Obligar a sus alumnos a comprar sus libros: así se sacan los profesores una ‘paga extra’

  • Algunos profesores hacen caja vendiendo sus libros a sus propios alumnos.
  • Muchos no obligan a su compra de forma directa, pero modelan su asignatura acorde con la obra.
  • Determinados docentes reprochan y afean esta práctica.
  • Durante largo tiempo, cierta comunidad de profesores ha ido desarrollando una práctica que ha acabado por hacerse común en universidades y centros de enseñanza superior en España. Aprovechando el derecho a la libertad de cátedra recogida en el artículo 20.1.c de la Constitución Española, los docentes han encontrado un método para sacarse fácilmente unos ahorros extra a final de mes. Un método, eso sí, bastante cuestionable éticamente hablando…

    Se trata de aquellos profesores que obligan, ya sea de manera directa o indirecta, a sus alumnos a comprar libros escritos por ellos mismos. Frente a la gran cantidad de publicaciones científicas que existen sobre multitud de ramas del conocimiento, algunos docentes -tal vez aupados por una gran autoestima- deciden escribir ellos mismos un libro que se ajuste a la materia que imparten. Así, no es raro el caso de alumnos que han tenido a algún profesor que ha utilizado como guía para su asignatura un libro del que él mismo es autor o coautor.

    Algunos docentes son claros y piden directamente al alumnado comprar su libro para poder estudiar y llevar al día de manera correcta su asignatura. Otros, en cambio, quizá no lo exijan de manera obligatoria, pero sí que ejercen presión al señalar su libro como bibliografía recomendada, como material que se utilizará en clase, o como herramienta para subir nota, aprovechando indudablemente su rol de poder frente al alumno. De esta manera, y empoderados por las nuevas empresas de distribución como lo es Amazon, muchos profesores venden a sus alumnos un material que podrían darles de forma totalmente gratuita en fotocopias o archivos.

    Entre párrafos, incrustamos el libro Lengua Española: Instrumenta Didactica coescrito por varios profesores, que después exigen a sus alumnos en universidades como la Rey Juan Carlos, de donde proceden sus cinco autores. Adjuntamos también el libro de la profesora de Derecho Carmen Cazorla, también de la URJC, quien, según exalumnos, no obligaba a comprar su libro pero sí ofrecía a sus alumnos subir nota haciendo una redacción sobre su contenido, para lo que tendrían que comprarlo.

    UN SOBRESUELDO ‘POR LA CARA’

    Estudiantes universitarios contactados por Moncloa.com explican: «Muchos (profesores) no te obligan a comprarlo, pero sin ellos te es muy difícil aprobar la asignatura», indican, ya que incluso aunque la compra del libro no sea un requisito, los profesores podrían amoldar el examen de forma que pregunte por contenidos que aparecen claramente expuestos en su libro.

    «Sin ellos te es muy difícil aprobar la asignatura»

    De esta forma, los profesores pueden hacer caja ganando grandes sumas de dinero gracias a unos clientes que, en realidad, no lo son, ya que ven muy reducida su libertad para decidir si quieren comprarlo o no. Otros ejemplos: la profesora de la Rey Juan Carlos María Rosa Berganza Conde, pedía a sus alumnos de 4º de Periodismo su libro «Investigar en Comunicación», cuentan exalumnos a Moncloa.com. Un libro que está a la venta en Amazon por ni más ni menos que 37,77 euros. Otro ejemplo es el libro «Guerra y Paz», del docente de la URJC José Manuel Azcona.

    Es por todos sabido que los alumnos pueden intentar fotocopiar los libros. Sin embargo, esta no es una solución fácil, ya que la normativa de propiedad intelectual protege las obras. En 2002, un profesor de la Universidad Complutense fue sancionado por la institución, aunque no solo por imponer su libro, sino porque este contenía párrafos homófobos.

    La Constitución Española protege, con buen criterio, el derecho de los profesores a la producción y creación literaria, artística, científica y técnica. Sin embargo, dichos estudiosos podrían poner a la venta sus publicaciones para cualquier interesado, sin tener por ello que obligar a sus alumnos a comprarlas. Alumnos que ya pagan una matrícula universitaria, y que hacen frente especialmente como colectivo a las crisis económicas como la que se vive en la actualidad.

    DEBATE EN LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA

    Evidentemente, esta es una práctica moralmente problemática que solo algunos docentes practican. Algunos profesores han llegado a opinar en clase: «Sería de tener mucha cara haceros comprar un libro escrito por mí», como han contado alumnos a Moncloa.com. Es probable que exista gran discrepancia y diversidad de opiniones respecto a esta práctica dentro de la comunidad de profesores.