, así como guardias civiles encargados de la investigación. En la tercera sesión, tuvieron lugar las declaraciones de peritos y forenses, quedando ya para este pasado jueves las conclusiones definitivas de las partes, sus informes y la entrega del cuestionario sobre el que delibera el jurado.